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  • El taxi de la muerte
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  • Algo que tú haces casi sin pensar, común y corriente como tomar un automovil, un taxi... Que puede transformarse en una pesadilla. Claudia había salido tarde del trabajo. Como es costumbre en esta época del año, llovía torrencialmente. El viento llevaba el agua por diferentes direcciones, así que un paraguas no era suficiente para mantenerse seca. -¿Esperas un taxi?- le preguntó Claudia. -No. Espero que deje de llover, tengo que ir a la farmacia. Claudia asintió con la cabeza. -No te preocupes. Ve a tu casa. Tampoco la ventana bajó el vidrio. El taxi continuaba imparable.
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  • Algo que tú haces casi sin pensar, común y corriente como tomar un automovil, un taxi... Que puede transformarse en una pesadilla. Claudia había salido tarde del trabajo. Como es costumbre en esta época del año, llovía torrencialmente. El viento llevaba el agua por diferentes direcciones, así que un paraguas no era suficiente para mantenerse seca. Pero había algo diferente el ambiente. Algo que te hace sentir estremecimientos y no solo de frío. Los rayos, los truenos. Lo solitario de la calle. En el ambiente había una energía negativa palpable... La joven había salido tarde de su trabajo, estaba empapada acurrucada contra la puerta de entrada, deseando con toda su alma que apareciera un taxi. Al frente, también acurrucado, se encontraba un muchacho que trabajaba en el café del frente. Se miraron y se sonrieron mirando lo mojados que estaban. -¿Esperas un taxi?- le preguntó Claudia. -No. Espero que deje de llover, tengo que ir a la farmacia. Claudia asintió con la cabeza. En el fondo quizás pensando que era una suerte no tener que pelear por cualquier auto público que pase. Luego de un buen rato, entre sonrisas y miradas a la lluvia, por fin pasó un taxi vacío. Claudia lo hizo detener, pero antes de subir miró al joven que le leyó el pensamiento al decir: -No te preocupes. Ve a tu casa. Claudia subió al taxi, contenta de no tener que quedarse bajo la lluvia ni un momento mas. Dio su dirección y comenzó la marcha. En cierto momento, Claudia se dio cuenta que no iba por ninguna calle conocida. Trató de pedirle al conductor que se detenga, pero eso no ocurrió. Trató de abrir una puerta y saltar, pero la puerta no se abrió. Tampoco la ventana bajó el vidrio. Vio una pareja en una esquina y trató de hablarles, gritarles, pero aunque la vieron nadie iba a hacer nada. El taxi continuaba imparable. En medio de la desesperación, Claudia pensó en atacar al chófer, y al tratar de arañar su cara, lo único que consiguió fue retirar la piel podrida que cubría ese cuerpo muerto que conducía. Algunas personas vieron pasar el taxi a toda velocidad, pero la sorpresa y la lluvia no les permitió ver la matrícula, solo a un conductor de rostro desfigurado. Y una leyenda en el vidrio de atrás: "Apurados como tú, encuentran la Muerte". Claudia nunca más fue vista. Los rumores siempre son los mismos: un rapto, un robo, un intento de violación; pero siempre es un taxi el que se lleva a una joven de la que nunca más se sabe y menos del supuesto conductor. Categoría:Leyendas urbanas