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  • Relato No Oficial Imperio: Sangre y Sal
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  • Hiram levantó la vista de los binoculares. Es un buen espectáculo, aunque demasiado desagradable, pensó. Se levantó de su posición, al este de la playa, mientras seguía observando, aunque sobre todo escuchando, como los operarios de bólter pesado se cebaban contra los cadáveres que yacían sobre la playa omega utilizando como pretexto unas “prácticas de tiro”. Tocó el hombro de su compañero, el cual estaba concentrado en observar por la óptica de su rifle de francotirador el citado espectáculo, instándolo a levantarse. Transmisión enemiga I. Encriptamiento desconocido. En casi todos. No fue así.
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  • Hiram levantó la vista de los binoculares. Es un buen espectáculo, aunque demasiado desagradable, pensó. Se levantó de su posición, al este de la playa, mientras seguía observando, aunque sobre todo escuchando, como los operarios de bólter pesado se cebaban contra los cadáveres que yacían sobre la playa omega utilizando como pretexto unas “prácticas de tiro”. Tocó el hombro de su compañero, el cual estaba concentrado en observar por la óptica de su rifle de francotirador el citado espectáculo, instándolo a levantarse. - Hay que moverse, al campamento, tenemos que volver de la patrulla en poco tiempo para informar o nos pasaremos un tiempo limpiando letrinas. No había pasado mucho tiempo desde la última ofensiva enemiga, y en mes y medio, habían perdido a la mayoría de los hombres. Hiram apenas llevaba un mes, todo un logro para cualquiera. Estaba estudiándose en el espejo de su tienda de campaña, un hombre de estatura media, maduro,barba de un mes, fuerte, aunque no musculado, con el uniforme de campaña sucio, a pesar de sus constantes esfuerzos por mantenerlo en las mejores condiciones posibles, un fusil de francotirador lleno de muescas, cortesía de su anterior dueño, un cadiano desconocido, una pistola bólter y una ya mellada espada sierra, ademas de un par de galones que cruzaban su torso, aunque sin más distinción. En ese momento comenzaron a sonar las sirenas y los altavoces a pregonar reunión general en La Montaña Roja, salió de la tienda, y el movimiento ya hervía en la dotación, francotiradores, artilleros, y servidores moviéndose de un lado a otro en un caos total. Las quejas por la inminente caminata plagaban el ambiente, así como el olor a pólvora e lho, se dirigió hacia su subordinado, Mark, un hombre de estatura media, flaco y joven, pelo negro azabache, mirada penetrante y comportamiento alegre y vivaz charlaba afablemente con otro explorador, un ratling - Yo solo digo, que si me pudieses conseguir un rifle lineal, tendríamos muchas más posibilidades. - Hiram lo cogió por las solapas de la guerrera, levantándolo en el aire y ahuyentando al ratling mientras hablaba en un tono bajo, severo, pero apenas audible para los demás: - Cierra la boca, sabes perfectamente de las visitas inquisitoriales y tu sigues empeñado en que te hagan desaparecer... ahora recoge tus cosas y ponte en marcha. El general Modestus Ajaccis contemplaba la escena compuesta por las defensas de la playa Beta desde la Montaña Roja mientras se decía: -Tanto... y no es suficiente... Mientras los basilisk maniobraban a sus espaldas y una enorme columna de gente ascendía por la montaña, una montaña alta y verde, deslumbrante, con un fulgor que solo podría darle un clima de lluvia perpetua, cosa que, desde la perspectiva actual, con un calor seco y desesperante, parecía imposible. La montaña se alzaba alta y orgullosa como un bastión persistente, contra todo lo que intentase atacarla. Modestus pasó revista a oficiales, comisarios, psíquicos... cada uno con los hombres a su cargo detrás, en perfecta y ensayada formación. Esperó a que se hiciera el silencio, y, con un tono más modulado por la experiencia, que por las tediosas clases de iteración. -Hermanos, hemos resistido durante dos meses en esta playa, hasta siete veces, hemos rechazado a los traidores, 48.000 hombres han caído, los que quedamos, tenemos el honor de considerarnos veteranos. Hoy, nuestros sistemas de espionaje, han detectado los principios de una ofensiva masiva por parte de nuestros enemigos. Un silencio sepulcral se adueñó de todos, hasta el mismo planeta pareció callar con ellos. Todos sabían lo que eso significaba. -Tenemos órdenes de resistir... Solo tenemos una esperanza. Pedir refuerzos, enviar una señal de ayuda y esperar que el emperador nos... La frase nunca se terminó; un fogonazo fué el prólogo de un estruendo proveniente de una explosión cerca de su bahía de ingeniería. El primero en salir de su estupefacción fue Modestus, seguido inmediatamento por los oficiales que eran viejos hasta en la veteranía. En apenas instantes, todo el mundo daba órdenes, cada cual con adornos e imprecaciones más variopintas, aunque todas coincidían en el propósito: Todos a sus puestos, preparaos para el asalto. Modestus, raudo como el rayo designó dos unidades del Tempestus como fuerza especial para investigar el epicentro de la explosión. Hiram comenzó la carrera seguido bien de cerca por Mark, estirando las piernas hasta el absurdo para intentar cubrir la distancia entre la montaña y su puesto en un tiempo razonable, cuando de pronto, un Taurox se paró y abrió la puerta derrapando ante ellos: -Se viene con nosotros, Hiram. Ladró un tempestus sin casco, rasgo que dejaba ver un rostro surcado por cicatrices que denotaba rudeza y algún atisbo de estupidez. -Olvídese, soy un francotirador, no un matón. Replicó Hiram. - Es usted uno de los miembros más experimentados de los que disponemos y vendrá con nosotros sin discusión posible; tómeselo como una orden y métase en el Taurox o lo metemos nosotros. -Sí, señor... Mark, tome mi fusil y vaya colocándolo en mi posición, no tardaré. Tan pronto como se hubo sentado en el Taurox, un fuerte olor a sudor y combustible atacó sus fosas nasales como un puñetazo. Tan pronto se hubo recuperado de tal impresión, desenvainó y empezó a preparar su espada sierra,para, acto seguido, hacer lo propio con su pistola bólter. El trayecto fué corto y bastante silencioso, exceptuando los sonidos del exterior, el regular zumbido del motor y un par de palabras intercambiadas en la jerga de los tempestus, cosa que provocó, que una vez más, Hiram se sintiese como un extraño. El taurox paró; los tempestus se levantaron y prepararon sus armas, con Hiram imitándolos, se abrieron las puertas y todos salieron en perfecta formación, casi mecánica. La escena era la epítome de la entropía, escombros, fuego y una enorme columna de humo gris eran lo único que se podía distinguir desde fuera del cráter, los tempestus se colocaron sus respiradores, y entregaron uno a Hiram, el cual, se lo puso sin dificultades. Durante aproximadamente media hora se entretuvieron removiendo ferrocemento, vigas de diversos metales y toda clase de restos destrozados de lo que antes era un edificio sólido y resistente, hasta que Hiram encontró algo... -¡Maldición, que es eso! Era como un torso, o un cuarto del mismo, una masa de carne y hueso pulverizado del tamaño de una cabeza, aunque mas ortogonal que esta, con cuatro costillas destrozadas y torcidas, cada una mirando hacia un lado distinto, mientras que la mitad de la carne estaba chamuscada y cauterizada, la otra mitad todavía tenía sangre, buena parte de ella seca ya. El que iba al mando corrió hacia el taurox volviendo al cabo con una caja de plastiacero, la abrió y esta liberó un humo blanco y frío, nitrógeno líquido, presumiblemente. Metió el hallazgo en la caja y activó los cierres herméticos, acto seguido conectó un tubo procedente de otra máquina y volvió a llenarla de el fluido anteriormente citado. El tempestus volvió a hablar, aunque habiendo perdido su chulería y su talante anterior, era capaz de disimularlo para que la mayoría de los presentes no notasen nada. -Esto es más que suficiente, nos volvemos; podría haber otro artefacto y nuestro deber es preservar y entregar nuestro hallazgo, muertos no servimos de nada, Nerrak, pida a alguien más prescindible para seguir buscando, el resto, al Taurox. Comenzaron el camino de vuelta mientras comenzaba a anochecer. El general trazaba planes con sus oficiales, jugaban con números que bien podían ser balas, tiempo, vidas... Tanto daba, al final, era otro juego, aunque perdiesen, de los allí presentes no moriría ninguno; se replegarían, se les asignarían más hombres, más números para jugar y especular y el ciclo se repetiría, para ellos y para sus contrapartidas enemigas. -Si nos centramos en defender solo la playa, les estamos cediendo la ciudad ¡hay que reforzar el canal!