abstract | - Tinieblas (Tinieblas en Hispanoamérica por el anime, Night Shade en inglés) es un movimiento de tipo fantasma introducido en la primera generación.
- Manuel Leal (June 8, 1939), better known as Tinieblas ("Darkness"), is a Mexican luchador.
- El despertador marca las 4 de la madrugada. Mi cumpleaños ha pasado. Presto atención al silencio de la casa. El silencio es algo muy curioso. Me refiero al verdadero silencio. Parece lleno de todos los ruidos que no están ahí. Recuerdo que esa noche faltaba un sonido. Faltaban muchos pero sobre todo ese. Los ronquidos de mi padre. Me levanto. Bajo muy lentamente la escalera. Mi mano roza la barandilla. Me detengo. Noto algo mojado bajo mis pies. Me agacho y noto con los dedos el charco. Es espeso, viscoso, tibio. Levanto los dedos hasta la altura de mis ojos; están rojos, como si los hubieran sumergido en un esmalte de uñas. También hay sangre en la barandilla; moja la palma de mi mano mientras bajo los últimos escalones. Un ancho reguero de sangre se aleja en dirección al living. Veo formas en los sillones y en el sofá. Dos siluetas, desplomadas una contra la otra. Los han matado, tienen el cuello abierto. Un mar de emociones me invade, no sé qué hacer. Retrocedo pisando con los pies desnudos los charcos de sangre, entonces mi llanto es ahogado por una mano enguantada que aprieta con todas sus fuerzas. Intento forcejear, entonces el asesino se inclina y resuelve apretando un pañuelo contra mis labios. Un olor a químico, a la vez muy fuerte y muy suave. Intento gritar pero el pañuelo ahoga mis gritos. Tengo miedo. Tengo sueño. Abrí los ojos, pero no se veía nada. Movimiento. El ruido amortiguado del motor. Golpeé con las rodillas las paredes del maletero. Lloraba como no tienes idea. Tenía mucho miedo. Recuerdo la luz cegadora del sol cuando abrió el maletero. Me cogió en brazos y me hizo beber agua con sabor a medicamento. Cuando volví a despertarme, estaba tumbada en una cama de princesa en medio de una montaña de muñecas y peluches. La habitación, iluminada únicamente por un tubo de neón que me hacía daño en los ojos. Había un retrete, lo necesario para lavarse. Las paredes estaban en muy mal estado como las de una cripta. También había un pupitre lleno de libros viejos y una puerta, ese tipo de puertas que ni siquiera tiembla cuando la golpeas con el hombro. Un respiradero, a ras del suelo, dejaba entrar soplos de aire fresco. Olía a salitre y a moho. Me resultaba imposible calcular los días, los meses, los años ¡Dios Mío, los días y las noches siempre eran idénticos! La luz de neón marcaba el paso del tiempo. El venía a darnos clase y a jugar con nosotros. A veces nos dejaba agua y comida en abundancia y pasaban días hasta que volviera con otro interno para su guardería demencial. Recuerdos los sollozos que llegaban a través de los respiraderos. Así fue como supe que no estaba sola. Siempre había como mínimo veinte niños. Algunos morían cuando los privaba de alimento porque se habían portado mal. Otros sucumbían a causa de una enfermedad o una infección, como la pequeña Sofía, a la que había tenido que arrancarle los dientes uno a uno por culpa de los caramelos. Recuerdo sus gritos, como no recordarlos. También aquel día que por descuido dejo la puerta abierta de mi habitación. Un gigantesco pasillo y celdas, había muchísimas celdas. Intente abrir algunas, pero estaban encerradas con llave. Me puse de puntillas y logre ver por la mirilla a niñas y niños pequeños, incluso bebes. En las celdas del fondo vi chicas mayores y adolescentes. Al avanzar imaginaba a cuantos los había estrangulado en medio de la noche cuando estaban demasiado débiles o demasiado agitados, cuando gritaban horas y horas llamando a sus padres. El día que cumplían dieciocho, les preparaba una tarta cargada de droga. Después despedazaba sus cuerpos y los arrojaba al lago. Cruzaba habitaciones, subía escalones pero no encontraba la salida. Temblaba de hambre y miedo. Entonces encontré un sótano. Ahí estaba acabando de desollar a su víctima. Sabía que no tardaría en descubrirme, había una niña amarrada del cuello como si fuera un perro. Me suplico que la ayudara. Era tarde entonces, se giró y me vio. Al instante supe que nunca saldría de ahí. Con el tiempo tuve más libertad. Le ayudaba con la “limpieza”. Les amputaba los miembros, los desollaba y los vaciaba delante de mí. Tenía 17 años cuando lo hice. El día de mi cumpleaños, me obligo a despedazar a mi primer humano, calculo tendría 10 años, quizás menos. Lo había drogado con calmantes. Esa misma noche me encerró en una celda y supe que muy pronto me tocaría a mí. Así que forcé la cerradura y deje inconsciente a ese viejo asqueroso mientras dormía. Cuando volvió en sí, estaba atado con correas a una de las mesas donde deshuesaba a sus víctimas. Tardo más de cuatro horas en morir. Mientras lo despedazaba y su sangre formaba anchos regueros sobre la mesa, me predijo que me quedaría en la guardería y continuaría su obra. Las voces resuenan en mi cabeza. Repiten incansablemente el mensaje. Las escucho sin parar. Las tinieblas se cierran sobre mí.
- El servidor Tinieblas es uno de los mundos localizados en Dofus.
|