| rdfs:comment | - La noche era fría, esa gélida brisa soplaba en la cara de Jim, su antiguo nombre. Pues la sangre abundaba en su boca, el cuerpo: ese tentador torrente carmesí corría chorros de su cuello. La máscara de “Anub” (como le apodaban) se había manchado completamente. Su máscara; tenía una forma peculiar, un perro, parecido a Anubis. De cuero, dejando a descubierto la boca. No tenía importancia, siguió bebiendo hasta que se detuvo. Tuvo un presentimiento que alguien lo miraba desde las sombras, inmutable era su estado. No era nada solo una rata.
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| abstract | - La noche era fría, esa gélida brisa soplaba en la cara de Jim, su antiguo nombre. Pues la sangre abundaba en su boca, el cuerpo: ese tentador torrente carmesí corría chorros de su cuello. La máscara de “Anub” (como le apodaban) se había manchado completamente. Su máscara; tenía una forma peculiar, un perro, parecido a Anubis. De cuero, dejando a descubierto la boca. No tenía importancia, siguió bebiendo hasta que se detuvo. Tuvo un presentimiento que alguien lo miraba desde las sombras, inmutable era su estado. No era nada solo una rata. Miraba su cena terminada con disgusto mientras que cerraba su máscara, se fue escalando el callejón que tenía cerca; su pelo rizado y blanco se movían sin parar, pero la sangre era una corrupción para su estómago. Corroía sus fuerzas, reposando hasta el amanecer, el bello amanecer. Cuando la madrugada acudía a él, sus pesadillas fueron rondando su mente, hasta que se encontró con el hombre que lo transformó en eso, esa, cosa, esa, bestia, esa. Pútrida Cosa.
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