- Gritaba con vehemencia uno de ellos. -Si perdemos la playa, les estamos dejando una vía de entrada al interior, y te recuerdo que este es su planeta y lo conocen mejor, empezarán una guerra de guerrillas, desbaratarán nuestras líneas de suministros y morirán miles antes de tener la oportunidad de disparar su rifle láser- Contraargumentaba Modestus. -Y si perdemos la ciudad, nos aplastarán por la retaguardia y perderemos la playa igual- Te cedo cien toneladas de refuerzos, distrubúyelos como quieras- Cuando el oficial se disponía a agradecerlo, unos nudillos golpearon la puerta. -Soy Gamelian, de los Tempestus, traigo algo que podría interesaros. Tras un cuarto de hora de historia más bien poco objetiva y atribuyéndose más mérito del debido, o al menos del merecido, Modestus los despachó,y el debate con sus oficiales se enardeció de nuevo, ya no hablando de números, sino de traición. Tras el tiempo suficiente para constatar que no se trataba de un ataque directo, los oficiales fueron ordenando el normal funcionamiento de la guarnición, aunque se dobló la guardia. Los oficiales fueron convocados a la montaña roja, y tras una hora se estableció que todo había sido de un atentado suicida, Modestus ya no quería mentir a sus hombres, los que quedaban ya habían tenido más oportunidades de huir y no lo habían hecho.Los oficiales comunicaron la noticia a sus tropas, todo el mundo mantenía un ojo abierto sobre sus compañeros. Tras unas horas tensas, aún en la noche profunda, se escucharon disparos en el centro-oeste de la población, la zona de los barracones. Acudió parte de la guarnición, mientras que los demás se preparaban por si recibían la orden de atender sus puestos. Cinco guardias imperiales fueron los primeros en llegar al barracón, donde aún resonaban los disparos, pero solo uno salió. Tras abrir la puerta se vieron sorprendidos por una ráfaga láser, dos cayeron muertos mientras los otros se apresuraban a volcar mesas para usarlas de cobertura; cuando pudieron fijarse con detenimiento, vieron que las literas estaban llenas de los cadáveres de sus camaradas asesinados, y que en el suelo, alzando su pistola láser contra la cobertura del agresor, y tapándose una herida en los intestinos de la cual manaba sangre como si fuese un surtidor con la otra mano, presentaba estoica resistencia un cadiano, sus disparos fueron los que habían alertado a la guardia, un héroe imperial. El traidor volvió a disparar, el del suelo murió y otros impactos se perdieron en el contrachapado del barracón. Los tres guardias restantes decidieron sacarlo de su escondite por las malas, y apretando los dientes, alzando el fusil, y con pasos lentos y comedidos comenzaron a avanzar en una formación vagamente parecida a un triángulo. El traidor volvió a descubrirse, disparando con una aleatoriedad sorprendentemente efectiva, y los guardias devolvieron el fuego con ferocidad, aunque uno más cayó muerto y su enemigo llegó a esconderse detrás de unos barriles ya bastante agujereados, su cobertura. -Creo que le he dado, voy a comprobarlo, cúbreme, dijo uno mientras apuraba el paso, mientras el otro se pegaba más a su punto de mira. Cuando el guardia que avanzaba dobló la cobertura, se encontró con un hombre herido en el suelo, bien parecido a el, pero con unos rasgos más estilizados, flacos y propios de su planeta que de cadia, además de unos ojos ardientes de odio y una pistola láser apuntándole a la cara; el cadiano no tuvo tiempo ni de entender la escena. Kael, el guardia que quedaba vió el fogonazo y los sesos de su compañero salpicando la pared. Comenzó a avanzar, pero en lugar de rodear la cobertura, le desplomó los barriles encima de una patada y saltó con el cuchillo en la mano contra el traidor, haciendo gala de un salvajismo que no sabía que tenía. El traidor no pudo ni defenderse. Cuando Kael salió del barracón ya había más guardias fuera, decidiendo qué hacer, hasta que se percataron de su presencia, momento en el que todas las armas se volvieron contra el. Kael tiró la suya y solo murmuró -Está muerto, 54 bajas, 55 si contamos al traidor- como preludio para contar la historia de lo que vió en el barracón. Las armas bajaron y comenzó un interrogatorio relativamente suave. Tras prácticamente un día entero, los nervios de la guardia se habían crispado y resquebrajado debido a los rumores de traición, levantando muchas suspicacias, las cuales se propagaban como una mala infección, llegando hasta el punto de haberse cometido un par de acusaciones en voz alta que fácilmente hubiesen acabado con láseres de por medio de no ser por un comisario que comenzó a amenazar con una ejecución sumaria, y lo peor estaba por llegar. -Por el Emperador, con qué me atormentaréis ahora- suspiró Modestus tras haberse visto obligado a bajar de su cama para atender un "asunto urgente" por el cual los Magos Tecnologis lo habían hecho llamar, hablando de "conceptos difíciles" en un dialecto propio de los adeptos de Marte que apenas se parecía ya al bajo gótico. -Creo que hemos captado unas transmisiones del enemigo, señor, empezaron hará apenas diez minutos, los desencriptadores hacen lo que pueden, pero el cifrado parece difícil- Decía el líder de los Magos, con una áspera voz metálica, sin duda fruto de uno de sus cientos de implantes mecánicos. -Eso he de decidirlo yo, déjeme ver los registros escritos- Replicó Modestus, todavía molesto por la interrupción de su sueño. Registro escrito de transmisiones 78245.0.M41 Campaña Cécala, Comandante Modestus, Defensa modelo Balar't playa Omega. Transmisión enemiga I. Encriptamiento desconocido. 465N-9742Q3-95K76J22-689L75F3-612JW1268-32817Y9812O-1976T65B672Z... De la pantalla seguían surgiendo números y letras aparentemente inconexos. Modestus se dió cuenta y tras ponerse pálido y enterrando cualquier vestigio de sueño que pudiera quedarle, dijo. -No está encriptado- Todos se volvieron hacia el con expresión interrogativa. -¿Que?- replicó el de mayor rango, tras lo cual, la noche se tornó en día durante unas décimas, unos fogonazos provenientes de más allá del horizonte consumieron vorazmente la oscuridad, para luego desaparecer, y finalmente, dejar paso a un estruendo atronador, heraldo del infierno. Modestus murmuró -Son coordenadas...- Aunque ya daba igual, nadie alcanzó a oirlo. Hiram despertó con la sensación de haber dormido bajo una cegadora Tau, los que estaban de guardia corrieron gritando por el campamento de francotiradores y artilleros, los cuales salvaron la vida por su posición apartada de los barracones del grueso de la tropa. La gente salió de sus tiendas, sobresaltada, solo para ver como los obuses comenzaban a llover sobre sus compañeros que dormían en suelo llano. Los primeros impactaron de lleno en muchos barracones cercanos a la playa, donde descansaba el grueso de la tropa, los francotiradores y artilleros se sintieron aliviados, ya que el infierno se desataba a pie de calle, lejos de ellos. Se oían los fuertes silbidos de los proyectiles, precediendo a salvajes explosiones; tras las cuales, trozos de metralla volaban en todas direcciones para asegurarse de terminar el trabajo. Los puestos que no habían sufrido castigo, se organizaron rápido, con ayuda de sistemas de puntería, los sobredimensionados cañones láser hicieron fuego sobre obuses en vuelo, haciendo que estallasen en el aire, mientras que los mas valientes o locos se apresuraban a bajar la colina para recoger heridos y organizar a los supervivientes, dirigiendo a ambos hacia los puestos elevados, dotados de enfermerías y apartados de la zona de fuego. Con toda la confusión, pocos vieron los aerotransportes que los sobrevolaban, y mucho menos la ristra de hombres con paracaídas antigravitatorios que descendía desde ellos. Hiram, que ya había recogido a Mark, corría con el fusil a la espalda hacia la tempestad de hierro para rescatar heridos; sus radios comenzaron a transmitir, era Modestus. -Todos a sus puestos, nos atacan, y por dios, que esos hydras espabilen y se fijen en los paracaidistas, o es que estáis ciegos. Acto seguido los Hydras comenzaron a rugir, escupiendo proyectiles de la mitad del tamaño del hombre medio en chorros de fuego amarillo que se cruzaban entre si como si el cielo se tratase de un campo lleno de aspersores, siguiendo un preciso compás marcado por la batuta de los sistemas de puntería, pulverizando docenas de paracaidistas en segundos; si un hydra te impactaba no sobrevivías, desaparecías entre una neblina roja y fragmentos de hueso y vísceras. Hiram y su discípulo ya se encontraban a pie de calle, corriendo entre ruinas y explosiones; ocasionalmente se encontraban pequeños grupos de compañeros reagrupándose y organizándose para ponerse a salvo lejos, los gritos y las explosiones colmaban el ambiente de tal forma que el oído se convirtió en un sentido inservible, la gente se comunicaba a gritos y con burdos signos que apenas se diferenciaban unos de otros pero que de alguna manera se daban a entender. Un obús cayó peligrosamente cerca, derribando a Hiram y a Mark, pero inintencionadamente salvándoles la vida, ya que una plancha de metralla cortó el aire, a media escuadra de guardias imperiales que solo estaba corriendo hacia una posición segura y a su sargento, antes de quedarse clavada en el edificio; ya tenían heridos que llevar a la enfermería. Los magos tecnologis corrían de un lado a otro, Modestus había ordenado que un Taurox Prime fuese a recogerlo. Los nervios le revolvían el estómago y le corroían la cordura, pero el se empeñaba en reprimirlos y en seguir gritando órdenes a todo lo que pudiese recibirle. Miró por la ventana, y vió que en horizonte seguían surgiendo fogonazos, los cuales, daba la impresión, no acabarían nunca, y solo masculló una breve maldición dirigida a los que lo habían despertado solo para darse cuenta de lo obvio cuando el daño ya estaba hecho. Kael despertó debajo unos cascotes, bajo los cuales no recordaba haberse dormido, el ambiente era desolador, se metió en su armadura antifrag, cogió un par de granadas, el cuchillo y su rifle laser, y salió a la carrera de los barracones. Levantó la vista y en unos segundos fué consciente de lo que pasaba, una escuadra más o menos bien organizada pasó a su lado a corriendo con las cabezas agachadas, el sargento dió la orden de que se detuviesen levantando su puño cerrado al lado de su cabeza y gritó a Kael -¿Perdido, chico? Hay que salir de aquí, nos está cayendo una buena paliza, el sitio más seguro está junto a los puestos elevados ¿Donde está tu escuadra?