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| - thumb|272px De todos los planetas del Sector Vidar que podrían haber caído en manos del ¡Waaagh! de Mekánikoz Pizatripaz, Antax era el peor. Como uno de los principales Mundos Forja del Sector, era un sueño hecho realidad para cualquier Zakeador Orko: un lugar atiborrado desde sus catacumbas hasta su estación orbital con todo tipo de tecnología arcana, por no mencionar los estantes llenos con miles de enormes armas de disparo. Incluso teniendo en cuenta que una buena proporción del armamento que los Orkos lograsen robar acabaría sin duda destruido por los Mekánikoz (debido entre otras cosas a su método de experimentar fusionando varias armas en una, para ver qué ocurre), la caída de Antax fue una catástrofe para el Imperio. Las líneas de suministro de centenares de regimientos de la Guardia Imperial y de una docena de Capítulos de Marines Espaciales quedaron cortadas, y además el enemigo iba a poder usar esas mismas armas contra sus legítimos dueños. Así pues, el Capitán Donatos Aphael de los Ángeles Sangrientos decidió responder, y pese a que sus Hermanos de Batalla estaban muy desgastados tras haber tomado parte en la batalla contra el Mundomáquina Necrón, abortó su viaje de vuelta a casa y puso rumbo hacia Antax. Cuando la Barcaza de Batalla Filo de Venganza y su Crucero de escolta llegaron a la órbita del Mundo Forja, en seguida se hizo evidente a ojos de los Ángeles Sangrientos que la batalla había alcanzado una escala cataclísmica. La atmósfera exterior del planeta estaba anegada por los negruzcos restos de incontables naves espaciales a la deriva, algunas pertenecientes a la flota de defensa de Antax, otras claramente de manufactura Orka. Las naves pielesverdes destruidas eran muchas más que las de la flota del Adeptus Mechanicus, lo cual significaba que los defensores de Antax se habían batido bien antes de ser masacrados. Al parecer, las únicas naves Orkas supervivientes habían aterrizado en el planeta, o bien se habían estrellado a poca distancia de las enormes torres de la Forja Prime del Adeptus Mechanicus (un objetivo demasiado goloso para dejarlo pasar). En respuesta a las órdenes de Aphael, la Filo de Venganza varió su órbita en torno al planeta y descargó un cegador bombardeo que hizo trizas a las naves Orkas estacionadas en la superficie. Los cielos eran ahora de los Ángeles Sangrientos.
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