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  • La gran tormenta
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  • Nos esperaba un castigo divino por lo que hemos hecho con nuestra madre tierra. Deforestación, contaminación, extinción. Sólo algunas de las horribles cosas que hemos hecho durante tantos y tantos años. Sintiéndonos orgullosos de la destrucción de nuestra propia casa. Todo para tener bienes materiales que nos hagan sentir importantes con nuestras insulsa vida. Ahora que la gran tormenta vino, imparable, inexorable, todos nos aferramos a la fé, cualquiera que esta sea. Somos hipócritas. –¡Miguel, Miguel! ¡Despierta, que te has quedado dormido! — ¿Eh, qué pasó? –¡¿Tormenta?! ¡No, no puede ser…!
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  • Nos esperaba un castigo divino por lo que hemos hecho con nuestra madre tierra. Deforestación, contaminación, extinción. Sólo algunas de las horribles cosas que hemos hecho durante tantos y tantos años. Sintiéndonos orgullosos de la destrucción de nuestra propia casa. Todo para tener bienes materiales que nos hagan sentir importantes con nuestras insulsa vida. Y hoy, en el clímax del consumismo, en vísperas de Navidad, cuando las tiendas han sido literalmente saqueadas para adquirir productos banales, “obsequios navideños” les llamamos, cerramos el ciclo. Pues cada año, al agotar las existencias, seguimos atacando los bosques, los mares, los ríos, la tierra. Exprimiéndole todo a nuestro mundo para seguir consumiendo y seguir “obsequiando”. Porque es claro de que de eso se trata todo lo “navideño”: regalar para recibir. Y las cosas nunca terminarán. O eso creímos. Ahora que la gran tormenta vino, imparable, inexorable, todos nos aferramos a la fé, cualquiera que esta sea. Somos hipócritas. Son apenas 5 días de tormenta, y las calles están cubiertas por una capa de nieve de más de 3 metros. La naturaleza nos está sepultando vivos en un congelador en el cual quedaremos preservados como un recuerdo, no, como una advertencia de lo que sucede cuando no respetas y asesinas a quien te ha dado cobijo, techo y alimento. Todos estamos aislados, no hay comunicaciones, no hay agua corriente en las tuberías, la calefacción hace 4 días que se averió, no hay luz eléctrica ni comida. Mi familia ha muerto de hambre y frío ante mi falta de previsión para conseguir alimentos a tiempo. Soy el único que queda en esta casa. No puedo asomarme por la ventana y no tengo fuerzas para cavar. No puedo pensar en el suicidio como una opción, no le daré a la naturaleza la satisfacción de que mi mente ha sucumbido ante sus embates. Por mi orgullo que no lo haré. Prefiero morir así, de hambre y frío. Pero no me quitaré la vida. Hoy es navidad y tengo a mi familia reunida, muerta, pero está aquí, conmigo, y eso es motivo de celebración. Me tendí junto a sus cadáveres, ya tiesos, pues el rigor mortis ya ha aparecido. Me ha costado vestirlos para la ocasión. Mis dos pequeñas niñas se ven preciosas, las gemelitas, con sus preciosos ojos azules, ahora opacados por el velo de la muerte, aun así no dejan de estar hermosas con sus vestidos y sus juguetes. Mi bella esposa, Martha. Siento no haberte maquillado correctamente, cariño, pero comprenderás que nunca había practicado antes. Sería una gran foto navideña, así, todos juntos. Desafiando al cruel y despiadado final que nosotros mismos nos hemos conseguido pero del que, por soberbia, no pediremos perdón. Ahora sí, ya el entumecimiento mortal viene, mi respiración se ralentiza, mi corazón late débilmente y la frialdad en mi cara me da la certeza: en unos minutos estaré muerto… el hambre, el frío, son terribles, es un infierno que pronto cesará… Pasan los minutos… Dios, son eternos, quisiera ya no sentir… ya no… quiero gritar para liberar la tensión, pero no puedo, estoy paralizado. ¡Debí matarme para no pasar por esto, maldita sea! ¡Oh, Dios, perdón por todo..! –¡Miguel, Miguel! ¡Despierta, que te has quedado dormido! — ¿Eh, qué pasó? — Pues que te has quedado dormido, imbécil, y mírate, ¡tienes la cara azul, jajaja! Seguramente el frío de la ventana entreabierta te daba justo en el rostro. Lo bueno que he sido yo y no el jefe quien te ha visto athumb|166pxsí. Si no, ya estuvieras despedido y a 5 días de navidad, ¿te imaginas? –¡Carajo, Marco! Gracias por despertarme, tuve un sueño terrible, sobre que venía una gran tormenta y… –¡La tormenta!, a eso venía, hay que apurarse porque viene en camino una nevada y dicen que será grande. Vámonos para no quedarnos atascados en el tránsito… –¡¿Tormenta?! ¡No, no puede ser…! — ¿Qué haces, Miguel? Cierra esa ventana que estamos en el sexto piso y está helando… ¡No, qué haces! ¡No saltes, Miguel!, ¡NO, MIGUEEL! Created By: Y R V OZ +++Thanks for Reading!