- A lo que Kael se limitó a encogerse de hombros y señalar a un charco de sagre que fluía de debajo de los restos de su barracón. -Tienes un sitio en la 482, amigo, mantén la cabeza gacha, sigue las órdenes y quizá sobrevivas- Respondió el sargento. -Soy Kael, por cierto, y gracias, señor- Replicó el soldado. -Yo soy el sargento Grafion, y estos son Aureus, Todal, Mitros y Tolrrus, el resto están muertos. El grupo reanudó la marcha entre las ruinas, esquivando explosiones y sin detenerse. Mark llevaba un cadiano sin piernas a la espalda y mantenía la otra mano libre para apoyarse y despejar un camino entre los escombros, mientras que Hiram, el más fuerte de los dos, llevaba un dos cadianos, uno al cual la metralla solo había lanzado con violencia contra un muro, desmayándolo y pulverizándole la antifrag como consecuencia, pero que aún se mantenía entero, y otro cadiano, o la mitad de uno, que seguía vivo y gritando, pero con las tripas colgando y resbalando por la espalda de Hiram, ya que lo cargaba en el hombro. Los últimos 200 metros los habían aguantado bien, pero el cansancio ya les hacía mella, y aún quedaba salir del núcleo de la ciudad y realizar el ascenso a la posición, cosa que prometía un gran agotamiento. De repente, comenzaron a oír un zumbido, el cual se hacía más fuerte por momentos. Tras unos instantes, Hiram se dió cuenta -Baja la voz, son paracaídas antigravitatorios, deja al herido en el suelo y vayamos a echar un vistazo, como hayan tocado tierra cerca de nosotros, estamos jodidos- Susurró Hiram mientras dejaba los dos cuerpos. Tras una inspección un poco más detenida se dió cuenta de que el que estaba partido ya había muerto, pero el otro solo seguía dormido. Se cubrieron detrás de unos escombros con las pistolas bolter en la mano y los fusiles en la espalda; a tan corta distancia no servirían, Hiram asomó la cabeza y vió un grupo de siete paracaidistas reagruparse, uno tenía un brazo roto debido al aterrizaje y otro empalado en una viga de los escombros, gritando como un poseído. Los paracaidistas sanos decidieron abandonar al de la pierna rota, y mientras discutían que hacer con el de la viga, el que parecía el líder le puso su pistola láser en la cabeza y disparó. Hiram susurró -O les atacamos por sorpresa ahora y confiamos en que el emperador esté con nosotros, o tratamos de coger a los heridos y escondernos, me gustaría conocer tu opinión, así si nos matan no será solo culpa mía Mark sintió como le sudaban las manos y la adrenalina comenzaba a fluirle por todo el cuerpo; era joven y no quería morir. -Creo que deberíamos intentar salvarlos, al fin y al cabo es a lo que hemos venido- Dijo con un atisbo de dolor en el orgullo, por no haber tenido el valor de enfrentarse a esos hombres. -Muy bien, huiremos entonces- Dijo Hiram con condescencia. Tras volver con los heridos y ponerle una inyección de analgésicos al que le faltaban las piernas para que no gritase o gimiese de dolor durante el trayecto, comenzaron a correr agachados por una de las calles paralelas, con la esperanza de que no los viesen, y tras doblar un par de esquinas, con obuses estallando a su alrededor, pensaron que su discrecion ya estaba asegurada, y comenzaron el ascenso hasta su puesto. Kael y la 482 se dieron cuenta, aún entre todo el caos y la confusión, que alguien había disparado, y muy cerca; tras doblar una esquina, vieron un par de figuras ataviadas con uniforme de francotirador que cargaban heridos al hombro desapareciendo por una de las calles colindantes en actitud de subterfugio; sin duda, escondiendose de alguien. Grafion los reunió, poniéndose en cuclillas y dijo -esto huele mal, creo que vamos a encontrarnos con esos paracaidistas de los que hablaban por comunicación, Tolrrus, ve a echar un vistazo, te cubrimos desde la esquina. Tolrus sintió el sudor frío que anunciaba un mal destino y respondió. -S... Si, señor. -Venga chico, no me hagas esperar, Aureus, acompañame a cubrirle desde la esquina, el resto quedáos aquí, si escucháis disparos, os venís a reforzar la esquina; Tolrrus, si te disparan, corre como alma que lleva Slaanesh hasta nuestra posición y no mires atrás, venga, en marcha. Las órdenes se cumplieron a rajatabla, el último en llegar a su posición fué Tolrrus, el cual, agazapado entre unos bloques de rococemento rotos, comenzó a escuchar voces; no hablaban en alto ni en bajo gótico, pero su idioma estaba claramente inflluenciado por este último debido a los milenios en los que el planeta se mantuvo fiel, hasta el punto de que Tolrrus podía entender que alguien de la tropa recriminaba a su sargento haber disparado sobre un compañero, y que este le respondía ofreciéndole el mismo destino. Tras asomarse lo mas ligeramente que pudo, distinguió cinco figuras, equipadas en un termino medio entre tempestus y guardias normales, ayudándose los unos a los otros a quitarse de la espalda el paracaídas gravítico, mientras que el líder colocaba algún tipo de dispositivo en el suelo. En un seis contra cinco ganarían solo si los tomaban por sorpresa y tenían una buena dosis de suerte, ellos estaban mejor equipados. Cuando Tolrrus estaba a punto de volverse para informar, vió como del cielo descendían cuatro más, y entonces se dió cuenta, lo que colocaba el sargento era una baliza, un hydra abrió fuego sobre los que descendían, haciendo desaparecer a uno de los paracaidistas y desestabilizando a otro, que haciendo varios giros sobre si mismo mientras descendía en ángulo, dió con la espalda contra una columna que se alzaba entre las ruinas de un edificio, quedando partido a la mitad; eso dejaba siete soldados mejor equipados y probablemente entrenados que ellos, además de los que estuviesen por llegar contra seis. Tras hacer el rápido cálculo mental, Tolrrus se dió cuenta de que no había forma de ganar y se dió la vuelta para volver a informar, cuando un disparo láser pasó a dos palmos de el y empezaron a gritar en su deformado idioma, lo habían visto. Grafion comenzó a disparar desde su esquina, con Aureus preparado para disparar mientras su sargento recargaba, tal y como ordenaba el apartado 726 del Manual del Soldado, "fuego de cobertura". Kael y los demás comenzaron a correr a ayudar en la esquina, mientras que Tolrrus corría a toda velocidad, dejando caer su rifle láser y preocupándose por salvar la vida, mientras los láseres crepitaban y dejaban olor a quemado a su alrededor. Mark y Hiram habían dejado a los heridos en la enfermería, Mark se encendía una varita de lho y Hiram, ya tumbado en su puesto y peinando las calles con el fusil, lo llamaba -Mark, acércate, tira esa porquería que fumas y utiliza tu fusil, no me gusta dejar el trabajo sin hacer, y por nuestra culpa ahí abajo hay una patrulla teniendo problemas. Mark se resignó, apagó el lho dejándolo para luego y se tumbó en su posición, puso el ojo en la mira. Mirase donde mirase veía explosiones castigar la tierra, fuego de hydra partir el cielo e infinidad de escuadras pugnando por su supervivencia en medio de aquel infierno. Hiram dijo - vector dos, subsector 14, cuarta manzana empezando por la derecha, calle izquierda- Mark siguió sus instrucciones con total precisión y reconoció la zona por la que habían pasado minutos antes, ahora había más paracaidistas, un guardia corriendo a toda velocidad por la calle y más guardias devolviendo el fuego contra los paracaidistas desde una esquina, así que solo dijo secamente -Abro fuego a tu señal- Hiram tomó aire, y lo fué soltando a medida que iba apretando el gatillo. Tolrrus seguía corriendo, apenas le quedaban quince metros, cuando un disparo lo alcanzó en la espalda y lo derribó de cara al suelo, pero no estaba muerto, la antifrag había hecho su trabajo y solo tenía una enorme y fea quemadura, en lugar de un agujero cauterizado. Tras darse la vuelta, vio a todos los paracaidistas en coberturas y formación de combate, algunos disparandole a el y otros a sus compañeros, sacó la pistola láser y disparó, ya dándose por muerto, pero falló, volvió a disparar, pero con los mismos resultados, la esperanza lo abandonaba, pero de repente, primero una, y luego otra cabeza de los paracaidistas reventaron; ambos bandos quedaron perplejos, y la cabeza de otro estalló en el aire, el sargento gritó una orden, y todos sus hombres se tiraron al suelo, Tolrrus comenzó a arrastrarse hacia atrás, los paracaidistas intentaron correr en retirada, los guardias salieron de su cobertura y los acribillaron desde detrás, y los francotiradores desde su posición; todos murieron en segundos. Tolrrus consiguió levantarse, y dispuesto a recorrer los pocos metros que lo separaban de su escuadra comenzó a hablar -Parece que todo ha pasado, después de todo, ha estado cerca, joder, por un momento pensé que- la frase nunca terminó, puesto que un obús le cayó encima, lanzando a toda la escuadra al suelo. Tras levantarse y recomponerse, continuaron la marcha con el ánimo destrozado por la experiencia. -Bien, Mark, parece que vas aprendiendo algo; cúbreme desde aquí mientras bajo a buscar más heridos- dijo Hiram, y tras sacar su pistola, sin siquiera recoger su rifle de su posición, bajó la loma de nuevo, esta vez con algo más de sensación de seguridad por saber que tenía la espalda cubierta. Modestus acababa de bajar del Taurox y ya se encontraba en su búnker con sus oficiales, mientras que en las paredes se proyectaban transmisiones en directo de los combates que estaban teniendo lugar entre paracaidistas y guardias, de sus placas de datos no dejaba de surgir información como municiones disponibles, estimaciones de bajas, y un sinfín más de datos logísticos importantes. Sus oficiales discutían que hacer; mientras que la columna vertebral del ejercito; los soldados de a pie, se encontraban peleando y muriendo en cantidades alarmantes por cada palmo de ciudad mientras llovía infierno, los blindados no podían hacer nada para intervenir; enviarlos ahí abajo sería una locura, un leman russ era demasiado grande; sus posibilidades de que uno