About: dbkwik:resource/hICs3d330vXsH9ZQv2GW7Q==   Sponge Permalink

An Entity of Type : owl:Thing, within Data Space : dbkwik.webdatacommons.org associated with source dataset(s)

AttributesValues
rdfs:label
  • Descomposición número 2
rdfs:comment
  • Tener un amigo no es cosa de la que pueda ufanarse todo el mundo. - Antoine de Saint-Exupéry - Pablo Picasso Esa noche, Enio Bianchi había llorado hasta desgañitarse, había bebido tanto como para no poder caminar sin tambalearse, golpeó y destrozó la mayor parte de su estudio. Jaime Lozada el viejo casero amenazó con llamar a los grises, a las fuerzas del orden de la fría ciudad de Novacruz. Aunque algo ebrio, Bianchi comprendía que granjearse problemas con la ley sería lo último. Así se sentía ahora, el destino le había propinado un fuerte golpe. Quería llorar. Quería morirse. - ¿Quién? - Vete.
dcterms:subject
abstract
  • Tener un amigo no es cosa de la que pueda ufanarse todo el mundo. - Antoine de Saint-Exupéry - Pablo Picasso Esa noche, Enio Bianchi había llorado hasta desgañitarse, había bebido tanto como para no poder caminar sin tambalearse, golpeó y destrozó la mayor parte de su estudio. Jaime Lozada el viejo casero amenazó con llamar a los grises, a las fuerzas del orden de la fría ciudad de Novacruz. Aunque algo ebrio, Bianchi comprendía que granjearse problemas con la ley sería lo último. Se recordó a sí mismo de niño en su natal Xalapa de cómo su madre tenía que soportar sus coléricas rabietas, de cómo un día le tuvo que soltar una bofetada porque el niño quería ir a ver un estreno de cine mientras su abuelo estaba agonizando. Así se sentía ahora, el destino le había propinado un fuerte golpe. ¿Con que te creías un gran artista, no? ¿Con que saliste de Xalapa y fuiste a Novacruz por fama y fortuna, no? Quería llorar. Quería morirse. Al fin, después de tantos esfuerzos había conseguido que se montara una pequeña exposición de sus obras en el Palacio Salazar de Bellas Artes. Al fin tendría ese reconocimiento con el que siempre soñó. Su exposición estuvo patrocinada por el anciano Melquiades Soto el decadente patriarca de una de las familias más notables de Novacruz; todo el mundo conmocionado: "¿Cómo? ¿El anciano Soto financiando a un talento desconocido?" Pues sí, un amigo de Bianchi, nieto de Soto había convencido a su abuelo acerca de la competencia de aquél desconocido. La exposición se llevó a cabo puntualmente aquél 20 de diciembre de 1988 a las 20 horas junto con la presentación de otros tres artistas egresados de la Facultad de Artes de la Universidad Molay y, gran sorpresa, un completo desconocido presentado como: "la revelación más grande del arte contemporáneo en México." Todo el mundo quedó impresionado por la sensibilidad y belleza de los egresados de Molay, en especial de la joven Carolina Amaro y su escultura "Convergencias", la velada fue fantástica para los sentidos mientras Dominico Soto, nieto más joven del anciano Melquiades y el amigo de Bianchi, presentaba una a una las obras de arte. Y llegó el turno de Bianchi. Al principio la sensación de los espectadores fue de sorpresa, después de incredulidad, la incredulidad se tornó disgusto y el disgusto pasó a convertirse en asco e indignación. Las reacciones más acaloradas provinieron dos trabajos en particular, uno titulado "Descomposición" que mostraba a un niño que gritaba mientras su piel parecía desmoronarse, si bien el efecto logrado era bueno no dejaba de ser mórbido, desagradable. Y el segundo trabajo intitulado "Iglesia Militante" fue el que más muestras de rechazo obtuvo: se mostraba a una especie de vampiro cánido que mordía la yugular de un Cristo crucificado para extraerle la sangre, una macabra parodia de La Crucifixión. - ¡Ésto es asqueroso!