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  • Happier
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  • Estabas caminando en una noche sola y desolada, todo muy tranquilo, más de lo normal, pero de un momento al otro, todo cambió, se te cegó la vista, reduciéndose a unos pocos pasos, todo se oscureció, y lo único que escuchaste fue un ruido de un metal deslizándose contra la pared, raspándole y haciendo un ruido chispeante. Ella sabía que no era bueno, y como jugando a las escondidas a ciegas, te escondiste detrás de un basurero, pero el ruido del plomo contra la pared se hacía más fuerte, y se acercaba hacia ti. La sangre salpicó por todos lados, y en ese momento, viste la cara del mal.
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  • Estabas caminando en una noche sola y desolada, todo muy tranquilo, más de lo normal, pero de un momento al otro, todo cambió, se te cegó la vista, reduciéndose a unos pocos pasos, todo se oscureció, y lo único que escuchaste fue un ruido de un metal deslizándose contra la pared, raspándole y haciendo un ruido chispeante. Ella sabía que no era bueno, y como jugando a las escondidas a ciegas, te escondiste detrás de un basurero, pero el ruido del plomo contra la pared se hacía más fuerte, y se acercaba hacia ti. Te creíste inmune, pero no era así, y cuando lo notaste, corriste detrás de una pared y te escondiste con la poca esperanza de escapar. Estabas al lado del río, por lo que entraste en pánico, y entró en tu mente la idea del suicidio, pensando que sería la muerte más piadosa. El sonido se hacía cada vez más cercano, y escuchabas también unas risas, unas dementes risas, engendradas del infierno para atemorizar a los seres vivos, como la parca, se acercaba para castigar a los inocentes, y atemorizada... saltaste. Tiraste la toalla y te rendiste, y cuando pensaste que todo se acabó... fuiste agarrada, te creíste en el cielo, pero fue una puerta al infierno. En el suelo, la figura te agarró, y para que no te resistas, te clavó lo que parecía un sacacorchos de plomo afilado. La sangre salpicó por todos lados, y en ese momento, viste la cara del mal. Totalmente vestida de negro, con la piel pálida y un parche con un signo de una "O" tachada, cara que se manchó de tu sangre, y en ese instante, empezó a reír como un niño encontrando un pozo sin fin de dulces. Todo el piso lleno de sangre, como detalle, tus piernas fueron ralladas con el sacacorchos, y una sonrisa maniática, viste como tragaba tu sangre riendo en tu cara llena de lágrimas. Pediste piedad, y cuando levantaste la mano para agarrar tu crucifijo, bajó tu mano con el sacacorchos, e hizo presión para que quede un agujero, del cual brotó sangre sin parar. Gritabas como un bebé, pidiendo piedad, y retorciéndote como una sabandija, y sacó tu crucifijo en el cuello y, apretándolo, casi te ahogas, aunque despiadadamente, eso te concedió la asquerosa vida, para seguir sufriendo. Le quedó la madera del crucifijo marcado, el cual quedó tirado en el piso, cayendo al río. Con el sacacorchos, te abrió sutilmente la mano, y brutalmente, en cuestión de segundos, se vieron tus tendones al aire, mientras gritabas y llorabas, pedías misericordia, y rezabas a tu dios que te salve de tu tortura. Con el sacacorchos, agarró los tendones como helado con una cuchara, y de un brusco movimiento, quedaron arrancados, mientras que toda tu sangre derramada se mezcló en el oscuro traje del misterioso ser. Escuchaste la risa demente, la cual se mezcló con tus gritos de dolor y de piedad, gritabas, esperando que un evento afortunado la salvara. Tus lágrimas y saliva se mezclaron con la sangre del suelo que al mismo tiempo se mezclaban con el traje. Estabas tiritando como un chihuahua a punto de morir de miedo, y de tanto asco que sufriste, vomitaste, pero en ese momento tu asesina te sostuvo la cabeza llenándote de sangre, haciendo que te ahogues, y a poco de hacerlo, terminas de vomitar sangre, te levantas bruscamente, pero tu cabeza está amarrada, haciendo que te cortes la mejilla. La sangre caía por todas partes, era un festín, y en el momento en el que pediste que pare, con una sonrisa, clavó el sacacorchos en su estómago, y fue abierto lentamente, cuando llegó a determinado punto del estómago, vomitaste sangre, tanto que te ahogaste, y lo último que viste, fue como eran arrancados tus órganos mientras se oía una risa demente de placer, y llena de lágrimas, pudiste dormir en paz. Tengo que admitir que fue muy divertido.