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  • En la inmensidad del descampado
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  • ~ . Por lo general, el descampado es muy sereno, nadie suele ir allí, cosa que me agrada, si hay cosa que detesto es que las personas me molesten cuando deseo estar sola. Detesto realmente que no sean capaces de comprender mi soledad. Soy la persona más solitaria de mi familia y amigos, asisto a reuniones familiares sólo por obligación, y por lo general estoy en mi mundo, hecho que me trae bastantes problemas familiares. En cuanto a mis amistades, ellos logran comprender mi estado y muchas veces me dejan sola, como así también cuestionan mis actitudes, y mi forma de ser, afirmando que soy muy rara.
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  • ~ . Por lo general, el descampado es muy sereno, nadie suele ir allí, cosa que me agrada, si hay cosa que detesto es que las personas me molesten cuando deseo estar sola. Detesto realmente que no sean capaces de comprender mi soledad. Soy la persona más solitaria de mi familia y amigos, asisto a reuniones familiares sólo por obligación, y por lo general estoy en mi mundo, hecho que me trae bastantes problemas familiares. En cuanto a mis amistades, ellos logran comprender mi estado y muchas veces me dejan sola, como así también cuestionan mis actitudes, y mi forma de ser, afirmando que soy muy rara. Me pregunto cuándo será el maldito día en el que entiendan que mi oscuro mundo de soledad y momentánea melancolía, es mucho más bonito que este mundo asqueroso en el que vivimos, lleno de basura de todo tipo. Soy muy hostil, pero a la vez soy frágil como el pétalo de una rosa. A veces me agobian mucho los problemas con mi madre, mujer con la que convivo, junto con su "novio", las peleas son constantes debido a la mala racha que estamos pasando, mi madre y su novio suelen reprochar todas mis acciones, dicen que no hago nada , dicen que pareciera que no existo, dicen que soy rara y me amenazan diciendo que voy a morir de hambre porque ninguno va a darme de comer si no cambio mis actitudes. No deseo y no puedo cambiarlas. Tenía la cabeza que me estallaba en ese momento, entonces me fui a mi rinconcito de alegría y paz, sin importar qué tan feo estuviera el día. Una vez llegado al sitio, se me ocurrió adentrarme más en la profundidad del descampado, el cual estaba cubierto por una inmensa arboleda. Una vez adentrada en la oscuridad del ambiente, comencé a caminar sin rumbo, en ese mismo instante, se me ocurrió una idea no muy convincente. Llegué a deducir, que tenía que buscar un empleo, de lo que sea, con tal de poder satisfacer mis necesidades y así no depender de mi madre y del pobre hombre inútil que tiene a su lado, de esa manera no tendrían más críticas negativas hacia mi persona. Solucioné el pequeño enigma que rondaba por mi cabeza, estaba mucho más tranquila, pero aún así no quería volver a casa esta tarde, además me empezaba a agradar el ambiente por el que estaba caminando, aunque no está de más aclarar que no sabía dónde estaba. Sin importarme nada, empecé a observar cada parte de mi " rincón" y realmente me alegraba el hecho de haber encontrado un lugar para mí, en el que me sentía bien conmigo misma fuera de todo aquello que me dañaba, incluso los pequeños demonios que habitan en mi mente estaban calmados. De repente, fijé la vista en un punto medio, un pequeño "agujero" que rompía con la vegetación del lugar, aparentemente allí se terminaba la arboleda. Fui acercándome hacia ese agujero. Y cuando finalmente logré atravesarlo, cortando la vegetación que me impedía visualizar lo que había allí, pude presenciar lo que en ese momento visualicé como una gran carpa de un circo, esta se encontraba bastante lejos pero aún así me llamó mucho la atención de que estuviera tan distanciada de todo. El avistamiento de aquel circo no fue casualidad, cualquiera lograría verlo por su gran extensión, y sus colores blanco y negro en contraste, llamativos a distancia y dando una ilusión de movimiento. Aunque a medida que iba acercándome a ella comenzaba a arrepentirme, debido a lo oscuro que se tornaban los alrededores de la carpa, con objetos oxidados y un estado aparente de abandono total. Quizá estaba abandonada y sea peligrosa, pero aun así me mataba la curiosidad.... Me encontraba ya a unos pasos de descifrar el misterio de lo que se encontraba dentro de aquella carpa, cuando un hombre de rasgos extraños para el ambiente (realmente bello, de unos 30 años, con cabellera rubia, ojos celestes y una sonrisa que generaba confianza) me preguntó qué hacía en el lugar. Observando las singulares vendas que le cubrían las manos contesté a su pregunta con otra pregunta -¿Qué le sucedió en las manos?- . Asombrado por mi percepción de tal rasgo me respondió: - Trabajando en el galpón con objetos oxidados me corté. Necesito ayuda ¿te molestaría ayudarme a terminar con la organización de los objetos y recibir una jugosa paga?