de los mortales obuses le cayese encima eran estratosféricas; lo mejor que podían hacer los blindados era ascender a la Montaña Roja, junto a los Basilisks, los Hydras, los oficiales y algún que otro Wyvern. Modestus se aclaró la voz y llamó la atención de los oficiales, que discutían acaloradamente -Quiero una sonda que nos de las coordenadas exactas de la procedencia de esas baterías para ayer, y sobre todo, quiero enviar un mensaje. Todos se pusieron manos a la obra, los del munitorum lanzaron un grupo de sondas en dirección al horizonte que se alzaba sobre el mar, donde aún resplandecían disparos de enormes cañones y los del Telepatica y el Tecnologis comenzaron, cada uno por sus propios medios, a lanzar mensajes de ayuda dictados por Modestus en todas direcciones, con la esperanza de que alguien los oyese. La capitana Arbetiz se encontraba revisando por quinta vez el rumbo de la Omnio Sapere, nave insignia de los Martillos de Wikia, leyendo placas de datos y revisando las ecuaciones hechas por sus subordinados; no le gustaba dejar cabos sueltos, cuando su oficial de comunicaciones entró en la sala; un hombre bajo, algo entrado en carnes, principios de canas, piel oscura, tostada, propia de un marino o un granjero y un implante biónico verde que sustituía su ojo derecho que portaba una placa de datos pegada al pecho en un gesto de respeto. Cuando Arbetiz se dio la vuelta el hombre la saludó con un gesto marcial y habló -Capitana, hemos recibido una transmisión del planeta Cov'as, enviada por el general Modestus; creo que debería verlo. Arbetiz se acercó a el oficial, cogió la tabla de datos y leyó un mensaje; apenas tres líneas, claro y conciso: "Aquí el general Modestus transmitiendo a cualquier fuerza armada del Adeptus Administratum que pueda recibirnos; la defensa de la playa Omega, está cayendo; los refuerzos son insuficientes; necesitamos ayuda urgente o todos los hombres morirán. Que el Emperador esté con nosotros." Tras ponerse tensa, Arbetiz habló con su voz clara y firme -Avise a Eledan; digale a los oficiales que empiecen a preparar un nuevo rumbo pero que no lo ejecuten hasta recibir la orden. -Modestus, creo que debería ver esto- dijo uno de los oficiales del munitorum acercándole una pequeña pantalla que reflejaba lo que captaban las cámaras y sensores de las sondas. Era una plataforma en medio del océano, del tamaño de cuatro manzanas de calles, y con docenas de cañones parecidos a los hydras, pero anclados a la plataforma, sin chasis movil, y cinco veces mas grandes que estos disparando proyectiles sobredimensionados hasta el absurdo sin cesar. En la esquina superior izquierda de la pantalla surgían números y letras; las coordenadas de esa posición. Modestus habló; complacido por, al fin, poder hacer algo útil. - Es la hora; coordinad un ataque de todos nuestros basilisks y nuestro deathstrike sobre esa posición; van a arrepentirse de haberse desvelado. Uno de los munitorum se acercó y dijo -Pero señor, esa plataforma es enorme, los basilisks son potentes, pero no estoy seguro de que hagan nada- A lo que Modestus replicó -No harán nada, pero evitarán recibiendo las contramedidas destinadas al deathstrike- El munitorum se quedó pensando y susurró -Brillante... En menos de cinco minutos, un enjambre de disparos de basilisk surgía como el bramido de un dios enfurecido, surcando el cielo con un misil deathstrike entre ellos. En la plataforma, los cañones no dejaban de disparar, utilizando un sistema de alimentación consistente en una gigantesca cinta de las enormes municiones enrrollado en un tubo macizo de metal colocado en posición horizontal y paralelo al cañón que iba soltando cinta a medida que disparaban, pero sin embargo, había una parte tecnológica más discreta en todo aquello, ya que todo el sistema estaba claramente automatizado, necesitando humanos solo para mantenimiento y descargar las naves que iban y venían en un trajín de acarrear municiones, pero no se veían los motores que movían la enorme estructura por ningún sitio. Cuando los artilleros se dieron cuenta de los disparos que se cernían sobre ellos, dejaron todo lo que estaban haciendo y comenzaron a buscar refugio y lanzar contramedidas, varias docenas de pequeños explosivos redondos del tamaño de un puño, salieron volando desde unas torretas que salpicaban en bunker buscando explosivos enemigos que detonar, y todos se estrellaron contra proyectiles de basilisk, pero solo un par de estos reventaron en el aire, el resto cayeron sin piedad sobre la plataforma, la cual comenzó a desmoronarse, y justo en ese momento, el deathstrike impactó. La estructura gimió con un sonido grave de hierro al doblarse y rococemento al reventar por la torsión. Durante un momento todo quedó en silencio salvo por unas pequeñas rocas deslizandose al caer de su sitio... Y los pilares empezaron a colapsar, cayendo de uno en uno, hasta que toda la estructura se vino abajo, sepultando ese monstruo de cemento y metal en el vasto océano. -Cambiad el rumbo, nos movemos a Cov'As, tenemos que ayudar en esa campaña, no toleraremos esa traición ante nuestros ojos; designo para la misión a Skarus Nyder y los hombres de su compañía que crea convenientes, Skjor, tu los acompañarás, y lleváos un puñado de exploradores; suelen demostrar su utilidad- Dijo Eledan con su firme y apremiante voz, los Capitanes asintieron, la oficial Arbetiz realizó un saludo marcial y comunicó por su intercomunicador al puente que se cambiase el rumbo y todos se apresuraron a cumplir las ordenes y prepararse para el combate. -Justo en el blanco, señor.- Dijo uno de los Munitorum. Modestus vió las imágenes transmitidas por las sondas; se dió por satisfecho al ver la monstruosidad que los había castigado caer. Tras permitirse respirar hondo por primera vez desde el inicio de la acción abrió el canal de voz de las divisiones de blindados -Aquí Modestus a las unidades mecanizadas, tenéis vía libre, su artillería no volverá a disparar, despejad las calles de sus soldados de asalto y poned en marcha el plan cinturón de acero. El plan cinturón de acero, parido meses antes, consistía en poner todos los blindados disponibles en el paseo marítimo, mirando hacia el agua, con pequeños espacios (un metro aproximadamente) entre ellos que se rellenaría con coberturas para la tropa destinados a crear una línea defensiva lo más sólida posible; si eso caía, se pasaría al combate calle por calle, y en último caso, la defensa de la montaña. El sargento Ankor miraba las calles desde la escotilla de su Leman Russ Punisher; había estado en campañas salvajes, pero ninguna tan cruenta, no hay peor odio que el odio entre hermanos, y en una guerra civil, eso abunda. Su vara de lho ofrecía un pequeño lucero en medio de la oscuridad nocturna, y el traqueteo constante del motor creaba una especie de modorra en el oficial veterano. Su piloto habló por su canal de comunicaciones cerrado. -Entramos en zona roja, se esperan enemigos en 30- Ankor apagó el lho, cerró la escotilla y echó un vistazo al interior de su tanque. El artillero estaba concentrado en la mira, buscando enemigos con una concentración máxima, el amunicionador, sentado sobre una caja de balas, rezaba a un icono de un santo imperial con cara de puro terror; probablemente sería su primer combate, y el piloto, con unos ojos rápidos y tristes, marcados por la tragedia y el paso del tiempo viendo horrores y carnicerías, lucía una expresión de cinismo puro y asco, pero se concentraba en su tarea. Tras ponerse la gorra de oficial en su calva cabeza, ajustarse la guerrera y sentarse en su puesto, Ankor comenzó a mirar las pantallas distribuídas delante de su silla y a juguetear con los joysticks que le daban control de los bólters pesados que llevaban las barquillas laterales. Tras unos segundos más de avance, llegaron a una calle en forma de T, el blindado paró y todos comenzaron a buscar enemigos en la calle; cuando estaban a punto de pasar de largo, por no haber visto nada, unos escombros resbalaron desde el segundo piso de uno de los amasijos de rococemento que anteriormente habían sido edificios y golpearon sobre el chasis de un vehículo destrozado, provocando un fuerte sonido metálico que contrastaba con el silencio nocturno que se había cernido sobre el lugar tras el bombardeo, solo interrumpido por disparos más o menos lejanos. -Pasad un sensor térmico por el edificio, preparaos para el combate. Tras cumplir las órdenes con diligencia, el piloto vió varias señales de calor en el edificio, unos 15, presumiblemente. Todos trataban de esconderse y cubrirse, pero fué fútil. El cañón punisher comenzó su ritmo letal, con el sonido de los bólteres haciendo la percusión. No disparaban contra nada en concreto, solo contra el edificio y todo lo que pudiese estar dentro, pero todos sabían que no habría supervivientes. Una súbita explosión interrumpió su aleatorio exterminio y una nube de fuego envolvió el interior del tanque. Ankor se despertó tendido en el suelo, le dolía todo a la vez y nada en concreto. Vió su tanque con un enorme agujero en un flanco, sus múltiples cañones doblados y retorcidos hacia abajo, y una de sus orugas suelta a unos seis metros de el, del chico de las municiones no había ni rastro, el artillero era un amasijo de carne ardiendo, y el piloto estaba tendido sobre el suelo con un hilo de sangre manándole de la boca. Cuando intentó incorporarse se dió cuenta de que algo no iba bien, y al levantar la vista lo confirmó; le faltaban ambas piernas, y aún así, podría considerarse suertudo por haber sobrevivido a una explosión del depósito de municiones de su tanque, su veteranía le dijo que eso era obra de una bomba de fusión, se la habrían colocado mientras se centraban en disparar. Un error tan básico y pueril