PropertyValue
rdfs:label
  • La sayona
rdfs:comment
  • Cuenta la historia que hace mucho tiempo vivía una mujer muy hermosa llamada Melisa. Desde muy joven Melisa había tenido la peculiaridad de ser celosa. Melisa creció y se casó con un hombre muy bueno, que era incapaz de herir a nadie. Poco tiempo después tuvieron un hermoso hijo. Pero en su pueblo, que está en la región de Los Llanos, había un hombre de mala fe: mentiroso y mujeriego que se enloquecía por ella. Este la espiaba cada día mientras ella nadaba desnuda en el río. Un día lo descubrió. -¿Qué haces aquí espiándome?... Aunque de ti me lo podía esperar- le dijo Melisa.
dcterms:subject
abstract
  • Cuenta la historia que hace mucho tiempo vivía una mujer muy hermosa llamada Melisa. Desde muy joven Melisa había tenido la peculiaridad de ser celosa. Melisa creció y se casó con un hombre muy bueno, que era incapaz de herir a nadie. Poco tiempo después tuvieron un hermoso hijo. Pero en su pueblo, que está en la región de Los Llanos, había un hombre de mala fe: mentiroso y mujeriego que se enloquecía por ella. Este la espiaba cada día mientras ella nadaba desnuda en el río. Un día lo descubrió. -¿Qué haces aquí espiándome?... Aunque de ti me lo podía esperar- le dijo Melisa. A lo que este mintió: -No estoy espiando, yo vine a advertirte, mujer. Tu hombre te está cambiando por otra... Tu marido te está traicionando con tu propia madre. Melisa palideció y salió corriendo hacia su casa. Al llegar allí encontró a su esposo, pero la mujer, en un estado de furia, prendió fuego en su propia casa en la cual se encontraban su esposo y su bebé de 9 meses. Desde lejos se podían escuchaban los llantos del bebé y los gritos del esposo, pero para cuando llegaron los vecinos, ya era demasiado tarde. Mientras los vecinos se lamentaban, Melisa había llegado a casa de su mamá, a la cual le contó lo que había hecho y el porqué lo hizo. La madre estaba horrorizada y le dijo que ella no la había traicionado. Pero su hija no le creyó; la madre huyó hacia el patio, pero Melisa la atacó con un machete, perforándole el vientre. Esta, antes de morir, la maldijo: -Jamás te mentí y tú cometiste el peor pecado: matar a tu propia madre... Pero yo te condeno, sayona. Desde entonces, se cuenta en el pueblo que a los hombres mujeriegos se les aparece una hermosa mujer, quien les pide que le enciendan un cigarro. Pero no lo hagan, porque al hacerlo verán su espectral rostro... El rostro de la propia muerte y si no mueren del susto al ver esta horrenda cara, ella los acosará tomando diversas formas hasta producirles un infarto, hacer que se caigan por un barranco, mueran en un accidente o cualquier otra muerte horrorosa. Categoría:Leyendas urbanas Categoría:Fantasmas Categoría:Mentes trastornadas