-. Si el hombre hubiera sido diferente no hubiera aceptado, pero el hombre en cuestión se veía como alguien en quien confiar -Claro, justamente estaba en busca de un trabajo-. Me señaló el galpón y se marchó llevando puesto un overol gris y una remera blanca debajo. Durante ese rato había olvidado el misterio de la carpa, ahora debía trabajar para poder independizarme de mis padres, además ahora estaba el "misterio" del galpón. ¿Qué clase de magníficos objetos me esperaban allí? A unos metros de la carpa se encontraba aquel lugar, un extenso terreno ocupado por paredes de chapa blanca, con un gran portón en el centro. Procedí a abrirlo, cosa que logré rápidamente, sólo para encontrarme sorpresivamente con una fuerte luz verde, que además de agregar misterio generaba un ambiente de desasociego y escalofríos. La sorpresa de esa particular iluminación solo se vio superada por la naturaleza de los objetos que se podían observar en aquel galpón: Una extensa colección de horrendas máscaras estaba esparcida a lo largo del lugar. Algunas con rasgos horribles (Pelos, ojos rasgados, cuencas vacías, dientes desproporcionados, pentagramas, cortaduras falsas, etc.), y muchas otras aterradoras a pesar de su simpleza (una máscara completamente blanca, que no deja ver los ojos de quien la utiliza es sólo una de las tantas que logré observar). El terror que tuve culminó al encontrarme con una colección de armas blancas, serruchos, cuchillos y dagas esparcidas por el piso, sin razón lógica.... Sospeché rápidamente del sujeto del overol gris, quien al parecer no era muy cuerdo y confiable. Me armé con una daga, la escondí en mi bolsillo y caminé hacia la carpa. Sabía que podía morir dentro de ella, que estaría a merced de ese hombre, pero la curiosidad fue más fuerte y casi automáticamente me dirigí caminando hacia la puerta. Antes de correr la gran tela y al fin entrar, sentí un fétido olor, similar a carne podrida, proveniente de adentro del lugar. Aún así avance. Nunca sería la misma ante tal escenario culminante del terror: Decenas de cuerpos tirados en el piso. Se podían notar algunos en estado de descomposición avanzado, dentro de los cuales resaltaba uno de una mujer a la cual se le podían observar gusanos saliendo de su estómago y su rostro putrefacto. Otros frescos, de los cuales se podía denotar su agonía y dolor antes de fallecer a manos de aquel hombre. Cuerpos con la caja torácica destrozada y el corazón afuera, hombres con la cara arrancada brutalmente, mujeres con la cuenca de los ojos vacía. Si algo podría agregarse, viene al caso el piso casi teñido completamente de rojo. Ante tal escena que parecía salida de una película de horror, sucumbí al terror y me paralicé, intenté gritar de desesperación, pero no lo logré, puesto que tal fue el miedo que no salió palabra alguna de mi boca. Lo siguiente que hice, luego de “calmarme”, fue correr torpemente, pero el temblor en mis piernas apenas dejaba moverme. Justo cuando estaba saliendo de aquella carpa macabra, aquel hombre que parecía gentil, pero ahora era un monstruo, apareció enfrente mío casi por arte de magia. Se quitó el overol para dejar ver una remera originalmente blanca, ahora teñida con la sangre de sus víctimas, desenfundó su cuchillo y comenzó a reír frenéticamente. No reaccioné hasta que el hombre me hizo un profundo corte en el brazo, a lo cual respondí dando puñaladas desesperadas con mi daga. En ese momento de miedo, enojo y desesperación no supe ver bien, pero certeramente podrían haber sido más de 40 puñaladas, la mayoría directas al corazón, dejando a aquel monstruo tirado en el piso, ahogado en su propio mar de sangre y con sus víctimas alrededor. Luego de aquella experiencia, de la cual nunca pude recuperarme, huí hasta mi casa, con mi madre y su novio, olvidando todos los problemas que teníamos y los que tendría por haberme escapado e introducirme en esa carpa. Al llegar me esperaba a mi madre gritándome e insultándome, pero en vez de eso me recibió aliviada saludando de lejos. Pero su expresión de alegría cambió rápidamente a una de terror cuando percibió que traía una daga en la mano derecha y la ropa completamente manchada con sangre. Inmediatamente me pregunto qué había sucedido, a lo que le respondí contándole todo lo sucedido. No me creyó ni una palabra, pero cambiando la historia para volverla más “real” hizo una denuncia policial y se fue a buscar en el descampado algún rastro de los cadáveres. Ojalá no hubiera hecho la denuncia… Se buscó por todo el descampado algún rastro de la carpa descrita, pero lo único que se encontró era un galpón, identificado como el galpón abandonado del viejo señor Roto, quien había fallecido hace 1 año, dejando el lugar vacío. Adentro se encontraron pertenencias mías y un total de 13 cadáveres, todos asesinados con un arma blanca, específicamente una daga. Nunca se encontró a ningún hombre de entre 20 a 30 años vestido con un overol y/o una remera blanca, ni ninguna persona de rasgos similares a los descriptos. La justicia actuó y se me condeno a 20 años de prisión, pero debido a mis problemas mentales se transformó en toda una vida en un asilo mental. Al menos allí puedo recordar en paz a aquellos cadáveres pútridos, y a ese hombre del overol, que aún sigue siendo un misterio.