era inaceptable. Tres paracaidistas enemigos se acercaron a rematarlo, intentó sacar su pistola de su funda, pero le fallaron las fuerzas, así que tragó saliva, se puso lo más firme que pudo, aún en el suelo, y cerró los ojos. El piloto, llamado Nubar, se despertó de su desmayo después de que una ráfaga de disparos láser sonasen peligrosamente cerca, lo primero que vió al abrir los ojos fué el edificio contra el que estaban disparando momentos antes, derrumbado y con sangre saliendo de varias grietas; nadie habría salido vivo de ahí. Después vió su tanque, horriblemente mutilado, y al girarse, vió a su sargento muerto, con varias heridas láser echando humo en el pecho y sin piernas, y tres paracaidistas alejarse. Nubar era rencoroso y amargado con los que le habían hecho daño, cínico y de pocas palabras con quien no conocía, y distante pero fiel a sus amigos; pero en todos los casos, era tranquilo. En casi todos. Una ira ciega comenzó a apoderarse de el, intentó coger su pistola, pero no la encontraba por ninguna parte, habría quedado dentro del tanque. Su brazo derecho estaba destrozado, pero seguía unido a su cuerpo, y esto se hizo patente al intentar alcanzar su cuchillo con dicho brazo y tener que resistirse a gritar del dolor. Agarró el cuchillo con la siniestra, se levantó, escupió sangre que comenzaba a acumularsele en la boca y corrió hacia los paracaidistas decidido a morir matando. No fue así. En el tiempo en el que tardaron en volverse, uno de ellos ya tenía un palmo de acero en la nuca, otro intentó levantar su fusil, pero a tan corta distancia fué inútil, ya que de un codazo en la cara perdió el control y cayó, con Nubar encima rebanándole la garganta. El otro, un novato, disparó una ráfaga, un disparo hizo impacto, en el brazo inutilizado; Nubar rugió de dolor y le tiró el cuchillo sin ningún tipo de elegancia ni efectividad, rebotó en la antifrag del paracaidista, pero esto no le importó, ya que se lanzó a dar puñetazos con su brazo izquierdo hasta que lo derribó, el novato se veía avasallado por tanta furia, intentó sacar su cuchillo, mientras el tanquista seguía descargando un frenesí de odio contra su cara. Consiguió liberarlo, pero Nubar interpuso su brazo derecho en la trayectoria cortante que se dirigía a su cuello, tras lo cual comenzó a propinarle cabezazos hasta que el paracaidista se desmayó. Tras esto, se levantó, agarró un escombro y lo hundió varias veces en la cabeza de su enemigo, hasta que la convirtió en algo más parecido a un melón roto que a un cráneo. Se sentó al lado de un edificio y comenzó a pedir extracción médica para un herido. -Y recordad, ¡Por el Emperador!- Terminaba la última de las letanías el capellán Skjor. En todo el escuadrón de naves se repetían sus palabras mediante unos vocoemisores, mientras los marines bajaban a la atmósfera del planeta. Skarus preparaba sus armas y miraba al suelo, algunos marines hablaban, y el hermano-explorador Raszak miraba por una de las ventanillas un inmenso mundo azul oscuro y verde claro; el paisaje le hubiese parecido bonito, pero no tuvo tiempo ni para pensar en eso, el sargento les apremiaba a comprobar las armas y dedicar sus pensamientos al emperador, pero Raszak pensó en lo turbador de unas horas antes, el momento en el que a Gurni, otro explorador, le habían comunicado que no podría formar parte de esa campaña debido a sus heridas. Gurni había quedado malherido tras enfrentarse a un noble orko hacía unos días estándar; una garra de combate había estado a punto de partirlo por la mitad, pero el capitán Drastos pudo impedirlo con un rifle de plasma bien apuntado. Cuando se había enterado de que no podría ayudar en Cov'As no se lo había tomado bien, se puso furioso, y con cada sacudida provocada por el enfado, parecía que su cresta naranja y sus tatuajes tribales contribuían a darle una expresión de ira, pero tras una charla a solas con el capellán, de la cual nadie menos ellos sabía que palabras se pronunciaron, Gurni se tranquilizó y pareció entenderlo. Todo pensamiento sobre el suceso se desvaneció cuando la voz del piloto de la stormbird resonó entre el sonido de las turbinas. -Cinco minutos, preparaos para el despliegue, esperamos que nos reciban ráfagas antiaéreas desde el mar, agarraos fuerte. Sonaron armas al ser amartilladas, Skarus levantó su martillo por encima del hombro, y Skjor balanceó un par de veces el Crozius, probándolo contra un objetivo inexistente. Skarus abrió el canal de comunicación a todas las stormbirds y habló -Efectuaremos el despliegue en uno de sus puestos avanzados, desde allí coordinan ataques; eso dará algo de tiempo para que la Guardia se recomponga, después de la acción les ayudaremos a preparar una defensa eficaz, y, finalmente, utilizaremos esa defensa. Ya sabéis lo que hacer. ¡Forjaremos una nueva era! Los demás completaron la frase -¡Por el Emperador! El plan había funcionado, el enemigo no había logrado sus objetivos, pero aún quedaba la incógnita de si finalmente el enemigo desembarcaría o no. Mark y Hiram habían pasado la noche evacuando heridos, y cuando el alba comenzó a despuntar se cobraron su bien merecido descanso exterminando a los ya pocos paracaidistas que quedaban. Cuando el último murió, todos acudieron a sus puestos de acuerdo al plan cinturón de acero. Modestus se permitió el placer de calmarse y relajarse por primera vez en horas, aunque mantuvo un ojo abierto. Kael seguía con su nueva patrulla adoptiva, a los cuales comenzaba a conocer cada vez mejor; se habían apostado en una duna de la playa, una posición algo más avanzada que la de el resto del cordón; posiciones como la suya aprovechaban casi todas las dunas de la playa, ya que ofrecían una excelente cobertura natural. A ellos les había tocado utilizar un bolter pesado; Aureus y Todal lo operarían, los demás servirían para utilizarlo si uno de los dos moría, cosa prácticamente segura, y para proporcionar algo más de fuego. Pero para Nubar, era algo distinto, se despertó con los rayos de sol bañándole la cara, era alguien con una edad difícil de calcular, por un lado parecía joven, pues aún estaba en forma y poseía vigor, pero su cara era el rostro de un amargado y alguien a quien la vida había tratado mal, con ojos verdes, piel entre blanca y gris, bien por la poca higiene bien por su ascendencia. Su pelo estaba rapado al cero, y su expresión seguía siendo de odio lento y tranquilo, pero inexorable hacia todo. Tras intentar incorporarse, el dolor le tocó todas y cada una de sus terminaciones nerviosas, miró a su alrededor y vió que estaba en un hospital de campaña hecho de lona y soportado por varas metálicas; se esforzó por no mirar los desastres que yacían en otras camas y concentró sus energías en levantarse; necesitaba moverse aunque solo fuese para saber que seguía vivo. Tras superar el dolor fué consciente de que algo no iba bien, y sus pensamientos se volvieron hacia su brazo. Giró la cabeza muy lentamente, temiendo lo que se podría encontrar, y vió un brazo metálico unido a su torso; no lo identificaba como suyo, pero ahí estaba. Quiso cerrar la mano, pero lo único que se cerró fueron unos dedos metálicos que no eran los suyos. Comenzó a bucear entre todas las desgracias que le habían sucedido, fué sintiéndose cada vez mas triste, quiso llorar, ya que tenía una razón más para odiar el mundo, pero no pudo. Se acordó de su familia, de todas las oportunidades que tuvo y desperdició, las pandillas, la primerz vez que asesinó a alguien, el reclutamiento forzoso, la primera vez que salió de su planeta, primer xeno que vió. Todo esto se entremezclaba en su cabeza y antes de desmayarse alcanzó a ver los dispensadores automáticos de sedantes vacíos. La plataforma era francamente vasta, cubría un par de kilómetros cuadrados de océano; estaba a rebosar de aviones de combate, blindados y soldados, las primeras Stormbirds ya habían aterrizado y ya había marines de la primera entablando combate. En apenas segundos entraría en acción la séptima desde el lado opuesto de la plataforma, e irían cerrando el cerco. Skjor ya estaba al frente de los veteranos, blandiendo su temible crocius entre los aterrorizados soldados, mientras que Skarus estaba a punto de tomar tierra. Los exploradores, tan solo cinco, habían bajado detrás de los veteranos, uno de ellos comenzó a disparar un bolter pesado, y los demás cargaban al combate con pistolas y cuchillos. Raszak accionó su escopeta y siguió a sus compañeros, dos soldados se interpusieron en su camino intentando frenarlo con sus bayonetas, pero de un solo disparo de la potente escopeta se convirtieron en una agujereada masa roja y humeante. Tras quitárselos del medio, vió como uno de los cazas intentaba despegar, aún en medio de todo ese caos, y que otros pilotos, intentaban seguir su ejemplo. Disparó su escopeta contra el que ya estaba realizando la maniobra, pero los proyectiles no lograron penetrar el blindaje, el disparo solo sirvió para que el piloto acelerase más rápido hacia el extremo opuesto. Al ver lo inútil de esto, corrió hacia otros pilotos que todavía preparaban las naves. Skarus vió el caza acercarse, disparó con su pistola de plasma un par de veces, pero no consiguió pararlo, el había sido el primero en desembarcar y los devastadores tardarían un par de minutos, debía darse prisa. Agarró su martillo firmemente y con ambas manos y dejó que se acercase, hasta que estuvo a un par de decenas de metros. En ese momento lanzó el martillo, el cual pasó reventando el fuselaje, los circuitos y al piloto de la nave antes de salir echando chispas por el otro lado. Tras apartarse de su trayectoria, los restos de la nave cayeron al mar. Recuperó su martillo y comenzó a dirigir la maniobra. Raszak había saltado dentro de la cabina antes de que uno