- exclamó uno llamado Fernando Sauceda-. Aunque Novacruz se declara una ciudad libre de religión ¡ésto es nauseabundo, grotesco! ¿"revelación más grande del arte contemporáneo"? ¡será la revelación más grande de la inmundicia! Enio no estaba presente entre el grupo, se había ocultado por un cierto nerviosismo infantil pero aquellas palabras le produjeron malestar. Quiso transgredir lo que llamaba "la opacidad de las buenas conciencias" y lo logró, el resultado eran 52 asistentes disgustados con aquella exhibición monstruosa. Nadie compró ninguna de sus obras. Estaba literalmente arruinado. Después de eso el anciano Soto jamás, jamás apoyaría a otro artista desconocido después de eso. Enio lloró. El llanto vino de su alma. ¡Quiero morir! ¡Quiero morir! ¡Morir! ¡Quiero morir! Escuchó unos golpes en la puerta, suaves, no podían ser del viejo Jaime Lozada. - ¿Quién? - Soy yo Domenico, Enio. Abre por favor. - Vete. - Enio, abre por favor. Domenico escuchó los seguros primero y el rechinido de los goznes después, aquella escena era deplorable, el estudio completamente destrozado. Enio era una piltrafa humana. - Enio, te hace falta un amigo. Una vez, Enio le dijo a Domenico: "abrazar es de maricas." Ahora lo abrazaba y lloraba al mismo tiempo. - Ya todo se fue al demonio, Nico. Estoy arruinado. No tengo para el alquiler... me quiero morir. - Enio si no te molesta te ofrezco un piso que tengo en la calle del Arquero. - ... ¿lo dices en... serio? - En serio ¿para qué son los amigos? - Yo nunca sabré como pagarte yo estoy arruinado- el aliento de Enio era asqueroso, hedía al vodka. - No te preocupes por eso. Tienes un amigo en mí. A propósito de tus cuadros… - Quémalos, no quiero volver a ver esa basura. - Tonterías, los tendré en casa, en la Quinta de Soto, afuera de la ciudad- el estudio era iluminado por una tenue luz de una lámpara de escritorio, ambos quedaron en silencio, afuera un frío cruel -. Ya verás cómo los necesitarás de nuevo. Ya lo creo. Por esos días, Enio Bianchi tuvo la necesidad de trabajar, al fin su ego de artista había sido vencido y, por primera vez tuvo que optar por afeitarse, vestirse como alguien normal y decente y ponerse manos a la obra, su primera opción era la de trabajar en la tienda departamental Hermis. - Con el tiempo, si ahorras podrías optar por estudiar una carrera en la Facultad de Artes de Molay. - ¡Pamplinas! Jamás me mezclaré con esa sarta de mediocres. Domenico desaprobó con la cabeza, el orgullo de Enio aún era enorme. Fue el 31 de diciembre cuando se encontró por primera vez con el anciano misterioso. Mientras Enio acomodaba cajitas de bolsas de té, vio a una figura pequeña y jorobada, aquél anciano era calvo y parecía un buitre decrépito, la carencia de dientes lo hacía mover el mentón como si masticara algo, temblaba un poco. El viejo parecía como mirando los productos en los anaqueles, aunque a decir verdad, miraba algo entre los mismos, algo que sólo él podía avistar. Sonreía como un bobo. Enio dejó de prestarle atención. Había terminado su tarea cuando, al incorporarse y girar experimentó un susto y se sobresaltó. Tenía al extraño anciano enfrente. - Hablaban de ti- dijo el pequeño anciano -. Dicen que tu arte es una porquería pero por eso les gustó. Le romperán el cuello a la gorda en el estacionamiento. ¿Tienes de frutos rojos? Se refería al té de frutos rojos, Bianchi le facilitó la cajita, el anciano la tomó y se fue con sus movimientos temblorosos. - Bianchi, Bianchi... ¿Oye? Supe que eras artista, dime ¿pintaste alguna vez alguna delicia de mujer desnuda y luego tuviste acción con ella?- las risas groseras estallaron. Era la hora de descanso en el salón para empleados. Enio tomó su charola y se cambió de mesa. - ¡Uy, qué delicadito! Se sentó junto con él una mujer joven algo rolliza de aspecto agradable, tenía su charola con comida, parecía algo tímida. - Hola... ¿P-puedo sentarme aquí, no? Enio asintió. Después de un minuto en silencio, mientras en el equipo de sonido que animaba el ambiente sonaba Viento de Caifánes, la chica se dispuso a romper el silencio. - ¿Eres nuevo? - ¿A ver, Carmelita, porqué tan lejos de mí?- era el sujeto del chiste de la mujer desnuda. La chica parecía estar molesta. - Braulio, vete mejor con tus amigos. - Pero si quiero estar contigo, cachorrita. Vamos ¿porqué tan lejos de mí? ¿Sigues enojadita? Enio volvió a tomar su charola para cambiar de mesa. A las 23:15 horas Enio recibió la visita de Domenico. Ambos estaban en la pequeña salita sentados en el sofá. Ambos eran contrastantes, Domenico pulcro y bien trajeado y Enio de camisa blanca, oliendo a sudor y descalzo. - ¿Y qué tal te fue hoy? - Como el primer día... pésimo. Estoy cansado y los compañeros de trabajo son unos malditos idiotas. - Oh, Enio. No les digas así. - ¡Uno descubrió que era artista!... Se burló de mí el muy desgraciado. - Cuando alguien se burla de otro es porque tiene la autoestima muy baja. - ¿Qué haces aquí, Nico? Domenico suspiró, dijo al fin: -¿Te gustaría volver a exponer?