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  • La mujer del monte Fuji
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  • Ya eran vacaciones. Como siempre, la alegría predominaba por doquier. Solo que yo no estaría en mi amado país, me iba a Japón. Cuando llegué, conocía una hermosa isla cuyo nombre no recuerdo, en que se elevaba el monte Fuji, afamado por sus supuestos fantasmas de guerreros y almas en pena. Acampamos allí dos días, nos lo permitieron de buena forma. Estaba acompañado de dos compañeros del colegio. Era mi turno de ir por la comida: no estaba lejos una pequeña tienda. Solo tuve que caminar, no iba a cazar, no soy bueno en eso.
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  • Ya eran vacaciones. Como siempre, la alegría predominaba por doquier. Solo que yo no estaría en mi amado país, me iba a Japón. Cuando llegué, conocía una hermosa isla cuyo nombre no recuerdo, en que se elevaba el monte Fuji, afamado por sus supuestos fantasmas de guerreros y almas en pena. Acampamos allí dos días, nos lo permitieron de buena forma. Estaba acompañado de dos compañeros del colegio. Era mi turno de ir por la comida: no estaba lejos una pequeña tienda. Solo tuve que caminar, no iba a cazar, no soy bueno en eso. Iba corriendo, y un animal se atravesó (no lo reconocí gracias a que iba rápido, era como un ciervo o algo así). Por instinto lo esquivé, pero me tropecé con una raíz y me caí, me golpeé en la cabeza. Desperté y una anciana estaba enfrente de mí, con algunas raíces en la mano, se veía humilde aunque con una apariencia macabra. Sentí miedo, y le pregunté que quién era. Lo olvidé: no sabía hablar español. Al mismo tiempo me miró con ternura antes de caer nuevamente inconsciente. Desperté en un templo, no muy lejos de donde acampamos. Había un hombre a mi lado, como si estuviese esperando a que volviese en mí. Le pregunté dónde estaba la anciana: él sabía hablar poco en inglés y yo también así que pudimos entendernos aunque de forma muy elemental. Él me contó que no había ninguna anciana por ahí, pero que posiblemente fue un “Yamamba”, una anciana que ronda por las montañas y bosque que cuida a la gente buena, pero a la gente de mal corazón la mata. Investigué acerca de ello, y me sentí bien de haber conocido ese espíritu, espero que algún día tenga el descanso. En mis sueños vivo los recuerdos de Japón: caras, sonrisas macabras y mi gratitud a veces se cambia por miedo. Categoría:Fantasmas Categoría:Lugares