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  • La mujer del velo manchado
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  • María era una señora mayor que vivía sola. Los vecinos de aquel lugar dicen que esto se debía a que era una cascarrabias y nadie la soportaba. El edificio era normal, como cualquier otro en el mundo, con niños jugando en la parte del patio y en las escaleras. Nadie les decía nada porque eran niños y necesitaban divertirse un poco, pero a María no le gustaban los niños, o mejor dicho, parecía que los odiaba. Un día, la señora salió a tender su ropa, pero por desgracia el tendedero quedaba cerca del patio y los niños siempre estaban allí. -¿¡Pero qué has hecho niño malcriado!? Le respondió:
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  • María era una señora mayor que vivía sola. Los vecinos de aquel lugar dicen que esto se debía a que era una cascarrabias y nadie la soportaba. El edificio era normal, como cualquier otro en el mundo, con niños jugando en la parte del patio y en las escaleras. Nadie les decía nada porque eran niños y necesitaban divertirse un poco, pero a María no le gustaban los niños, o mejor dicho, parecía que los odiaba. Un día, la señora salió a tender su ropa, pero por desgracia el tendedero quedaba cerca del patio y los niños siempre estaban allí. -¡FUERA!-decía con voz muy gruesa y ronca, pues la señora se la pasaba fumando. La señora tendió su ropa, incluyendo un velo especial para ella. Era de seda, muy fino y blanco; ese velo era su adoración. Días atrás había llovido muy fuerte, las plantas estaban aun mojadas y habían charcos formados. Unos niños del edificio estaban jugando a las escondidas y le tocaba contar a Carlitos, el más pequeño del grupo. Todos los niños se escondieron, dejando a Carlitos atrás, buscándolos. A Carlitos, corriendo y buscando a los chicos, le pareció que Había visto a uno de sus amigos cerca del patio del apartamento de la señora María, y decidió ir. Al llegar, notó que no era nada. Sólo era una planta que se movía con el soplo del viento, y al retroceder, sin querer tropezó con un gran charco de lodo. Sus manos quedaron totalmente marrones, no podía limpiarse de su ropa porque era nueva, y lo vio: aquel bonito velo blanco. Decidió limpiarse sus manos con este, pues esto fue producto de la casualidad. Al terminar, el velo quedo muy manchado, de blanco paso a marrón en un instante, y notó que la reja de la casa de la señora María se abría. Esta le dijo: -¿¡Pero qué has hecho niño malcriado!? Le habló tan feo al pequeño Carlitos, que rompió a llorar y dijo: -Señora María, perdóneme, es que me tropecé. Le respondió: - ¿Eso te da derecho a arruinar mi velo? Eres un niño malo y si Dios no te castiga, yo lo haré. La señora, llena de rabia y coraje, abofeteó al pequeño Carlitos, y este se fue llorando. A la mañana siguiente, algunos vecinos dijeron que en la noche anterior escucharon ruidos muy extraños en el apartamento de la señora, y que salía un apestoso humo de este, pero nadie le hacia caso a esas habladurías. Carlitos, triste, le contó a sus amigos lo que había pasado, y Juan le dijo: -Tranquilo Carlitos, esa vieja se va a arrepentir… Los chicos fueron por globos rellenos de lodo y papel higiénico. Acribillaron el apartamento, lo dejaron inmundo, sólo fue cuestión de minutos para que saliera la malvada mujer. Parecía poseída y se le veía en la mirada que estaba llena de odio, fue corriendo intentando atrapar a los niños, y cayó en sus manos el pobre Carlitos. El niño, desesperado, dijo: -¡Suélteme! ¡Ayuda, ayuda! Pero nada, ya era tarde. La mujer lo metió en su casa y le dijo: -Quisiste buscar venganza, eres un niño muy malo, y a los niños malos les pasan cosas malas… La malvada mujer le hizo infinidades de maldades al niño: le cortó la lengua, para que no fuese a gritar, fumaba y las colillas de cigarro se las apagaba en su pequeño cuerpecito, le fue cortando los dedos uno por uno, sus dientes se los quitaba con un alicate, y le arañaba su cuerpo. Los padres de Carlitos fueron hasta la casa de aquella señora; habían buscado por todas partes, pero no encontraban a Carlitos. Entraron a la fuerza con algunos vecinos hombres, y lo que encontraron fue un pequeño cuerpo sin vida y a una mujer arrodillada, con un velo blanco y manchado en su cabeza. Los vecinos voltearon a la mujer. Estaba muerta. Dicen que aquella noche que los vecinos escucharon esos ruidos extraños y ese apestoso humo, pues era el Diablo que había ido a visitar a la mujer. Dicen que hizo un pacto con él, que le daría 2 almas sufriendo a cambio de que ella viviera para siempre, y al presentarle únicamente el alma de Carlitos, el Diablo también se llevo la suya.