- Enio lo miró con duda: - Nico yo... - Sí, vamos. Puedo arreglar para ti una exposición en el Colegio de Artes Ricci... - ¿Tienes mis trabajos aún en la Quinta Soto? Domenico se levantó inseguro de qué decir: - Es que ese es el problema, Enio. Creo que tendrías que cambiar de... digamos: estilo. Lo que pasa es que el director de ahí es Fernando Sauceda y... Enio recordaba el nombre y el apellido, recordaba, pero aún las palabras de Sauceda: “¡Será la revelación más grande de la inmundicia!” - ¡Ese bastardo!- Enio se levantó acalorado -. ¡Ese maldito! ¡Dile que se pudra! ¿Entiendes? ¡Que se pudra en el infierno! ¿Después de lo que dijo en mi exposición? - Enio, cálmate... - ¡Y encima quiere que cambie lo que es mío! ¡El arte que sale de mi alma! Sí, eso. Es como si quisiera mutilar ya no mi cuerpo... sino mi alma. - Enio con todo respeto pero deberías considerar hacer otro tipo de... cosas. Enio soltó una especie de bufido que quiso ser una risa: -¿Te refieres a pintar paisajitos y pajaritos? ¿Personas de las buenas conciencias? ¿Aburridos paisajes de esa sarta de mentiras que es la Bilbia como ese mediocre santurrón de James Seward?... No, renuncio a todas esas bobadas. >> Yo soy un alma plena. Yo soy un artista. - Creo que fue un error venir ahora, Enio- Domenico rascó su sien con el índice, sentía pena ajena por la terquedad de su amigo -. Te veo en unos días. Descansa y piensa bien la propuesta. ¿Vale? Esa noche, el éter impregnado de sueños le jugó malas pasadas a Bianchi: vio al anciano calvo y jorobado danzando desnudo junto con unas figuras retorcidas que no parecían humanas. Se vio a sí mismo desmoronarse como el niño de su horrendo cuadro "Descomposición". Escuchó las palabras: Dicen que tu arte es una porquería pero por eso les gustó. Le romperán el cuello a la gorda en el estacionamiento. ¿Tienes de frutos rojos? ¿Frutos rojos? ¿Frutos rojos? Aquellos frutos eran vísceras aplastadas que chorreaban sangre. Despertó sin aliento. Al día siguiente, en el salón para empleados trataba de apagar el recuerdo de las pesadillas, se le acercó la gerente Eva Ortíz. - Luce algo cansado, Bianchi- inspeccionó su aspecto -. No olvide afeitarse mañana. - No lo olvidaré. Se cubrió el rostro con sus delicadas manazas. De pronto escuchó aquello. Era el iburlón de Braulio Mota. - Pues no sé qué pasó. Me entró curiosidad porque escuché que la empujaron o algo así. - ¿A la señora? ¿Con ese "puerquecito"?- se escuchó una risa estúpida que se apagó al no recibir apoyo. - Pues dicen quienes lo vieron que la empujaron, que algo la empujó. Puso las bolsas en el suelo, parece que iba a esperar u taxi cuando se calló o la empujaron, dicen y crack... se le rompió el cuello. - No fastidies. Pobre mujer... Enio levantó el rostro, en su cabeza llegaba mezclados los sonidos de la canción que sonaba dentro del Salón de empleados y aquella voz aflautada y desagradable del anciano de los frutos rojos: Le romperán el cuello a la gorda en el estacionamiento. - Según que leía cartas, que era bruja la mujer aquella. - Sea como sea ya está del otro lado. - ... pues sí. Ya está. Enio se sentía mal, salió tal y como su cuerpo invadido por el miedo le dio a entender. Al abrir la puerta lo primero que vio fue a Carmen hablando con aquél infernal anciano. - ...y por eso necesito el cómodo- dijo el viejo. - Pero señor ya le dije que en farmacia lo puede encontrar. - Es que me gana cuando... ¿eres tú Frutosrojos?- se dirigió a Enio Bianchi -. ¿Tienes té de frutos rojos? - ¿Cómo lo supo?- preguntó Enio con enojo. - Es que necesito el cómod... - No te hagas el idiota, vejete, ¿cómo supiste lo de la mujer que murió ayer?