abstract | - (Lo siguiente es una conversación por chat) Yo: Oye Seba, ¿tú conoces el libro “Amores que matan”? Seba: No, no sabía que los amores mataban. Yo: Shafjkhjkfd, deja de hablar weas. Seba: Dime ¿Qué haces? Yo: Hablando contigo xD. Seba: Tu amigo Sebastían está muerto. Yo: Deja de hablar mamadas. Seba: Me imagino que no me crees. Yo: Exacto. Seba: Tú eres el idiota que no me cree. Sufrió mucho. Yo: Wtf. Seba: Eso le pasa por jugar a la ouija. Yo: Seba, maldito ¿qué hiciste? “Chat desconectado. Puedes enviarle un mensaje a Sebastián”. Al día siguiente supe que Sebastián había muerto; obviamente cuando "hablé con él" esa noche, no era quien yo creía. Supuestamente había tratado de invocar a su abuelita fallecida, en compañía de unos amigos. Atormentado por las dudas y deseoso de aplacarlas, cometí un estúpido error: adquirí un tablero de ouija e invoqué al espíritu que se había hecho pasar por Sebastián, por lo menos así lo llamé. El espíritu jamás me respondió, pero cuando me conecté al chat de Facebook me acosó con preguntas extrañas e inquietantes sobre si quería compartir el destino de Sebastián. Paralelamente, y desde entonces, aunque parezca increíble y me tomen por loco, veo el rostro de mi difunto amigo en las expresiones de los extraños, de mis amigos, de mis familiares, incluso, en el espejo del baño...
|