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  • Lolita (parte 2)
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  • Entró al baño, el cual conectaba a su pequeña sala de torturas con su propia habitación, cerró con doble cerrojo el acceso y tomó una rápida ducha antes de acceder a su cuarto. Escogió el primer atuendo que encontró y dio un fugaz vistazo en el espejo, su apariencia resultaba sumamente ordinaria, cabello castaño que apenas le llegaba a los hombros, estatura promedio, peso promedio, no era una belleza pero estaba lejos de resultar desagradable, se mezclaba bien entre la multitud y eso era conveniente. Continuará... Fuente : Categoría:NRHT Categoría:Mentes trastornadas Categoría:CC
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  • Entró al baño, el cual conectaba a su pequeña sala de torturas con su propia habitación, cerró con doble cerrojo el acceso y tomó una rápida ducha antes de acceder a su cuarto. Escogió el primer atuendo que encontró y dio un fugaz vistazo en el espejo, su apariencia resultaba sumamente ordinaria, cabello castaño que apenas le llegaba a los hombros, estatura promedio, peso promedio, no era una belleza pero estaba lejos de resultar desagradable, se mezclaba bien entre la multitud y eso era conveniente. A pesar de su hobbie de fin de semana, sabía aparentar normalidad, nunca transformaba en presas a sus compañeros de aula por más tentador que resultara, ni siquiera para aquellos encuentros de “sexo normal” que tenía a menudo a causa de su ninfomanía, sí, ella también era esclava de sus instintos terrenales. Era algo que simplemente no podía evitar, había descubierto la masturbación a los 8 años y no la había abandonado desde entonces, aunque, por supuesto, con tantas presas disponibles ya no le era tan necesaria. Además Internet lo simplificaba todo, había miles de sitios dedicados a “conocer” personas, llenas de hombres y mujeres, solitarios y desesperados por un poco de atención. No, no todos terminaban en la sala de torturas, tan sólo los que desquiciaban a Lolita, aquellos cuyas vidas no parecían tener sentido, aquellos que nadie extrañaría y que incluso su ausencia beneficiaría al mundo. De ellos apenas el 20% eran mujeres, díganle feminista, lesbiana o lo que gusten, pero a ella no le gustaba asesinar mujeres aunque de vez en cuando conocía a alguna que lo pedía a gritos. Odiaba la escuela, odiaba no tener a alguien con quien poder hablar de su hobbie y sus perversos pensamientos, alguien a quién decirle “Hey, ¿ya viste a ese chico? Me encantaría darle por el culo hasta escucharlo gritar, destazarlo y conservar su cabeza disecada sobre mi cama.” Pero no, nadie podría entenderla. Aún recordaba vívidamente cuando fue sorprendida por su madre jugando inapropiadamente con sus muñecos y como le explicó exasperada que no era normal que Barbie embutiera su mano en el trasero de Ken, la pequeña Lolita había usado el gesto más tierno de su repertorio pero en esa ocasión no funcionó y Santa no volvió a traerle muñecos, jamás. Un par de años más tarde, gracias a Internet, descubrió que su madre se equivocaba y que para algunos aquello sí era normal. La clase era sumamente aburrida y prefirió concentrarse en uno de sus pasatiempos preferidos, calcular la longitud de los penes de los chicos del aula, había desarrollado un método que rara vez fallaba, examinar el tamaño de sus manos, pies y rasgos faciales, un hombre podía tener manos gigantescas pero si todos sus rasgos eran pequeños podría llevarse una gran decepción, en cambio si poseía una nariz larga o grande podía tener un muy buen trozo de carne entre las piernas. Su rápido escaneo la llevó a la conclusión de que el mejor dotado debía ser Mateo, un sujeto introvertido de cabellera alborotada, demasiado delgado pero que cumplía perfectamente con las características necesarias, lo recorrió lentamente con la mirada imaginando como se vería completamente desnudo, en cuclillas con las muñecas atadas a los tobillos y los ojos vendados, su pecho moviéndose agitadamente por el temor y a pesar de eso su enorme falo presentando una gigantesca erección. Lo abofetearía con fuerza para comenzar, pisaría sus delgadas piernas con sus tacones de aguja hasta hacerlo sangrar, se colocaría detrás de él mordiendo con fuerza su cuello introduciendo un dildo en su ano sintiendo la resistencia de esa pequeña cavidad no explorada… Detuvo aquella visión, era demasiado, salió del aula y se dirigió directamente al baño, bajó sus pantalones y ropa interior en tiempo récord, buscó en su bolsa hasta encontrar el pequeño vibrador que llevaba siempre para esos casos de emergencia, lo encendió y recorrió con él su clítoris ya bastante excitado, lo deslizó hacia su húmeda vagina y lo movió frenéticamente adentro y afuera conteniendo sus gemidos para no ser descubierta hasta conseguir un orgasmo apresurado que no la satisfizo del todo, pero al menos la mantendría controlada unas horas. Continuará... Fuente : Categoría:NRHT Categoría:Mentes trastornadas Categoría:CC