- lo tomó de los hombros. - Es que ya no lo hago igual que antes pero ellos me dijeron que es normal por los bailes. Me llamo Manolo Cordero y vivo en Orión 76, por la farmacia de... - ¡Al demonio dónde vives! ¡Cómo lo supiste!- ya no lo tomaba de los hombros, los estrujaba. - ¡Me lastimas, Frutosrojos. Tienes buenas manos! Carmen llamó a Braulio, éste junto con sus compañeros separaron a Bianchi del anciano, escuchó que el viejo le dijo algo como: "te espero, Frutosrojos." Ese día Enio Bianchi fue despedido en el acto de los almacenes Hermis. Pasaron los días, Bianchi aún pudo sobrevivir con algo del dinero que pudo ahorrar de su anterior empleo más un poco que pudo obtener por vender algunas de sus pinturas a una planta de reciclaje; se las habían pagado ofensivamente baratas. Una vez, decidió buscar en la biblioteca pública los recortes de las noticias más recientes, encontró precisamente que la mujer que había sufrido el accidente en el estacionamiento de los almacenes Hermis se llamaba Federica Tomasi, era dueña de una florería en el distrito sur, en la calle Hidra. No había nada relacionado a que fuera una especie de bruja o algo así, como escuchó en el salón para el personal. Sin embargo, tuvo una sensación de malestar al encontrar en un semanario sensacionalista en un kiosco la siguiente noticia: "Fuerza invisible mata a mujer" había una pequeña foto de la víctima con pie de nota "Era una importante florista de la calle Hidra" y comprobar, en efecto que se trataba de una mujer obesa. Conforme pasaban los días y no encontraba empleo alguno, Enio comenzó de nuevo a pintar, tuvo que rebajar su orgullo y empezar a hacer trabajos que refirieran a paisajes de la antigüedad griega, china y egipcia, aunque dichos cuadros contenían elementos misteriosos como símbolos esotéricos no eran del agrado de Bianchi. Acordó con Domenico que expondría en la galería del Colegio Ricci de Artes a finales del mes entrante, febrero. En un momento que se dio para descansar pensó que aquellas obras, aunque eran visualmente buenas, carecían de su impronta artística, del toque de su alma. Eso le producía vergüenza y depresión. Nuevamente ya lucía desgarbado y su barba estaba creciéndole de nuevo; en el sillón, inclinó su cabeza hacia atrás para poder sentirse en una meditación mundana... y pensó en el anciano. En el extraño Manolo Cordero. Y sintió algo, primero fue un pensamiento en su mente, luego se convirtió en un pulso volitivo. Tenía que verlo ¿para qué? ¿Porqué? Aquello era una especie de sentimiento parecido al deseo, un impulso ciego. Una semana pasó durante la cuál Domenico escuchó con curiosidad primero y preocupación después del afán obsesivo con el cuál Enio Bianchi hablaba acerca de conocer al extraño anciano y que estaba haciendo una investigación detectivesca para encontrarlo. La calle de Orión quedaba en el distrito este de la ciudad, tristemente famoso porque allí vivió un psicópata que abrió fuego en la Facultad de Medicina de Molay: Francisco Murguía quien con dos pistolas automáticas le quitó la vida a 1 guardia de seguridad, 2 docentes y 30 estudiantes; al final gritó algo: "¡Yo soy La Mosca!" y se hizo estallar pulsando un interruptor que activó un artefacto explosivo disimulado en su gabardina. Aquella matanza sin sentido pareció presagiar los trágicos eventos de Columbine y del Tecnológico de Virginia en los Estados Unidos. En su pesquisa, Enio supo que la dirección que el anciano le había dicho correspondía a la unidad habitacional 13, que vivía con una asistente social y que su sobrino nieto Daniel trabajaba en las fuerzas de seguridad de Novacruz y lo veía con cierta regularidad una vez a la semana. - ¿Diga?- la trabajadora social era esbelta, de piel morena y discretamente bella. - Busco al señor Cordero. - ¿Quién lo...? - ¡Frutosrojos!