de los pilotos hubiese sido capaz de cerrar la compuerta, este se movía por un fuerte miedo a la muerte. El explorador cargó y el piloto disparó su arma. Falló. Tras hundir un par de veces el enorme cuchillo destrozando el torax del piloto, salió del caza y se apresuró a reunirse con su escuadra, algunos blindados enemigos comenzaban a movilizarse y a dar problemas, así que agachó la cabeza y corrió. Skjor, cargó con su propulsor de salto contra un blindado enemigo; parecido a un dreadnought, pero con un piloto entero y capaz de salir de el a voluntad, además de que sacrificaba blindaje en favor de la velocidad. Allí los llamaban revians. El revian lanzó un golpe horizontal barriendo el aire con su garra de combate, pero Skjor fué más rápido, gracias a su propulsor se colocó encima del ingenio y comenzó a atacarlo con su crozius, pero el blindaje era muy fuerte. El aparato comenzó a moverse con intención de tirar a Skjor, pero este, mucho más hábil, dejó una granada perforante sobre el y se bajó colocándose en la parte de atrás del blindado. Tras la explosión el revian se quedó quieto, comenzó a salir humo de dentro, una portezuela blindada se abrió desde el blindaje trasero y salió un piloto en llamas, solo para encontrarse de frente con una imagen que le heló la sangre. Skjor lo partió a la mitad con un gesto y cargó contra las filas enemigas. El agua estaba en calma, la guarnición se permitía incluso charlar más o menos animadamente, pero no se movían de sus puestos. El ataque que esperaban, no se producía, y empezaron a circular rumores sobre marines espaciales que acudirían en su ayuda, pero nadie sabía nada con seguridad . Desde la óptica del fusil de Hiram se podía apreciar una míriada de servidores que llevaban raciones de combate a los soldados; pues estos no podían moverse de sus puestos ni para comer. Algunos guardias se afanaban en cavar pequeñas trincheras y fosos de tirador en la parte mas extensa de la playa; todo era insuficiente. Mark habló -Señor, enfoque la óptica térmica y el amplificador de sonido hacia el horizonte, coordenadas 71H8127- 9172Y ¿estos cacharros se han estropeado? Hiram siguió las indicaciones, a sus oídos llegaban sonidos confusos y molestos, difuminados por la distancia, y por la mira veía que cada ciertos segundos, la temperatura subía en un punto muy lejano. -No se han estropeado, Mark, eso es una batalla, comuníqueselo a un oficial superior, no entiendo que pasa más allá de esa maldita línea de océano. Nubar había logrado incorporarse y andar unos metros, pero cayó al suelo tras unos pasos, desequilibrado por el peso de su brazo metálico a causa de lo débil que estaba. Un médico apareció y trató de calmarlo, pero Nubar seguía furioso y haciendo caso omiso a las indicaciones del médico se levantó de nuevo y comenzó a andar, hasta que salió de la tienda. Estaba en un risco, y veía toda la playa desde el este. Había una considerable dotación de artillería y tiradores especializados moviéndose y atendiendo sus tareas con sorprendente inteligencia, donde el extraño era el hombre que a duras penas conseguía mantenerse de pie. Tras unos pasos volvió a caer, esta vez al borde del risco, al lado de un par de fusiles montados en bípodes, uno de ellos sin operario, y el otro ocupado por un hombre de unos cuarenta y pocos años estándar. Le sonaba de cuando pasaban revista a las tropas; no podía recordar su nombre, pero sabía que era propio de Tallarn, algo muy extraño en un cadiano. El desconocido a medias sacó el ojo de la óptica, le miró, mostró una cálida sonrisa y le dijo -Vaya, amigo, parece que hoy no es tu día. ¿Necesitas ayuda por ahí? Nubar no respondió, se tumbó boca arriba y respiró hondo. Tras unos segundos el francotirador dijo -Como quieras... Yo no me muevo- Y volvió a concentrarse en sus quehaceres. -Soy Nubar, tanquista del Punisher "Ailan", anteriormente, al menos. El hombre volvió a sonreir y dijo -Hiram, de la tercera de francotiradores- al tiempo que le tendía una mano. Nubar quiso estrechársela, pero lo que se movió fué el engendro de metal que le habían puesto. Tras darse cuenta la retiró, avergonzado, pero Hiram intervino -No te preocupes, todos tenemos nuestras trabas; a mi la espalda me mata en los peores momentos, y comienzo a perder visión, no se si debido a los láseres o a forzar la vista. Nubar se resignó, volvió a intentar levantarse, lo consiguió y dió unos pasos con mayor fluidez, intentó levantar un rifle láser, y aunque al principio le costó, lo consiguió con sorprendente comodidad, para su estado, al menos. Trató de apuntarlo, pero el pulso le temblaba. Probó con un sable de energía, pero no lo controlaba bien con la mano metálica, aunque al pasarlo a la izquierda pensó que podría acostumbrarse. Se dirigió a un ratling que charlaba animadamente con una soldado, pelo largo y liso, rojo sangre, ojos marrones y cara triangular, como de vívora, sin duda atractiva, pero Nubar no tenía ánimos para pensar en esas cosas. -Tu, canijo ¿cuanto pides por que se -hizo especial hincapié- "perdiese" un sable de energía de los almacenes? Se dió cuenta de que la mujer le miraba alternativamente a la cara y al brazo, sin duda pensando en un "podría haber sido, si no fuese por..." Nubar lo notó, y sintió como si lo hubiesen apuñalado en medio del estómago, pero se mostró digno y se concentró en las palabras del ratling. -Pues no se, piernaslargas... ¿Cuanto tienes? Modestus seguía planeando. Sin duda los Martillos les habían salvado el pescuezo, y probablemente lo hiciesen en más ocasiones, ya había mandado los agradecimientos pertinentes a la Omnio Sapere, y ahora solo quedaba la calma antes de la tempestad, una espera tediosa que les quemaría los nervios, los consumiría. Él lo sabía, pero no existía nada que el pudiese hacer para aliviar eso. Skarus había cargado contra un Leman Russ martillo en ristre, tras golpearlo, el blindaje se combó y chamuscó, el tanque apuntó la torreta contra una stormbird que maniobraba para aterrizar y disparó, convirtiéndola en una nube de humo. Ningún marine salió de ella. Consumido por la ira, Skarus golpeó el cañón, dejándolo doblado e inutilizado, pero los bolters pesados de las barquillas comenzaron a rugir, a lo que Skarus respondió apoyando su pistola de plasma en una de las rendijas del tanque y disparó. Sus esfuerzos se vieron recompensados por los gritos que se oían dentro. Tras darse la vuelta, vió que los devastadores ya estaban haciendo impactos por toda la plataforma, y un grupo de marines de asalto, encaramarse a un caza enemigo en marcha, dejar explosivos por la todo el fuselaje y bajar para cargar contra un grupo de oficiales enemigos que daban problemas. Las bombas detonaron al mismo tiempo que las vísceras de los oficiales tocaron el suelo. Raszak corría bajo el fuego de cobertura de los bolter pesado de su escuadra, hacia una improvisada barricada enemiga hecha de los ardientes restos de una nave estrellada. Tras saltar el trozo de fuselaje un soldado le disparó, su armadura absorbió el disparo láser, y un disparo de la escopeta partió al atacante a la mitad. Iba a darse la vuelta cuando notó un fuerte dolor en la pierna izquierda, se volvió a gran velocidad y vió a un veterano enemigo retirar una bayoneta ensangrentada. Cuando el explorador se disponía a lanzarse hacia el, un proyectil de bolter pesado le reventó la cabeza a su agresor. Su escuadra le cubría bien. Skjor cruzaba el campo de batalla de un lado a otro en segundos, eliminando toda resistencia con un par de balanceos de crozius. Una andanada de cañonazos láser provenientes de un búnker enemigo que se elevaba en el centro de la estructura hicieron explotar una Stormbird, en ese búnker se habían hecho fuertes. Skjor gritó -¡Lanzallamas, necesitamos lanzallamas sobre esa posición!. Una sargento de una escuadra táctica cercana lo miró y asintió, hizo un par de gestos, su lanzamisiles disparó un proyectil de fragmentación sobre el búnker, pero falló. Toda la escuadra cargó a la vez mientras disparaban sus armas. Varios proyectiles volaron hacia ellos, y tres marines cayeron, pero el lanzallamas llegó y roció de promethium el interior, haciendo caer su centro de mando. A partir de ahí sería una matanza; sin cabeza, el cuerpo cayó. Tras media hora el último traidor había caído. Los especialistas analizaban la instalación en busca de algún tipo de tecnología útil, o al menos novedosa. Skarus se sentaba sobre un Leman Russ inutilizado, mirando el campo de batalla, pensando en el Emperador sabe qué. Skjor se acercó con un ritmo pesado y lento, Skarus levantó la vista y dijoç -Cuantos. El capellán se quitó el casco y dijo -23, 7 heridos, ya he aplicado las letanías, hermano. Skarus asintió indicó al su compañero y amigo que se sentase y este así lo hizo. Tras compartir un rato de silencio, el demonólogo dijo -Lo inspeccionamos, lo hundimos y ayudamos a nuestros aliados. Skjor asintió, sacó una botella de amasec de un compartimento de cinturón y se lo tendió a su amigo. Skarus arqueó una ceja y Skjor se limitó a decir -Bueno, lo encontré por ahí y pensé que tu le darías mejor uso. Skarus sonrió y se llevó el recipiente a los labios. Modestus había preparado un buen recibimiento, o lo mejor que podía ofrecer en sus machacadas posiciones. Sus oficiales de más alto rango estaban allí, en la artificialmente allanada cúspide de la Montaña Roja. Él, por su parte, vestía sus ropas de desfile; no quería dar mala impresión a un astartes, pero mucho menos a un salvador. Las stormbirds aterrizaron en una formación parecida a un zig zag, las compuertas se abrieron y de ellas comenzaron a salir los astartes, de mayor a menor rango. Modestus se sintió muy sorprendido, ya no por la presencia de los gigantes, si no por el contraste entre las ropas