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  • No me había dado cuenta de cuanto lo amaba hasta que sentí el fuego de mi piel abriéndose al paso del proyectil. No lo pensé, actué…raro, en el momento de mi muerte, mostré iniciativa. Su mirada se transformó en tantas emociones, paso de la frialdad con la que me trataba, al susto al escuchar el chasquillo del gatillo,thumb la sorpresa al ver mi manera de lanzarme…el horror cuando supo que no quería quitarlo de la mira, sino que quería interponerme en ella…y finalmente, la pena que lo embargo al verme caer justo a sus pies…como siempre quiso verme. “…porque era lo único que me quedaba…”
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  • No me había dado cuenta de cuanto lo amaba hasta que sentí el fuego de mi piel abriéndose al paso del proyectil. No lo pensé, actué…raro, en el momento de mi muerte, mostré iniciativa. Su mirada se transformó en tantas emociones, paso de la frialdad con la que me trataba, al susto al escuchar el chasquillo del gatillo,thumb la sorpresa al ver mi manera de lanzarme…el horror cuando supo que no quería quitarlo de la mira, sino que quería interponerme en ella…y finalmente, la pena que lo embargo al verme caer justo a sus pies…como siempre quiso verme. Irónico, en ese momento, es ese instante de lucidez que te deja la adrenalina, pude ver que este era el único “final feliz” que podríamos alcanzar. Me tendría rendida ante él, me sabría suya de todos las maneras humanamente posibles e incluso algunas más; yo por fin me aseguraba de permanecer en su memoria por el resto de su vida, si, estúpido, pero cierto, el jamás olvidaría el momento en que entregue mi vida entera por la suya. Siempre supe que lo nuestro, esta pasión que se desbordaba por las comisuras de nuestros labios, terminaría quemándonos por dentro en algún momento, tarde o temprano. Cuando sentí la tibieza de la sangre recorriendo mi espalda sonreí instintivamente, una risa histérica, no porque me hubiera parecido gracioso el momento. A las puertas de la muerte difícilmente controlas tus expresiones. El golpe de mi cabeza al chocar contra el piso me causo cierta desorientación por unos momentos. Vi todo envuelto en nubes, las voces retrocedieron varios metros y tardaron mucho en volver al volumen correcto. Pero cuando mi vista se estabilizo, la imagen de un tirano poderoso e independiente me golpeo con más fuerza. Ahí lo tenía, justo a mi lado, yo tendida en el suelo con un disparo en la espalda y el, de píe, inmaculado, impenetrable, con esa pose que siempre usa para demostrar que nada de lo que tu hagas merece su atención; pero sus ojos, oh! Esos ojos no mentían, estaba muerto del pánico, y si estaba quieto era porque la conmoción que sentía lo rebasaba, si, aunque desde mi perspectiva se lucía como un tirano que se regodea con el dolor de su víctima que tanto lo ama, este tirano mío estaba quieto como una piedra porque por primera vez algo de lo que yo hiciera le arrebataba el control. Y fui feliz cuando lo supe…fui feliz aunque sentía el dolor de una bala enterrada entre los músculos y las vértebras de la espalda. No sé cuánto tardo, pero llego el momento en que mi cuerpo traiciono y no soporte el dolor, cerré los ojos esperando que la agonía terminara pronto. Entonces vino a mí, me toco, sentí el roce de sus dedos helados pero como nunca, temblorosos, inseguros; su mano envolvió la mía y abrí los ojos contra mi voluntad con tal de poder ver ese asombroso rostro una vez más. Estaba preocupado y me gritó… ¿qué dijo?, ¿acaso importaba? Eran las últimas palabras que oía y no las entendía, pero entre sus gritos rasguñe el sonido de mi nombre entre sus labios… Sonreí como una niña mientras sentía como la otra de sus manos elevaba mi rostro hacía el suyo. Solo capté una pregunta “¿Por qué lo hiciste?” “…porque era lo único que me quedaba…” Y entonces la oscuridad llenó mis ojos. Categoría:Fantasmas