- se escuchó una voz aflautada de lejos -. Él es Frutosrojos, Gabriela, un amigo que le agrada a mis amigos. ¡Pasa, pasa, Frutosrojos! >> Siéntate, siéntate. Le platicaba a Gabriela de las luces en el cielo ¡te miran todo el tiempo! Una vez me dijeron que quieren otro culto en su honor pues piensan que el francés de los automóviles es algo indiscreto- ésto último lo dijo con un tono de confidencialidad -. Gabrielita, ¿porqué no visitas a tu abuelita? - Pero señor Cordero, ella murió hace... - Anda, tráele pan, mira te doy unos pesos. - Yo tengo que estar con usted. - ¿Cómo? Pero si aquí está Frutosrojos, él cuidará de mí ¿Verdad, Frutosrojos? Él trabaja en el Hermis... - Okey- concedió Gabriela, después de todo ya había escuchado del anciano Cordero historias de Frutosrojos y ¿porqué no permitirle al viejo un instante con un amigo? Enio "Frutosrojos" Bianchi pasó al comedor donde el anciano calentó té que sirvió a su invitado, Gabriela dijo que regresaría en, máximo, 15 minutos. Los dejó solos. - Buena muchacha aunque algo tonta porque no me cree lo de su abuela. Ella sigue allá en El Otro Lado donde un toro le encaja los cuernos cada 30 de abril. Yo la vi. - Señor Cordero- Enio no supo por dónde empezar, no sabía qué demonios hacía con ese anciano senil y tembloroso que, tal vez por azar atinó a predecir una muerte. Pero algo en el interior del artista le decía que debía estar allí. Así que al fin preguntó: -. ¿Cómo supo lo de...? - ¡No me hables de usted, Frutosrojos, le agradas a mis amigos y sus amigos son los míos. Los amigos siempre son un tesoro. Háblame de tú! - Manolo ¿cómo supiste lo de la mujer que murió en Hermis? - ¡Pues porque mis amigos me lo dijeron!- lo mencionó cual si fuera algo obvio -. Ellos la seguían porque veía los futuros con las cartas o en las entrañas de los animales cuando era necesario y los llamaba cuando lo hacía. >> Generó mucha influencia inquieta y eso no se lo perdonaron, porque nunca les pagó. Ellos prefieren niños porque aún no se ha hecho costra totalmente su alma pero tampoco desprecian al resto de la gente porque algunos no tienen la sangre tan cargada. >> Yo los escuché cómo hablaban de ella... ¡Y de tí! Dicen que ella fue a donde pusiste tus dibujitos y les gustaron mucho, en especial ese donde muerden a Jesús!- escupió al suelo al decirlo -. ¡Ese fue muy bueno dijeron. Enio se quedó helado. Su memoria le advertía que en efecto, había una mujer obesa entre los invitados pero de ahí a que precisamente fuese... no. Imposible. - ¿Sabes- continuó Cordero -. Mi familia me tiene miedo por lo que se dice de mí y esos malnacidos de los Sabuesos casi me matan pero nunca vieron mi rostro por fortuna porque yo soy el gato negro miau- rió -. Pero no te puedo decir el nombre que me dieron; bueno, sólo si estuvieras con mis amigos del aquelarre. Los amigos son siempre un tesoro. >> No te lo mencioné pero mis amigos del Otro Lado me dijeron que creen que serías un buen instrumento para ellos, para abrirles paso a Éste Lado ya sabes lo que dicen: "no hay idea sin objeto ni objeto sin idea"- volvió a reír, todo lo contaba con una alegría infantil; aquél anciano tenía que ser un demente senil. Sí, eso tenía que ser. Cordero sorbió el té ruidosamente y se limpió con un pañuelo. - Un maldito cura me dijo una vez que del demonio no se puede esperar nada bueno pero se equivoca porque hasta hoy estoy más que vivo y estaré aun más vivo cuando me muera. >> ¿Sabes, Frutosrojos? Una vez por el espejo oscuro vi que mi sobrino nieto será padre de una pequeñita, ella dibujará ¡igual que tú! Captará muy bien el éter en sueños pero ¿te digo un secreto? ¡Me la llevaré al otro lado! Me dijeron que al morir no moriré pero no seré ya humano sino un visitante en la oscuridad. Me llevaré a la pequeñita al Otro Lado y la transformaré en otro como yo. >> Me dijeron que tú sí puedes ver el Otro Lado, Frutosrojos; que pasarás fácilmente, afuera de la ciudad existe una cueva en el Cerro del Lobo; esa se abrirá a inicios de febrero, en el Imbolc la madrugada del 2 de febrero y la cueva se hará más profunda y cuando salgas de ahí estarás en el Otro Lado. Mira, mira; te voy dar algo. El anciano se levantó con trabajo, Enio quiso ayudar pero el viejo lo rechazó con humor, salió del comedor. A los 5 minutos volvió con un frasquito no más grande que su meñique que contenía un líquido verde y viscoso. - En el Otro Lado si permaneces mucho tiempo te desmoronas pero si te bebes esto antes durarás más tiempo. Sabe feo, te lo tienes que acabar al primer trago y en ayunas, ¿eh?. >> El Otro Lado permitirá que veas cosas para tus dibujos luce como aquí pero cambiado todo, más interesante. Por cierto, átate una soga cuando vayas a entrar y luego atas la soga en un árbol porque si no, el viento te va a tirar cuando te asustes... buena suerte, Frutosrojos. - ¿Qué es éste líquido?