PropertyValue
rdfs:label
  • Arami the silent ghost
rdfs:comment
  • Yo... Fui uno de los testigos cercanos a esa cosa que todos mencionan, y espero que lo que diga no les perturbe como a mí... No soy más que un joven amante de esas tonterías paranormales y eso, porque sabía que no eran más que mitos; todo era mentira... Con sus manos intentó abrir mi pecho: forcejeé y pateé con furia para quitarla de encima mío, cuando siento que in líquido resbala y cae de mi torso. Grito con fuerza, mi hermano entra a la habitación; esa cosa ya había desaparecido. Volví a cerrar los ojos... - Arami -Llamó su madre.- ¿Te encuentras bien? - Vinimos por ti.
dcterms:subject
abstract
  • Yo... Fui uno de los testigos cercanos a esa cosa que todos mencionan, y espero que lo que diga no les perturbe como a mí... No soy más que un joven amante de esas tonterías paranormales y eso, porque sabía que no eran más que mitos; todo era mentira... Hasta aquella noche. Algo extraño se movía en las sombras de mi habitación, creí que era el viento. Oí pasos de ritmo variado venir hasta mi cama y abrí los ojos con miedo a lo que pudiese encontrar. Allí, en frente de mí, estaba una extraña chica (si humana la puedo considerar) con un máscara blanca. La miré unos segundos antes de que me atacara. Con sus manos intentó abrir mi pecho: forcejeé y pateé con furia para quitarla de encima mío, cuando siento que in líquido resbala y cae de mi torso. Grito con fuerza, mi hermano entra a la habitación; esa cosa ya había desaparecido. Volví a cerrar los ojos... Cuando los abrí, me encontraba en el hospital. Pude comprobar que tenía el pecho cocido; el doctor me había dicho que algo o alguien había intentado abrirlo para tomar mi corazón, según la posición de la herida. Me extrañó que en todo el tiempo que estuve internado, mi hermano no había venido a visitarme... Pero cuando volví a casa, mis preguntas se respondieron solas. Estaba él, destripado en el suelo, con los labios cosidos. No sabía cómo asimilarlo, y me mantuve en silencio admirando la escena. Un recuerdo de lo que había sucedido aquella noche pasó por mi mente, y corrí a mi habitación dando tumbos. La recorrí rápidamente con la mirada, deteniéndome en un papel ensangrentado sobre mi cama. Lo tomé, y leí... "I see you"... Nunca olvidaré esos ojos vacíos. Arami era una adolescente que vivía sus dieciséis años como cualquier otra, sólo que a ella no le gustaba salir mucho. Vivía solamente con su madre, pues su padre había fallecido en guerra hace mucho, y ella no le contaba mucho sobre él. - Arami -Llamó su madre.- ¿Te encuentras bien? - Sí, mamá, estoy bien... -La joven subió a su habitación y sacó una pequeña caja oculta en su armario. Cuando era pequeña, se la había quitado a su madre apenas tuvo oportunidad. Al abrir la caja sacó una vieja foto de su padre, de cuando había ido a la guerra por primera vez... - ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no estás a mi lado...? Comenzó a secar las lágrimas que resbalaban por sus mejillas hasta caer de su mentón. Al lado de la foto estaba una carta de su padre escrita hacia su madre; nunca la leyó pensando que podía ser malo... Esa era su rutina diaria. A los días, Arami bajó de su habitación como siempre, para pasar el tiempo con su madre, pero la encuentra en la puerta hablando con unos sujetos. Militares, aquellos que se había llevado a su padre cuando era joven. Arami se quedó viéndolos desde la escalera y empezó a subir lentamente y en silencio, esperando no ser notada; la madre buscaba detenerlos para que no entrasen a la casa, pero uno de ellos la sostuvo: buscaban llevarse a Arami a la guerra de la misma forma que a su padre. Era una chica, sí, pero estaba en condiciones y era necesario. Asustada, la adolescente se encerró en su habitación y aseguró la puerta con llave, buscando que no lograran entrar aunque ella sabía que serviría de mucho. Los sujetos comenzaron a golpear y patear la puerta, y al cabo de unos segundos lograron abrirla... - ¿¡Quiénes son ustedes!? -Preguntó, aunque ya sabía la respuesta. - Vinimos por ti. Uno de los militares noqueó a la joven para que dejase de oponerse. Cuando la madre de Arami le vio inconsciente y siendo llevada casi a rastras por los hombres, comenzó a llorar a gritos... Al despertar, Arami se encontraba en la enfermería del servicio militar. Vio a una enfermera, e intentó llamar su atención. - Señora... -Pero la mujer no respondía.