PropertyValue
rdfs:label
  • La manzana de La discordia
rdfs:comment
  • Un sol cálido cubría a la ciudad, era de tarde, mi hermano y yo teníamos que reunirnos con unos amigos después de la escuela. Sería una ocasión no tan buena. No eran precisamente "amigos", con los que debíamos que reunirnos. El termino correcto sería abusadores, Pedro y Luis,hijos de rateros, miembros de "Los Malditos Ángeles". Una banda dedicada a la prostitución y venta de drogas. Todos en el colegio les tenían miedo a estos imbéciles, desde alumnos hasta profesores. Nadie le decía nada a la policía. Los malditos tenían el colegio a sus pies. Agarré a Pedro por el brazo y le quité la navaja.
dcterms:subject
abstract
  • Un sol cálido cubría a la ciudad, era de tarde, mi hermano y yo teníamos que reunirnos con unos amigos después de la escuela. Sería una ocasión no tan buena. No eran precisamente "amigos", con los que debíamos que reunirnos. El termino correcto sería abusadores, Pedro y Luis,hijos de rateros, miembros de "Los Malditos Ángeles". Una banda dedicada a la prostitución y venta de drogas. Todos en el colegio les tenían miedo a estos imbéciles, desde alumnos hasta profesores. Nadie le decía nada a la policía. Los malditos tenían el colegio a sus pies. En un acto de idiotez, mi hermano decidió confrontar a Pedro, el fin era evitar que le quitasen sus cuadernos, para posteriormente orinar sobre ellos. Según ellos para demostrar superioridad. Todo eso terminó con un moretón en ambas caras. Obviamente, indignados ya que nadie antes los había confrontado y mucho menos pegado, Pedro junto a Luis acordaron vernos a los dos a la salida para "matarnos". Dijeron que iban a traer unas navajas cada uno. No me preocupaba en lo absoluto. Estaba consiente de que podía morir, mas no me importaba. Al menos intentaba sentir algo de preocupación por mi hermano pero, no podía. Claro que si sentía ese lazo familiar con él, pero mas allá de sentirlo solo como un hermano y estar consiente de que existe, no sentía nada. Ya habíamos llegado al lugar, y los dos malditos en realidad si tenían intenciones de matarnos. unas navajas se divisaban en sus manos y las apretaban con mucha fuerza. Se acercaron rápidamente a nosotros lanzando un grito muy molesto. Yo me aparte para que, obviamente, no saliera herido. Aunque me sentía algo extraño, ya que era un aparto con intención de dejar al otro. Mi hermano no salió herido, gracias a su suerte. Agarré a Pedro por el brazo y le quité la navaja. Me sentía algo emocionado o excitado. La verdad no sé como expresar esa sensación en palabras. Es como eso que sientes cuando te van a llevar al cine a ver tu película favorita. Todo eso, por que al fin tenía la oportunidad de matar a alguien. Me quede un par de segundos agarrándolo, hasta que. Lo decidí, como si fuera el dueño de su persona. Le iba a torcer el brazo. En el primer intento tan solo logré hacerle doler mucho la extremidad, mas no pude llegar a efectuar mi cometido. Estaba frustrado, bastante enojado que lancé un grito furioso. Un niño de diez años usualmente se molestaba por que no le compraban el juguete que quería. Yo lo hacía por que no podía agredir a alguien. Mi hermano no se quedaba atrás y también golpeaba a su agresor, Luis, y le tiraba puñetes en la cara, con el fin de dejarle cada vez mas y mas moretones. Luis cayó inconsciente. Mientras tanto, yo seguía intentando romperle el brazo. Cada vez golpeaba más y más fuerte mientras que el chillaba de dolor. Quería romperlo con mis manos, sentir el dolor transformado en placer para mí. Su llanto era música, y sus lágrimas un buena película. Me daría algo de vergüenza decir que me estaba excitando, como si de un acto sexual se tratara la situación. Pero se podría decir que la sensación era bastante similar. Después de arduos intentos, logré partir el mendigo brazo a la mitad. Todo en vano. Después de un dolor prolongado, Pedro termino desmayándose. Lleno de ira, y consiente de que él ya pronto moriría, me dije a mí mismo "¿Porque esperar?". Agarré un piedra que se encontraba en mi costado y comencé a golpearle el pecho, con el fin de abrírselo. Menos mal que agarré una piedra. Con ello mi mano chocaría y sentiría su piel toda irritada. Después de un tiempo inexacto, logré abrirle el pecho, para después sacar su corazón y molerlo a patadas. Chorros de sangre veía en el piso, mas una masa de carne seca. Seguían los pulmones, los choqué con una pared, la sangre de estos se chorreó en mi cara. Y me gustaba. Todo esta fiesta terminó con una patada en la cabeza de mi víctima. Una sensación de inseguridad invadió mi mente. Me sentía solo. Me sentía mareado. En un instante me ardían ligeramente los ojos. Era el sol de un amanecer. Era de mañana. ¿Me quedé toda la noche descuartizando a aquella persona?. Mi hermano no estaba junto a mí. ¿Huyó?. ¿Murió?. Muchas dudas, pocas respuestas. Me introduje en un laberinto mental. Una horrible verdad se me vino a la cabeza. Era un asesino. Un homicida, un maldito loco. La locura estaba en mi mente de manera oficial. Matar a alguien por placer no es algo sano. Ya no era como los demás. Había pecado, matado, asesinado, y mordido. Mordido la manzana de la discordia. Categoría:Mentes trastornadas Categoría:CO