- preguntó Enio alzando el frasquito. El anciano sonrió: - Gritó mucho esa vez. Desde afuera, Gabriela hizo sonar el seguro de la puerta, entró con algunos víveres embolsados. Se tranquilizó al ver al viejo junto a Bianchi. - Irá al Otro Lado- dijo Cordero señalando a Enio con alegría y malicia. Gabriela pensó que ya era hora de que el anciano durmiera una siesta. Faltaban 6 días para que iniciara febrero, Enio Bianchi habló a Domenico Soto de un demencial plan que tenía: visitar aquél Otro Lado del cuál le habló Manolo Cordero. Domenico consideraba aquello una completa y peligrosa imprudencia. - Quiero por favor que me regreses todas mis pinturas, Nico. Creo que con la inspiración que obtendré de ese Otro Lado será definitivo para recrear mi carrera como artista. Las pinturas llegaron en efecto pero Enio no dejaba de hablar de su descabellado plan, incluso enseñó a su amigo el frasquito con líquido verde que el extraño anciano le había dado. Domenico dijo que todo el asunto era un disparate y que era seguro que se vería defraudado pero el ánimo de Bianchi era tal que, de no ser amigos, Domenico juraría que éste había perdido completamente la razón. Domenico terminó por desistir de sus intentos por disuadir a Enio, después de todo, si aquél se quería ver defraudado pues le haría bien para aterrizar al mundo real. - Te llevaré entonces y espero, amigo, que tu decepción te devuelva al mundo normal. Llegó al fin el primer día de febrero, Enio se levantó de la cama, no desayunó, se bañó, se arregló y preparó y se encontró con Domenico para poder salir de la ciudad en coche hacia la Colina del Lobo. Todo el camino lo embargó una emoción extraña, era un miedo atávico y una euforia demencial. En la carretera que conecta Novacruz con la Esperanza, Enio le pidió a su amigo que se estacionara para poder mirar el camino que había recorrido, pues sentía que estaba en un proceso iniciático. Ambos avistaron al terrible Monte Majestad y por un momento, los dos se sintieron vigilados por una presencia preternatural. Enio recordó las leyendas las cuales llamaban a aquellas inmediaciones "centro caído del mundo." Cuando llegaron al punto clave que le dio el anciano a Enio buscaron en la falda del Cerro del Lobo la cueva que supuestamente les llevaría al Otro Lado durante la madrugada del 2 de febrero, el pavoroso Imbolc. Para suerte de Enio había un frondoso árbol al cuál se le ataría la larguísima soga que a su vez Enio llevaría a la cintura. - Nico... ¿no harás uso de una soga para asirte? - No Enio. Yo estoy convencido de mi sentido común. Esperaron la noche. Hablaron, discutieron, por poco se enfadaron... escucharon una radio de baterías, Domenico había traído unas provisiones que Enio rechazó advirtiéndole a su amigo de algún posible riesgo por quebrantar el ayuno. A Domenico no le importó. El sol se ocultó finalmente y las estrellas empezaron a titilar en el cielo oscuro. Terminaro de escuchar una canción por la radio, fue apagada definitivamente. Los invadieron los sonidos del bosque engullido por la oscuridad. Enio prepraró la soga, Domenico una lámpara de pilas. Enio bebió de un trago el líquido verde, su organismo lo quiso expulsar de su garganta pero resistió. Domenico estaba preocupado por su amigo... ¿cómo diablos habían llegado los dos a éste punto sin regreso? Entraron al fin a la cueva. La luz de la lámpara iluminó la roca desnuda y reseca del interior: una auténtica garganta de lobo. Recorrieron cosa de casi una hora de camino, y respirar se estaba haciendo más dificultoso, más y más... - Enio ésto es una locura, regresemos. - No. tenemos que seguir. Tenemos que seguir- la fe de Enio estaba vacilando... pero aún le quedaba mucha. Siguieron adelante. La lámpara empezó a parpadear hasta apagarse, era extraño pues las baterías era nuevas. Ambos sintieron una especie de... ¿cómo explicarlo? Habían sentido como si sus conciencias de algún modo hubiesen saltado