- ¡Señora! ¡Señora, míreme! - ¿Militar? ¿¡Militar!? ¿En dónde está mi madre? ¿¡Dónde está!? -Estaba alterada, miraba en todas direcciones en busca de la mujer. Pero la enfermera empezó a reír en su cara... "Ella no te escuchará", dijo, y lanzó aquel uniforme. Miró hacia un lado, encontrándose con la foto de su padre en una mesita. La tomó y la guardó en su bolso, se vistió con esas ropas y salió así. Había varios jóvenes. Al parecer, ella era la única mujer en el lugar... Un chico se le acercó, hablaron, comenzaron a llevarse bien; al poco tiempo se ayudaban el uno al otro y ante los ojos de los demás, eran hermanos. Una la noche, al terminar sus entrenamientos, el enemigo atacó. Las bombas caían del cielo hacia su base. Una de ellas iba directo hasta su amigo, por lo que Arami corrió lo más rápido que pudo hacia él, deteniéndose sólo cuando una de las muchas balas que la atravesaron perforó su pierna. Cayó retorciéndose de dolor, perdiendo energías, y desde el suelo vio a su amigo ser destripado por el misil. Se encontraba demasiado grave como para levantarse, pero aún así lo logró. Intentó levantar a su amigo, a su hermano, cuando escuchó el grito de retirada de parte de los enemigos, que ya no aguantaban las defensas de la base. Cerró los ojos mientras sentía como el humo y la pólvora carcomían sus ojos y sus pulmones... Fueron llevados a la enfermería. Cuando Arami pudo abrir los ojos, estaban rojos, hinchados, y todo su cuerpo estaba cubierto de vendas. Para cuando se encontraba en completa lucidez, aguantó el dolor y se levantó de un salto, corriendo a la habitación en la que le indicaron estaba su amigo. Al entrar, sólo pudo ver cómo cubrían la cara de aquel hermano con un pañuelo... - Lo siento, jovencita, pero estaba demasiado grave como para poder sobrevivir. Arami intentó llorar, pero sus ojos ardían sólo con humedecerse por sus propias lágrimas. Cuando su madre pudo ir a verla, se encontró con su niña vendada y de ojos irritados, por lo que comenzó a llorar y la abrazó. Para cuando estuvo sola, fue a la habitación que alguna vez le perteneció a ella y a su hermano. Se quitó las vendas y detalló la gran cicatriz que escondían en su abdomen; se vistió y admiró las fotos de ella y su amigo. LA sirena comenzó a sonar otra vez. Un humo extraño comenzó a llegar desde el exterior, por lo que se puso una máscara anti-gas y salió. Casi todos sus compañeros estaban tirados en el suelo, y ante la presión que le causó la imagen, sus ojos comenzaron a sangrar sin control. Corrió lejos, la herida de su pierna empeoraba a cada paso; se escondió en una casucha y allí, en los vidrios rotos, detalló su reflejo. Sus manos y su rostro manchados por su propia sangre, la cual tomaba un color negruzco al igual que sus ojos. No se detuvo a pensar, tenía que huir. Tomó un vehículo miliar y con él volvió a casa. Al mirar la puerta de entrada se alegró, pero al entrar fue diferente... Toda la alegría desapareció. Su madre estaba tirada en el suelo, bañada en sangre, con una nota pegada en su mano y escrita con el mismo líquido rojo. "Mi hermosa niña... Te quiero", leyó. Arrugó aquella nota y la lanzó lejos de sí. Tiempo después, algunos oficiales de policía irrumpieron en la casa, encontrándos con Arami llorando junto al cuerpo de su madre. Intentaron llevársela del lugar, pero ella los pateó y corrió a su habitación. Por más que intentaron, no pudiron sacarla, así que los policías se llevaron el cadáver. Encerrándose en la casa, Arami dio su mirada con una aguja e hilo. No iba a hablar, no les diría nada. Aguantando el dolor que apenas le importaba, comenzó a coser su boca, y para cuando terminó, cubrió su obra con una de las viejas máscaras que guardaba entre sus cosas. Saltó de la ventana y se encontró con la visión del entierro de su madre en las mismas tierras en las que se hallaba su hermano. Observó todo el proceso desde lejos, con la máscara puesta. Cuando todo terminó, no se molestó en acercarse. Volvió a casa, buscó entre los cajones de su madre y dio al fin con un arma. La tomó, la cargó, apuntó a su cabeza y cerró los ojos. Jaló al gatillo, y su cuerpo calló a su cama escurriendo de la herida aquel líquido negro... Tres días pasaron, nadie supo de ella. En el mismo lecho de muerte, Arami comenzó a moverse y se levantó como si rebosara de vida. No recordaba nada, quizás por el shock del disparo; los conocimientos de quién era, o de por qué estaba allí no estaban. Al encontrar la foto de ella y de su hermano, pudo recordar el porqué... Debía matar a todos. Categoría:Fantasmas Categoría:Mentes trastornadas Categoría:CC