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| - thumb|294pxEn quién sabe dónde, allí él se encontraba. Desorientado, yacido en el suelo al punto de parecer muerto. Pero, quizás para su suerte, está consciente. Luego de pasado varios minutos logra incorporarse, medio tambaleándose, esforzándose lo más que puede por mantenerse en pie. Su aspecto pálido, hombre, de no más de 27 años. Se encontraba en un ambiente totalmente oscuro, decir que no podía ver más allá de su nariz, hacía frío, por lo cuál logra intuir que dónde fuese que estuviese era lo bastante grande. No sabía con certeza cuanto tiempo había estado ahí, en absoluto no recordaba nada.
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| - thumb|294pxEn quién sabe dónde, allí él se encontraba. Desorientado, yacido en el suelo al punto de parecer muerto. Pero, quizás para su suerte, está consciente. Luego de pasado varios minutos logra incorporarse, medio tambaleándose, esforzándose lo más que puede por mantenerse en pie. Su aspecto pálido, hombre, de no más de 27 años. Se encontraba en un ambiente totalmente oscuro, decir que no podía ver más allá de su nariz, hacía frío, por lo cuál logra intuir que dónde fuese que estuviese era lo bastante grande. No sabía con certeza cuanto tiempo había estado ahí, en absoluto no recordaba nada. Lo primero que hizo apenas pudo, fue revisar en sus bolsillos, por desgracia sólo encuentra unos cigarros, y encendedor. Abre el paquete de cigarros rubios, quita uno de los pocos que allí se encontraban, los cuales eran cinco, los vuelve a guardar en su bolsillo. Saca su encendedor, al prender la mecha, se dio cuenta más temprano que tarde que lo único que llego a iluminar fueron sólo dos metros más allá de la luz que le proporcionaba éste, luego se perdía en la intensa oscuridad abrazadora que lo rodeaba. Se volteó todavía con el encendedor en la mano, intentando ver aunque sea algo. Una total perdida de tiempo, incluso hasta se quemó las yagas de sus dedos por mantener demasiado tiempo la llama. Esto hizo que se le cayera el cigarro de su boca, que se agachó para recogerlo y notó algo extraño, sintió como sus dedos tocaban un líquido un poco espeso. Alzó sus dedos hasta la altura de su nariz, por el olor deduce rápidamente que se trataba de sangre, y no simplemente sangre, sangre coagulada. Prendió su cigarrillo, para disuadir el olor a sangre pútrida que le había quedado impregnada. Sin dudas no iba a ser algo fácil de olvidar. Con la luz que le proporcionaba el encendedor trata de seguir el rastro de ella en cuclillas. Llegó hasta cierto punto, luego el rastro cesó de un modo poco claro. Avanzó por la misma dirección en la que había terminado el rastro, con lo cual termina por tropezar con una pared, inmensa, de un color grisáceo opaco, al igual que el suelo. Pega un alarido seco, no había notado la presencia de ésta. Fue extraño, no recordaba que su voz fuese tan aguda. Pronto esos pensamientos fueron obstruidos por una voz, no quedaba en claro que decía, la voz le resultaba extrañamente familiar y los susurros eran cada vez más intensos, podía oír más claramente la voz que repetía: "Te veo, te veo". Aunque no podía saber con exactitud de donde provenían. Empezó a ponerse paranoico, ya no se sentía solo. Alguien o algo lo estaba observando. Corrió hacía ningún lugar, sin encontrar una salida, seguía y seguía, no quería detenerse, entonces lo ve, algo resaltaba dentro de esa profunda oscuridad impenetrable, una silueta. No sabe por qué lo hizo, pero se aproximó hasta ella, olvidándose de todos sus miedos. Al estar casi al punto de tocarlo, se dio cuenta de que estaba de espaldas suyo. No pasó mucho hasta que esta extraña silueta se diese vuelta y mostrara la cara. Era el horror personificado, sus peores miedos pudo verlos a través de sus ojos blancos como la luna, desorbitados, de su boca frívola se escuchan unas palabras: "Te veo". En ese momento se empalideció y desmayó. Al tiempo, despierta, no recuerda nada. Intenta levantarse con mucha dificultad, registra sus bolsillos, y tan sólo encuentra un paquete de cigarros y un fiel encendedor. Quita uno de los cigarrillos del paquete, que tan sólo quedaban cuatro de ellos. Y prosigue a encender susodicho encendedor. Sin comprender que sucede, sintiendo un vacío de olvido profundo. Mi propia autoría.
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