cuidadas de sus hombres y las servoarmaduras grises pero manchadas de sangre, con la pintura saltada en los puntos en los que la metralla había impactado, y con otros puntos chamuscados y ennegrecidos de sus ángeles de la muerte. Uno de ellos, con una armadura más ornamentada y un martillo en la mano derecha, el cual usaba como bastón habló -Soy el capitán Skarus Nyder, capitán de la séptima compañía de los martillos de Wikia, estos hombres de aquí son dicha compañía, algunos veteranos de la primera al mando del capellán Skjor Rehengar. Señaló a una figura terriblemente amenazante y de negra armadura que se había mantenido en un segundo plano hasta entonces. -Y aquellos son algunos exploradores de la décima. Hemos oído que necesitábais ayuda. Modestus se sintió impresionado, pero él era un comandante imperial, y fijarse en los impasibles rostros de sus oficiales más veteranos le dió fuerzas para responder con voz firme al enorme guerrero que tenía delante. -Si, lo cierto es que buscan la independencia y se aferran a su idea de libertad desesperadamente, necesitábamos una intervención así, sois más que bienvenidos. Skarus asintió, realizó un saludo marcial y comenzó a repartir órdenes. Nubar, en unas horas, ya era apto para el servicio, el dolor seguía siendo horrible, pero al menos era soportable. Le dieron un puesto en un Leman Russ Exterminator, aún no había hablado con los demás tripulantes mucho, pero parecían gente dura. El blindado llevaba inscrito "Ira" en sobre el blindaje lateral derecho. Cuando Nubar fué a ocupar su puesto, llevaba el sable al cinturón, tapado por una vaina y con la mano izquierda descansando sobre la empuñadura. Cuando el comandante del tanque se fijó dijo -Eh, chaval, no voy a preguntarte de donde ha salido eso porque la verdad es que no me importa, pero que piensas hacer ¿atacarlos con tu espada desde la escotilla? Tras lo cual se echó a reír con una voz ronca que se fué transformando en una tos con mal diagnóstico y acabó en una flema de sangre. -Este maldito lho me matará antes que un láser.... Nubar hizo caso omiso y se concentró en su puesto. Los martillos ya se encontraban preparando sus puestos, habían dejado los whirlwinds junto a los basilisk de la guardia y aún se estaban realizando las maniobras para poner los predators reforzando la línea de defensa. Las escuadras de marines se mezclaban con las de la guardia. Los devastadores escogían los edificios cuyas ruinas se erguían más altas para tener mejor ángulo. Los marines tácticos se apostaban en primera fila, entre sacos terreros y alambre de espino, y Skarus preparaba estrategias junto a Modestus. Kael se mantenía en su puesto, y se sintió muy sorprendido cuando cinco astartes, equipados con una armadura caparazón se pusieron a su lado. Daba la impresión de que iban a compartir puesto. Cuando se fijó, vio que uno de los exploradores llevaba un bolter pesado, igual que el que ellos operaban, pero un hombre normal no podría ni soñar con levantarlo, y el astartes lo hacía con relativa facilidad. Se sintio verdaderamente pequeño. Otro de los exploradores, con una escopeta a la espalda, se sentó cerca de el, observando a la dotación con curiosidad, parecía buena gente y tranquilo, cosa que rápidamente desmentian las marcas de su armadura y la sangre que aún salpicaba su cara. Raszak se dio cuenta de que el soldado lo miraba fijamente, sin duda estaría pensando en su enorme cuerpo, o en su apariencia temible. Pero el explorador simpleme le tendió una mano, que el soldado, titubeante aceptó. -Me llamó Raszak, de los Martillos de Wikia. El guardia se veía atenazado por los nervios, pero respondió -Kael.... yo soy Kael. Raszak se echó a reír ante los nervios del soldado, pero continuó hablando, y en unos minutos, el cadiano comenzó a sentirse más cómodo. Rehengar paseaba por los barracones vacío, comenzaba a atardecer, y estos se encontraban desiertos, la tropa seguía esperando en la playa. Skjor solo paseaba, sin más intención que la de estirar las piernas y relajarse. Vestía su servoarmadura, con el casco en el cinturón y había dejado sus retrorreactores en una armería; no tenía sentido llevarlos para pasear. Comenzó a escuchar voces cerca, en dirección a los almacenes. Tras acercarse con sorprendente sigilo para su porte, dobló una esquina y vio varios hombres, vestidos con el uniforme de la guardia, uno de ellos de tanquista, vertiendo un líquido desconocido sobre las algunas de las reservas que comida. Skjor sacó su pistola bolter, la amartilló y salió de su escondite diciendo -Moveos y moriréis- Con una voz grave y que aseguraba el cumplimiento de esa promesa. Uno de ellos se dió la vuelta con una pistola láser en la mano, pero un disparo de Skjor lo derribó. En ese momento, cuatro de los hombres echaron a correr en un desesperado intento por salvar la vida, tres murieron rápidamente, pero uno logró doblar una esquina. Skjor no se lanzó en su persecución por no dejar solos al guardia imperial y al tanquista que habian obedecido y levantado las manos. Se acercó a ellos y desmayó a ambos con un par de moderados puñetazos, se los cargó al hombro y comenzó a buscar un comisario. Tras unos minutos de camino, empezó a oír retrorreactores, y una escuadra de asalto saltó un edificio y se colocó frente al capellán; el sargento llevaba cogido por las solapas con una sola mano al que había escapado. Skjor hizo una mueca interrogante y el sargento le dijo -escuchamos disparos y lo vimos corriendo, asi que intervinimos. Rehengar preguntó -¿está inconsciente?- el sargento asintió y dijo -no tuvimos que tocarlo, en cuanto le cerramos el paso se desmayó el solito. Supongo que eso le inculpa. Skjor asintió y continuó buscando un comisario. Modestus se sintió avergonzado por el suceso, que sus hombres se retirasen en una batalla, era una cosa, pero que los hubiesen traicionado, que hubiesen envenenado la mitad de su comida, era algo muy distinto. El capitán de la séptima estaba con el cuando le dieron la noticia, y Modestus sintió la mirada de Skarus taladrándole la nuca, sin duda decepcionado por la ineficaz administración de sus defensas. Tras sentir vergüenza, pasó a sentir rabia, y más tarde, odio. Solo hizo una pregunta al comisario que había venido a informar. -Cuanta nos queda. El comisario no se sintió intimidado por la ira del comandante, simplemente se limitó a decir -Para un par de días, no más. Envenenaron demasiada comida. Modestus cerró los ojos, respiró hondo, e ignorando la presencia del demonólogo lanzó un puñetazo contra la pared y dijo -Reúna a los comisarios y torturadlo hasta que nos diga hasta su primera comida, después matadlo. Skarus puso una mano en el hombro del agobiado comandante y dijo -Mandaré nuestros rhinos a retaguardia, conseguiremos comida, no te preocupes por eso de momento... Llevaos a Skjor al interrogatorio del traidor; un capellán suele ser convincente en esos aspectos. Tras media hora, el guardia había muerto de un infarto producido por las amenazas del capellán, y el tanquista había confesado todo lo que sabía. Era Axandrus Horeim, tripulante del único baneblade del destacamento, el "Puño". Dijo que aunque no tenía especial interés personal en la independencia de Cov'as, pero le prometieron dejarlo vivo y hacerlo rico. No se pudo negar. Dió también una larga lista de nombres de otros infiltrados, se echó a llorar, imploró la ayuda de su madre y se desmayó. Un comisario lo decapitó limpiamente, y todos se retiraron del búnker. Con el máximo secreto, se comunicó a los líderes de escuadra cuales de sus hombres estaban confabulados con el enemigo, todos los astartes recibieron orden de disparar a dichos objetivos a un tiempo. A media noche, una bengala verde cruzó el cielo, y los soldados leales se volvieron contra los traidores. En minuto y medio todo acabó, con solo dos bajas de guardias leales. Con la jugada magistral completa, las vistas de traición dessaparecieron, pero el número de efectivos era siempre decreciente. "Ira" era uno de los cinco blindados seleccionados para escoltar los rhinos a por suministros detrás de la línea de frente. Nubar reprimía los pensamientos sobre su nuevo brazo concentrándose en la carretera. Los otros tripulantes conversaban animadamente. Su tono daba a entender que se conocían desde hacía años. La carretera era sinuosa, suficientemente ancha como para que pasase un rhino con un Leman Russ a cada lado. A los lados de la carretera se veía un bosque verde oscuro, fragante, y a medida que se habían ido alejando de la costa, una niebla densa los había ido envolviendo hasta que apenas se veía el blindado de delante. La razón de tanta escolta en una zona relativamente bajo control imperial, era que se habían dado casos de ataques de guerrilleros por los bosques de aquella zona, los llamaban los "murat", y ya se habían perdido varios chimeras en sus ataques. Todos los rhinos iban vacíos para poder cargar con más comida menos el de la mitad de la hilera, el cual llevaba cinco marines tácticos. Tras unos kilómetros, las transmisiones comenzaron a cortarse. El convoy paró y los oficiales allí presentes se reunieron en uno de los rhinos para hablar de forma segura. El capitán de Ira, un hombre con panza, ancho de hombros, de estatura media-baja y barba muy densa que compensaba su calvicie se dirigió a los demás. -Esto no me gusta, cuando fuimos hacia aquel maldito arenal no pasaba nada con las comunicaciones sobre esta zona, y no hay ningún tipo de tormenta de iones que pueda hacer esto; que opináis. Otro oficial dijo - A mi me huele a inhibidor. los demás asintieron, así que el líder del convoy resolvió -Está bien, mantened los ojos bien abiertos y no os separéis, esto huele a trampa. Todos volvieron a sus tanques, avanzaron unos cien metros y el