| Contenido | - Ahora que casi hemos completado el mapa genético del nuevo virus Abyss, el Consorcio Farmacéutico Mundial ha ofrecido la ayuda de su rama de investigación mediante sus contactos en un país anónimo.
Han propuesto combinar Abyss con un virus-arma denominado Virus T para que nuestro virus sea más propicio para investigar y experimentar. El nuevo virus recombinante, que utiliza como base ADN de organismos marinos, debería facilitar la creación de B.O.W.s.
Hemos logrado derribar una de las barreras en la creación de armas bioorgánicas.
El Virus T incluye material genético humano y es capaz de pasar de un cuerpo a otro.
Sin embargo, la velocidad a la que Abyss activa la transformación es tal que rompe la estructura celular del anfitrión. Por suerte, lo hemos solucionado ajustando la velocidad de infección en el cuerpo.
Sin embargo, hay un efecto secundario que no previmos. Aunque la rotura celular ya no es un problema, la mitad de la masa sólida del anfitrión, musculatura y huesos incluidos, se licúa durante la infección. El cuerpo se hace muy maleable y le permite atacar desde lugares inesperados.
Algunos anfitriones son capaces de excretar su material óseo licuado por sus manos y pies, proporcionando una protección afilada a sus apéndices. Estos anfitriones se designan con el nombre clave “Ooze”.
Retener la forma humanoide requiere mucho esfuerzo, pero aunque logren conservarla, no se parecen en nada a su antiguo yo.
Con cada experimento y cada anfitrión infectado nos acercamos a la perfección del virus.
En lo que respecta a la industria de la bioingeniería, el producto es inútil hasta que se desarrolle una vacuna que prevenga la infección. Para ello, necesitamos muchos más datos de pruebas clínicas.
Desarrollar anticuerpos con unos pocos sujetos requerirá tiempo y suerte.
He oído a algunos directivos murmurar sobre pandemias de origen humano. Supongo que es un eufemismo empresarial para “bioterrorismo”.
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