de la cabeza, del cerebro. El aire ahora era mucho más espeso, apretaba los pulmones. - ¡Tenemos que salir de aquí, Enio! ¡Ésto es peligroso! - ¡No! ¡Es el momento del no retorno! ¡Seguiremos! - ¡Enio te has vuelto loco! ¡Enio! El artista, ayudándose de su tacto siguió su rumbo con decisión, apoyando sus manos sobre la pared de la cueva que se sentía diferente. Escuchó el eco de su nombre; no se detuvo, no retrocedió. De pronto... escuchó el sonido del viento. Un viento embravecido y amenazador. Enio siguió con una frenética obstinación siguió y siguió a ciegas... y encontró luz. Una luz similar a la del crepúsculo. Avistó una salida. Bianchi tuvo miedo pero su alma embriagada por la sed del descubrimiento le impulsó a continuar. Llegó por fin a la salida de la caverna y lo que vio... Aquella era una versión de pesadilla del bosque. No era de noche y corría un fuerte viento que aullaba con malignidad. Se sentía hostil. Caminó unos pasos hacia afuera y sintió como si el viento lo quisiera derribar adrede. Enio encontró un árbol harto similar al cual había amarrado la soga que tenía asiéndole la cintura pero éste parecía hecho de carne, de piel mancillada. Algo similar a un rostro surgió del tronco y emitió un quejido, luego eran manos tratando de escapar de aquella corteza de carne y más rostros volvían a asomarse. Enio ya no pudo ver la lejanía, sólo que había un cielo cubierto de nubes grises que se movían a una velocidad anormal como una estampida de monstruos salvajes. Sintió que la luz que llenaba el lugar no era exactamente luz sino una especie de refracción enfermiza. Su cuerpo entero se heló cuando creyó ver algo que se movió detrás de otro árbol de piel, rostros y manos. Había un pedazo del bosque de dichas abominaciones. Los demás árboles lucían decrépitos y emitían una extraña fosforescencia color verde oscuro que parecía iluminar un poco su interior. Algo lo prendió del brazo. - ¡ENIO!- era Domenico, estaba asustado, horrorizado, gritaba y su respiración era la de un animal huyendo de sus cazadores. - ¿EN DÓNDE ESTAMOS? ¿EN DÓNDE ESTAMOS? ¡HAY QUE SALIR DE AQUÍ! Domenico entonces soltó un gemido espantoso. Algo lo había prendido a él. Era una forma delgada y alta de cubierta de una maraña de pelo negro, su rostro era una especie de cráneos revueltos de hombres y bestias, en las cuencas de los mismos brillaban unas luces rojas de la muerte que se encendían y apagaban sin orden. Sus brazos terminaban en unas macizas agujas carnosas y sus patas eran poderosas extremidades paquidérmicas, uno de los afilados muñones había atravesado el muslo de Domenico. La sangre del pobre hombre manaba como un humo rojo que le lastimaba de manera indescriptible y que se perdía en el furioso viento aullante del Otro Lado. Enio gritó horrorizado. Domenico se aferró al artista. Mientras el monstruo jalaba a Domenico éste profería desgarradores gritos de dolor, al parecer la soga había llegado a su límite pues la fuerza del engendro no podía arrastrar a los dos hombres. Forcejeo tras otro, Domenico se moría de dolor, finalmente su vigor cedió y empezó a ser arrastrado por el engendro de mil rostros craneales. Enio emitió un grito aún más fuerte de horror y corrió hacia la cueva. - ¡ENIO AYÚDAME! Enio se detuvo en el umbral y giró sólo para ver como uno de los árboles de carne se le abría una nauseabunda boca vertical... - ¡ENIO! ... al tiempo que el monstruo se acercaba con su presa. - ¡DOMENICO! Entonces, el horror supremo estalló cuando el rostro de Domenico empezó a carcomerse, después fueron sus prendas. Enio gritó. Aquél ser desintegrándose que antes fue Domenico Soto ahora berreaba como una bestia incluso las entrañas se carcomían en el aire, más y más humo rojo llevado por el rabioso viento salía a raudales, su olor era similar al ozono pero con un desagradable picor... Domenico dejó de existir. El monstruo de mil rostros entonces fijó las luces rojas de la muerte de sus mil cuencas en Enio Bianchi quien sin dudarlo corrió, huyó de regreso al Mundo del cuál había venido. Todo el camino fue tanteando las paredes de roca. No se detuvo, no se tropezó, no miró hacia atrás. Al llegar al final de la