rhino que iba en cabeza reventó. De un momento a otro todo fué un caos. Volaban cañonazos láser de un lado a otro de la carretera alguien gritó -¡Minas, no sigáis! Los blindados comenzaron a disparar hacia los bosques, al principio aleatoriamente, más tarde comenzaron a distinguir dotaciones de armas pesadas muy bien camufladas entre los árboles y los sedimentos del suelo. Ira iba eliminando dotaciones de armas pesadas sistemáticamente; otros blindados comenzaban a estallar. Los marines bajaron de su rhino y cargaron al combate, pero se vieron rápidamente rebasados por un amplio número de hombres, con una armadura parecida a la de caparazón; algo más gruesa, quizá, pero que no llegaba ni de lejos al nivel de una servoarmadura y equipados con una espada de energía en una mano y una bomba de fusión activa en la otra. Los marines combatieron valerosamente, pero cada uno recibió más de una docena de apuñalamientos con las armas de energía. Tras esto, los renegados comenzaron a pegar las bombas en los blindados y salir a toda velocidad. Solo resistían Ira, dos rhinos y un Leman russ normal. Nubar se sentía congestionado, recordó las horas anteriores y pensó que a pesar de todo, no quería morir. La ofensiva renegada comenzaba a perder fuerza, pero si una de esas bombas se acercaba a ellos, estaban muertos. El capitán se concentraba en disparar los bolters pesados de las barquillas. Nubar dejó los mandos, se acercó a el y dijo -Señor, permiso para bajar al exterior, tengo que cubrir el blindado o podemos darnos por muertos. Mientras abría fuego, el capitán arqueó una ceja y dijo -Si quiere morir adelante, de todas formas aquí dentro no servirá de nada, no podemos mover el tanque. Nubar desenvainó la espada y la tomó el su mano izquierda, cerró su puño metálico y salió por la compuerta de la parte de abajo del chasis. Tumbado bajo Ira, vió los dos últimos rhinos explotar, y a un renegado metiendo una granada perforante en el cañón del otro Leman Russ. La última dotación de armas pesadas había caído bajo el cañón automático de su tanque, y quedaban una veintena de combatientes enemigos. Tomó aire, encendió su sable, el cual chisporroteó un par de veces debido a las gotas de condensación que se habían formado sobre el por la humedad del ambiente y rodó hasta salir de debajo del tanque. Un renegado le lanzó un espadazo, pero Nubar se apartó y una ráfaga de bolter cortesía del capitán partió a la mitad al agresor, dos más se fijaron en el y cargaron, el tanquista atravesó a uno por la tripa, pero no fué capaz de desenterrar el arma antes de que el otro atacase, Nubar esquivó el ataque y agarró su cara con la mano metálica, apretando hasta que se la descompuso. Se acercó al otro cadaver y recuperó su espada, el tanque seguía rugiendo y los últimos enemigos se batían en retirada. Antes de darse la vuelta para volver a su puesto vió como la escena se ralentizaba, primero un fogonazo y luego una estela de humo que se acercaba a el, no podía moverse, estaba paralizado, pero el misil no le dió a el, impactó detrás, en Ira. Se despertó segundos después, Ira estaba destrozado, una carcasa vacía y ennegrecida. Tras asegurarse de que no soñaba, se incorporó, vió como el capitán, sin una pierna se arrastraba fuera de los restos del blindado, apretaba los dientres y gritaba -Corre chaval, de estos cerdos me encargo yo. Nubar primero dudó, y después corrió con todas sus fuerzas, al principio no se dió cuenta, pero al correr se hizo patente, llevaba esquirlas de metralla dentro. Con una última mirada atrás, Nubar vió al capitán sacar su pistola automática, disparar y matar a uno de los renegados, pero otros tres se le lanzaron encima y lo avasallaron a machetazos con sendos cuchillos. Hiram charlaba con Mark, el chaval fumaba una varilla de lho, tumbado en una hamaca improvisada, atada entre un extremo de una tienda de campaña y parte del armazón de un basilisk, mientras que el veterano se sentaba sobre varias cajas apiladas. La soldado pelirroja que levantaba pasiones por toda la dotación pasó al lado del aprendiz y le guiñó un ojo, y Mark se ruborizó. Hiram lo había visto todo y levantó una ceja esbozando una media sonrisa. Mark le restó importancia y siguió con la conversación, hasta que se armó más revuelo del habitual en la cuesta que conducía al puesto. Mark levantó la cabeza y desde la hamaca vió como unos camilleros llevaban a toda prisa a un joven, más o menos su propia edad desmayado y dejando un reguero de sangre. Hiram chasqueó la lengua y negó con la cabeza. -¿Lo conoces?- Preguntó Mark El veterano contestó -Algo parecido, siento pena. Supongo que es solo una mala racha... Se llamaba Nubar, creo, por si te interesa. Mark dejó de pensar en eso al poco tiempo; ser francotirador tenía sus privilegios, como posiciones mejores, algo más de tiempo libre, y si tienes un buen binomio, puedes relajarte mientras no tengas que disparar, Mark lo sabía y aprovechaba cada descanso como si fuese el último, sabía que en algún momento terminaría acertando. Se incorporó, bajó de la camilla y fué a buscar a la mujer. Hiram lo miró y con un gesto de la cabeza le dió su permiso. Tuvo que contenerse hasta que el joven se había alejado lo suficiente y se echó a reir, se recordaba a si mismo hacía ya demasiado tiempo. Raszak pensaba en su futuro, aún tenía mucho que demostrar y debía hacerse valer, veía con reverencia a los capitanes y temblaba de sobrecogimiento solo de pensar en lo que habían vivido, lo que habían visto, a lo que se habían enfrentado. Ya había caído la noche y el explorador observaba el cielo tumbado boca arriba en su duna, los demás exploradores mantenían una conversación insustancial sobre como debía de matarse un orko correctamente. A él no le importaba. En el cinturón de acero, los hombres fumaban su lho y charlaban, pero las hogueras estaban prohibidas. Oyó unos pasos de servoarmadura acercarse, pero no se dió la vuelta hasta que le pusieron una mano en el hombro desde detrás. Era Skjor, para la sorpresa de los presentes. Un capellán imponía hasta a miembros veteranos, y en esa duna solo había neófitos y soldados que no habían visto un astartes en su vida. Todos se levantaron, realizaron un saludo militar y el sargento explorador habló -Señor, cuales son sus órdenes, señor. Grafion no pudo reunir el valor suficiente para dirigirse a la figura negra. Todos se sintieron sorprendidos ante las palabras de Rehengar -Descansen, solo quería preguntaros ¿alguien tiene un Buzuki? Aureus se dió la vuelta, alcanzó su petate, el cual descansaba con los de todos los demás en una pila, y atada a ella, permanecía funda negra con cierres metálicos, tras deshacer el nudo se lo tendió al capellán. -No es un Buzuki pero es lo que tengo, señor. Skjor agarró la funda, de algo menos de la mitad del porte de un hombre, liberó los cierres y vió un instrumento echo de madera, con seis cuerdas y una caja de resonancia sorprendentemente abombada. -Nunca había visto uno de estos, pero supongo que me apañaré... Nunca había visto uno ¿Como dices que lo llamáis? El soldado respondió -En Cadia lo llamamos guitarra, señor. El capellán dejó su casco a un lado, se sentó y rasgueó las cuerdas. -Curioso... Muy curioso. Se colocó el instrumento sobre la rodilla, pero le quedaba absurdamente pequeño. Skjor se encogió para poder tocarlo con comodidad, y tras un par de minutos de hacer pruebas, consiguió componer una pequeña pieza, de apenas medio minuto, se quedó pensando y dijo -Le falta algo... El pelotón y los exploradores no sabían si permanecer firmes o echarse a reir por lo cómico de la escena, en la que el astartes al que temen los demás astartes improvisaba una canción con un instrumento de dimensiones ridículas comparadas con él mismo sentado junto a ellos como uno más. Skjor comenzó a cantar una canción de apenas cuatro versos en los que mencionaba al capitán Nyder, y que destacaba por su simplicidad y por lo vulgar de sus letras. Eso fué demasiado para los exploradores, un par de ellos se echaron a reir, los guardias luchaban por que no se les escapase nada, y a la primera respiración acelerada, Grafion los reprimía con una mirada severa. Rehengar también se echó a reir. Nubar se despertó con un médico propinándole bofetadas, tras mirar a su alrededor vió más médicos atendiéndole. El que tenía encima gritaba. -¡Quédate despierto, quédate con nosotros, joder! ¡Vosotros, moved el culo y traed metamorfina! Vió como le hurgaban en una herida, a la derecha del pecho. Se sintió mareado, pero sabía que si volvía a dormirse no despertaría. Le dolía como si un tiránido le hubiese vomitado ácido encima, pero no emitió una queja, simplemente se concentró en su pasado. Tras lo que le habían parecido horas, pero no fueron más de cinco minutos, notó más dolor del que ya estaba aguantando, miró la herida de nuevo y vió como le extraían un trozo de metralla con forma de carámbano del agujero, rellenaban el hueco con una especie de gel y le acoplaban una placa de metal en la herida. Al principio le pareció que estaba fría, pero luego notó una abrasión en los bordes. Volvió a dormirse. El médico le dió una bofetada y Nubar volvió a la vida, la placa ya había sido colocada, era un proceso rápido pero doloroso. -Que te quedes conmigo, no te duermas, por el dios emperador, no cierres los ojos, tuviste mucha suerte de que el valkyre de patrulla viese el combate y pudiese recogerte cuando te desmayaste, demasiada suerte como para que te mueras en mi quirófano, venga no me jodas. Nubar se aferró a la vida con toda la fuerza de voluntad que pudo reunir. [Como he llenado el espacio disponible por página de la wiki, estoy escribiendo la continuación en otra página. Os la dejo a continuación]
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