| abstract | - La Sala del Señorío del Colmillo es la cámara que une el Hould con el Jarlheim. Fue excavada directamente en el corazón de la montaña que se alza sobre el Hould, y justo bajo las plataformas de aterrizaje del Valgard. Está considerado como uno de los baluartes dentro del Aett, y representa el único camino que une una región de la fortaleza con la siguiente. Cualquier enemigo que lograra acceder al interior del Colmillo a través de sus puertas deberá atravesar el Señorío del Colmillo para poder acceder a las galerías superiores. Dentro de una fortaleza cuajada de maravillas, el Señorío del Colmillo es sobrecogedor por cuenta propia. Sus muros se alzan cientos de metros en la oscuridad, arqueándose suavemente hasta alcanzar la techumbre perpetuamente en penumbra. Los cientos de miles de almas que integran la población del Hould pueden reunirse en la cavernosa sala, llenando su congelado suelo. Se accede a esta sala desde el oeste a través de la enorme Escalera de Ogvai, que se encuentra flanqueada por estatuas de antiguos héroes esculpidas en la roca de la montaña e iluminadas por antorchas parpadeantes. En la misma sala se han colocado imágenes de Fenris, adornadas con complejos encajes y de más de cincuenta metros de altura. La parpadeante luz ilumina de cuando en cuando los emblemas de las antiguas Grandes Compañías (cabezas de lobo, lunas quebradas, garras, empuñaduras de hacha y cráneos blanqueados), así como las monumentales imágenes de los poderes elementales de Fenris: el Espíritu de las Tormentas, el Portador del Hielo y el Corazón del Trueno. Sobre todos ellos hay grabadas runas fenrisianas, los sagrados símbolos y sellos que canalizan las energías del Mundo de los Muertos hasta la tierra de los vivos y que les protegen del maleficarum, tanto de los demonios como de aquellos que tratan con ellos. Cuando se reúnen, las filas de hombres y mujeres vestidos de gris que componen la población de siervos del Capítulo caminan entre las dos masivas estatuas de Freki y Geri, los Lobos de Fenris hermanos de Leman Russ, de diez metros de altura y esculpidas prestas a lanzarse al ataque, que guardan la puerta oeste. Frente al área de reuniones la cámara, mayor que cualquier catedral, se extiende hasta el infinito iluminada tan solo por filas braseros de hierro, tan altos como un hombre, que brillan con el rojo sanguinolento del fuego. En el extremo de la sala, la parte más iluminada, se alzó en el pasado la más poderosa de las muchas estatuas que adornaban el Colmillo: la imagen colosal de Leman Russ. El Primarca de granito, tan grande como un Titán clase Warhound, contemplaba el horizonte con un gruñido crispando sus facciones quebradas. En una mano portaba la Espada Gélida Mjalnar; mientras que la otra estaba cerrada en un puño. Otros Primarcas podrían haber sido representados con un aspecto algo más contemplativo, pero ese no era el caso de Russ. Fue esculpido por los forjadores de la piedra de Fenris tal y como fue en vida: una máquina de guerra, un dios viviente, la personificación última del impulso primario de matar. Durante la Primera Batalla del Colmillo, ocurrida en el M32, el Primarca Demonio de los Mil Hijos, Magnus el Rojo profanó la cámara sagrada y cometió el sacrilegio supremo. En un acto que reflejó el realizado por Russ contra Magnus durante la Quema de Prospero, el Primarca Demonio arrancó la estatua de sus cimientos y quebró con su rodilla la espalda de la estatua.
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