caverna cruzó el rocoso umbral y se encontró con el bosque que era ya dominio de la noche. Enio gritó una, dos, tres veces. Sintió que la cabeza iba a estallar y que su conciencia estaba desquebrajándose. Cayó al fin de rodillas. Su cuerpo tomó por inercia una posición fetal. Sin darse cuenta se quedo dormido. - Eliphas Lévi La exposición en la galería del Colegio Ricci de Artes fue todo un éxito. Todas las obras de Bianchi habían sido alabadas. "¡Es un genio!" ; "¡Es la revelación de ésta era!"; "¡Parece como si viera el alma de las cosas!" Todas sus obras fueron vendidas, una de ellas a una prestigiosa galería privada en París, Francia. - Damas y caballeros- dijo Enio -. Recuerden que el alma del artista capta solamente cosas las cuáles otros no. No es cuestión de genio. Es de sensibilidad. En el transcurso de los días previos a la exposición pasaron algunos acontecimientos interesantes. El primero fue la investigación del departamento de policía de Novacruz para esclarecer la desaparición de Domenico Soto, heredero más joven de una de las familias más antiguas de la ciudad. Bianchi fue acusado por posible homicidio pero al final la falta de pruebas en su contra terminaron por darle la razón a su versión de la historia según la cuál ambos amigos bebieron y que, en un arranque de obstinación de borracho Domenico se internó imprudentemente en una cueva del Cerro del Lobo. Hasta hoy el cuerpo no ha sido encontrado. El segundo acontecimiento notable fue la muerte de Manolo Cordero. Un hombre que se identificó como Jordán La Torre se presentó como abogado del fallecido anciano, le entregó a Enio Bianchi una caja de cartón que tenía un curioso epígrafe: Seguido del domicilio del artista. Se trataba de nada menos que los diarios del viejo, una obra que relataba desde su vida madura como agente de seguridad de aduana en un aeropuerto del Distrito Federal, de cómo había contactado en sueños con El Rey Olvido en su curioso avatar conocido como "Vagabundo Onírico" cuyo aspecto es el de un hombre bajito, casi calvo de labios carnoso, cejas pobladas y ojos profundos y de cómo le inició en la Magia hermética; de cómo, después de estar en un psiquiátrico, el anciano logró atravesar un espejo y transportarse al Otro Lado... Y de cómo aprendió diversos rituales y hechizos para trastornar la realidad con Magia... así como el devastador efecto que tuvieron algunos en su contra y, por último rememoraba a todos sus amigos su aquelarre, de los del Otro Lado y en especial a Frutosrojos. La letra del viejo y su modo de expresarse degeneraban mientras más transcurría su historia en los diarios... pero eso no tendría porqué pasar a Enio, de hecho, dicho recurso tal vez lo evitaría. El tercer y más notable acontecimiento era el más reciente trabajo de Enio llamado "Descomposición número 2" aquél que fue adquirido para exhibirse en una galería privada en París. Mostraba lo que parecía ser un hombre que gritaba de horror, de dolor y por su vida mientras se desmoronaba en un efecto que causaba la impresión de que era víctima de una especie de corrosión espontánea. La técnica de sombras disimulaban a un monstruoso ser de mil rostros, todos cráneos, algunos con luces rojas en sus cuencas que arrastraba al pobre desgraciado que se caía a pedazos; el paisaje de la escena era un bosque retorcido y alienígena y podía inspirar realmente cierto miedo al espectador. Tal vez el detalle más mórbido era el parentesco del hombre del cuadro, aquél ser que se descomponía en el aire y que su sangre manaba como una especie de humo espeso y rojo, al desaparecido Domenico Soto. Pero esa era una simple apreciación sugerente. Nada más. Creepy pasta escrito por: Adolfo Ser
Alternative Linked Data Views: ODE     Raw Data in: CXML | CSV | RDF ( N-Triples N3/Turtle JSON XML ) | OData ( Atom JSON ) | Microdata ( JSON HTML) | JSON-LD    About   
This material is Open Knowledge   W3C Semantic Web Technology [RDF Data] Valid XHTML + RDFa
OpenLink Virtuoso version 07.20.3217, on Linux (x86_64-pc-linux-gnu), Standard Edition
Data on this page belongs to its respective rights holders.
Virtuoso Faceted Browser Copyright © 2009-2012 OpenLink Software