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  • Senior Year: In Memoriam
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  • No hace falta decir que un columpio es para balancearse. Te mueves hacia adelante y hacia atrás, entre sube y baja, y todo el tiempo sabes exactamente adónde vas, pero no tienes el control sobre ello. Puedes plantar tus pies en el suelo y parar, puedes solo sentarte allí; el barro alcanzando la punta de tus zapatos deportivos hasta que te das cuenta de que no tiene sentido, un columpio no te dará ninguna recompensa por quedarte quieto. La única cosa por hacer es moverse, ganar impulso, y cuando sea el momento adecuado, soltarte y saltar. La única cosa por hacer en un columpio es balancearse.
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  • No hace falta decir que un columpio es para balancearse. Te mueves hacia adelante y hacia atrás, entre sube y baja, y todo el tiempo sabes exactamente adónde vas, pero no tienes el control sobre ello. Puedes plantar tus pies en el suelo y parar, puedes solo sentarte allí; el barro alcanzando la punta de tus zapatos deportivos hasta que te das cuenta de que no tiene sentido, un columpio no te dará ninguna recompensa por quedarte quieto. La única cosa por hacer es moverse, ganar impulso, y cuando sea el momento adecuado, soltarte y saltar. La única cosa por hacer en un columpio es balancearse. Marty odiaba los columpios. No le era gratificante si quiera pensar en ellos. Se sentó en el columpio, aquel que forma parte de la lastimosa fachada de la escuela de Anna, los pies firmemente plantados sobre el suelo, y veía a Anna mientras se balanceaba hacia atrás y adelante, un péndulo demasiado lento y demasiado rápido para su gusto. Vio cómo su mirada bajaba y fruncía el ceño, juzgando el estado de la hierba que cubría la lápida de Anna y a la figura que vacilaba sobre el columpio. Esperó a que ella le revelara lo que pasaba por su mente. "Marty, ¿soy mala persona?" -preguntó de repente. Manteniendo sus ojos en él mientras se balanceaba. "¿Por qué lo preguntas?" "Bueno, algunos de los otros son malos conmigo y pensé..., pensé que tal vez yo era una mala persona, es la verdad. No es mi intención." Marty sonrió un poco. "¿Quién sabe?, tal vez eres una mala persona." Anna abrió ampliamente los ojos, mirándolo aterrorizada. Marty estaba teniendo problemas para mantener una cara seria. " Pero", continuó, "Yo también lo soy y la gente mala se cuida entre sí, así que no te preocupes." Ella no parecía muy convencida, así que él se levantó y se acercó esperando a que dejara de balancearse, puso su dedo índice entre los ojos de ella. Él movió suavemente el dedo hacia abajo, a la punta de la nariz, luego de vuelta otra vez. Él había hecho eso desde que ella era pequeña, solo para calmarla. "Para ellos es posible que seas una mala persona", dijo Marty, "pero eso solo eso, ¿sabes? No son de quienes debes preocuparte." Ella mostró un pequeña sonrisa. "Esto significa que cuando los demás te pongan un dedo encima, me dirás de inmediato que siempre me protegerás cuando no pueda protegerme por mí misma." Justo en ese momento, Marty sintió una gota de agua besar el costado de su cabeza. Otra aterrizó justo en la nariz de Anna, haciéndola parpadear y mirar hacia arriba. Se levantó. "Vamos. Vayamos al auto." Mientras se abrían camino de regreso a la entrada trasera de la escuela, Marty notó una figura estando de pie justo en el pórtico, miraba a su dirección. Él se tensó cuando se encontraba a menos de 15 pies de distancia; el sujeto parecía estar en sus cincuenta, con el cabello negro y grasiento que susurraba el uso de tinte, un lamentable afeitado cubría la mitad inferior de su cara, y esos pies que parecían perderse en el aire, acaso una ilusión. El sujeto olía parecido a un fuego químico: artificial y abrumador. Lo más importante, Marty no lo reconoció. Extendió un brazo ante Anna para detenerla, pero ella solo pasó de largo. Ella sonrió al hombre y le dio una despedida: "¡Adiós, señor!" El hombre no dijo nada, pero regresó la sonrisa de Anna apartándose para que pudiera pasar. Marty se relajó; no era más que uno de sus profesores. Él asintió con la cabeza a modo de saludo y pasó junto a él, por el pasillo de la escuela. Por el rabillo del ojo, Marty creyó ver algo, algo no natural en el brillo de los ojos del profesor, pero solo se quedó allí, sonriendo. Marty apresuró su paso para alcanzar a Anna, no sin antes despedir la lápida en que reposaban los restos de su fallecida hermanita. Una voz desde atrás se deslizó a sus oídos. "Nos vemos pronto, Anna." Categoría:Fantasmas Categoría:CC