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  • Relato Oficial Lobos Espaciales: La Prueba de la Bestia
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  • Dirígete al pico más alto, pensó Aerrod, resistiendo la tentación de caer a cuatro patas. Su visión se estaba nublando, podía notar los latidos del corazón golpeándole en la garganta, y el sudor cayendo por sus flancos peludos pese al frío intenso. Pero aún así se aferraba al pacto que había hecho con Fieidrir, agarrándose a ello como un lobo agarrando a su presa. Dirígete al pico más alto, había dicho Geidric, con sus ojos verdes destellando bajo la desmelenada mata de pelo, que se había vuelto blanca por el estrés de las últimas semanas. Una vez allí podrían volver a encontrarse y mantenerse a salvo mutuamente, igual que habían hecho en las anteriores pruebas. Ya no estaba lejos, no estaba lejos de la seguridad de la manada.
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  • Dirígete al pico más alto, pensó Aerrod, resistiendo la tentación de caer a cuatro patas. Su visión se estaba nublando, podía notar los latidos del corazón golpeándole en la garganta, y el sudor cayendo por sus flancos peludos pese al frío intenso. Pero aún así se aferraba al pacto que había hecho con Fieidrir, agarrándose a ello como un lobo agarrando a su presa. Dirígete al pico más alto, había dicho Geidric, con sus ojos verdes destellando bajo la desmelenada mata de pelo, que se había vuelto blanca por el estrés de las últimas semanas. Una vez allí podrían volver a encontrarse y mantenerse a salvo mutuamente, igual que habían hecho en las anteriores pruebas. Ya no estaba lejos, no estaba lejos de la seguridad de la manada. Mientras Aerrod corría, la bestia en su interior rugió, como un animal enjaulado que lanzara zarpazos a sus costillas para intentar liberarse. I.os viejos hábitos canalizaron el dolor, transformándolo en ira y luego en fuerza. Se lanzó desde el borde de un precipicio, planeando en el vacio durante un segundo antes de alcanzar la pared opuesta. Trepó clavando las garras en la roca negra hasta salir del precipicio, y la parte de él que aún era humana sintió una cegadora sensación de triunfo. Ya casi había llegado. Se puso a correr aún más rápido. Algo se lanzó contra Aerrod desde detrás de una roca, una monstruosa masa de pelo, músculo y dientes afilados. Le hizo caer sobre la nieve, mientras sus mandíbulas salivaban, Aerrod rodó con el impacto, hasta que logró propinar un salvaje rodillazo en el pecho de la enorme criatura para apartarla de él. La bestia se detuvo, retrocedió, y Aerrod pudo ver que era más grande que un troll de los hielos, mientras estiraba sus brazos acabados en garras y aullaba a los cielos cristalinos. Aerrod también sintió aullar a la bestia en su interior, pero era más un aullido de angustia que de alegría. Aquella cosa tenía los ojos verdes. Ojos verdes y pelo blanco. Cuando la criatura atacó, Aerrod rodó para esquivarla, a una velocidad que ningún mortal normal podría igualar, gracias al suero que corría por sus venas. Las garras de la bestia albina golpearon la nieve, y la voz salvaje dentro de Aerrod le rugió para que se abalanzase sobre su enemigo y le arrancase la yugular a mordiscos, y que luego se alimentase de su cadáver aún caliente. Esta visión le enturbiaba los sentidos, lo volvía todo de color rojo, pero él se obligó a apartarla de su mente, a pensar como un hombre y no como un animal. La bestia atacó una vez más, pero ahora Aerrod ya estaba preparado, y mientras le lanzaba a la cara un puñado de nieve para distraerla la golpeó con su otra mano, armada con un trozo de roca afilado. Su brazo describió un amplio arco hasta clavarse en la sien de la criatura con fuerza suficiente para atravesarle el cráneo. La bestia le cayó encima igualmente, pero sus brazos y piernas ya no se movían. Su pelo blanco le cubrió por completo, y él esperó a que la niebla roja se disipase de su mente. Cuando sus pulsaciones hubieron recuperado un ritmo normal, apartó a la bestia y se alzó, ensangrentado pero desafiante. Su cuerpo estaba cambiando, transformándose, incluso podría decirse que evolucionando, pero su mente seguía siendo suya. Mientras volvía a avanzar hada la cumbre, vio algo allá arriba, mirándole con ojos rojizos. Un guerrero con un casco en forma de cabeza de lobo. Una leyenda de muerte que parecía haber vuelto a la vida. La figura asintió ceremoniosamente y desapareció en la bruma ártica.