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  • La niña de las almas nocturnas
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  • La claridad de la luna entraba por la ventana, ella estaba oculta entre la oscuridad, nadie sabía que ella estaba ahí, observando, observándote. Sus ojos negros penetran en la habitación, ella puede sentir tu miedo, y tú, su presencia; sabes que alguien te observa, que mira cada insignificante moviendo que hagas. Ella está ahí, esperando que te duermas… El día transcurrió tranquilamente, con amigos, amigas, hasta que llegó la noche. Me acosté temprano, aunque al otro día era sábado, pero estaba exhausto. Me dormí 30 minutos después de que me acosté… ¿Debía darle mi alma? No, esto no puede ser.
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  • La claridad de la luna entraba por la ventana, ella estaba oculta entre la oscuridad, nadie sabía que ella estaba ahí, observando, observándote. Sus ojos negros penetran en la habitación, ella puede sentir tu miedo, y tú, su presencia; sabes que alguien te observa, que mira cada insignificante moviendo que hagas. Ella está ahí, esperando que te duermas… Estaba durmiendo, como todos los días, tranquilamente, sin que nadie me moleste…Hasta que sentí un cosquilleo en las plantas de mis pies, los moví instintivamente, pero algo me los agarró. Me sobresalte y abrí los ojos, miré hacia donde estaban y no había nada, solo había sido un mal sueño… Al otro día, cuando estaba vistiéndome para ir al colegio, mis tobillos y toda la planta de los pies estaban rasguñados y mi cama estaba manchada de sangre, donde mis pies habían estado. ¿Qué había pasado? De seguro, el día anterior me había lastimado con algo sin darme cuenta, y el sueño fue porque me ardía o algo así… El día transcurrió tranquilamente, con amigos, amigas, hasta que llegó la noche. Me acosté temprano, aunque al otro día era sábado, pero estaba exhausto. Me dormí 30 minutos después de que me acosté… Otra vez sentí ese cosquilleo, no me moví, era extraño. Estaba despierto… no era un sueño. Algo o alguien estaba acariciando mis pies… Eran caricias que hacían arder las plantas. Sentí una respiración suave, luego el peso de alguien. Me levanté alterado, me faltaba el aire. ¿Qué había en mi habitación? ¿Qué era aquello que estaba sentada en mis extremidades inferiores? Encendí la computadora, entré al Google y en algunos portales de internet describían situaciones similares a las mías, pero no decían cómo pararlo, solo que estaban aterrados; otros, que conocían personas que decían que les sucedía eso…, y que habían muerto. “¿Iba a morir? No, no podía morir, todavía tenía una vida por delante, esto no podía estar sucediéndome a mí.”, pensé, pero sí, eso me estaba sucediendo, aunque lo negara, aunque hiciera de todo, eso era real. Tenía un plan, en la noche que seguía no iba a dormir, solo iba a fingir que dormía… iba a averiguar qué era aquella cosa que estaba en mi cuarto por las noches. Llegó la hora de acostarse, yo estaba preparado. El miedo me corrompía el cuerpo, pero tenía que hacerlo, nadie me creería si les contaba de lo sucedido, creerían que estaría loco, o que estaba esquizofrénico. Abrí la cama, me metí bajo las sabanas, cerré los ojos suavemente, calmé mi respiración, y me concentré para no dormirme. Pasaron 2 horas y nada. ¿Estaba loco, aquello me lo había imaginado? No, algo se movió al otro lado de la habitación… Sentía su presencia, era algo sobrenatural, algo que nunca había sentido, no tenía tanto miedo como había pensado, ya no. Un susurro pasó por mi cabeza: “Ven conmigo, te llevaré a un lugar mejor, solo cierra los ojos y no los abras… Nunca más tendrás que volver a esta vida… Solo entrégame tu alma”. La palabra "alma" quedó rebotando en mi cabeza. ¿Debía darle mi alma? No, esto no puede ser. Abrí los ojos, parecía que estaban pegados. Cuando logré despegar los parpados, la vi, estaba en el rincón más oscuro de mí cuarto, sentada, con las rodillas contra su rostro y rodeadas por las manos. Se escuchaba un leve sonido. Al principio solo era un insignificante ruido, pero luego se convirtió en un llanto. Era de pelo negro, largo, pálida, con los ojos negros, como la noche, llevaba un vestido largo y blanco, sus labios eran finos y rojos como la sangre. Tenía ojeras negras, sus ojos se ponían blanco cuando subía la miraba para verme De nuevo escuché una voz en mi mente que decía: “Deja este mundo, y ven conmigo, todo será mejor… Solo dame tu alma, entrégala, ya es hora”. Me tapé los oídos y empecé a gritar: "Esto es un sueño, todo es mentira, todo es mentira…". De repente vi el recobijo donde antes había estado aquella niña, no estaba más; en su lugar había dejado la nada, un espacio por rellenar, miré frenéticamente hacia todos lados. ¿Dónde se había metido? Escuché un ruido bajo mi cama por unos minutos, hasta que el ruido cesó. La cama empezó a temblar, me aferré de las maderas de los costados, el tambaleo era cada vez más fuerte, no podía sostenerme fuerte. Agarré las sabanas y me introduje bajo ellas con los ojos cerrados de una manera que hacía doler mis párpados, quería llorar, salir de ese lugar. Pasaron 5 minutos y todo parecía estar calmo, ya no había ninguna entidad allí. Todavía permanecía con los ojos cerrados, temía abrirlos y aparecer en un lugar remotamente familiar y morir ahí. Abrí los ojos y la vi, ella estaba ahí, junto a mi sonriéndome, con esos ojos negros, esa sonrisa demoníaca, estaba bajo las sabanas, mirándome, como si fuera un juguete que desea con todo su ser. Una risa salió de su garganta, la miré fijamente, estaba pálido, casi como ella, mis ojos se llenaron de lágrimas, no podía ser. ¿Todo acabaría allí mismo? ¿El fin? Temía que la forma que me matara fuera dolorosa y lenta. Extendió su mano y el tacto de su mano contra mi piel hizo erizar mis bellos, estaba helada, era casi como meterse en una bañera llena de hielos. Cerré los ojos, no quería verla, me horrorizaba, su sonrisa, sus ojos, su piel pálida, todo. Sonrió nuevamente pero esta vez levantó sus manos y me agarró del mentón: “Quiero tu alma”. Negué, no le iba a dar mi alma, era mía, no de ella. La comisura de mis labios hizo una mueca de dolor, estaba apretando mi mentón con fuerza, clavaba sus uñas largas y sucias en mi carne, empezó a salir sangre de mi rostro. No podía más con esto, ¿cómo escaparía de ella? ¿Esto me pasaría todas las noches hasta que le diese mi alma? De mis ojos empezó a salir un líquido, supuse que eran lágrimas; cuando bajé la vista, descubrí que era sangre, de mis ojos derramaba sangre, solo pude articular unas palabras: “¿Qué me estás haciendo?”. Me soltó, estaba todo manchado de sangre, se tapó la cara con las manos y luego se clavó las uñas en su rostro. ¿Qué hacía? Empezó a rasguñarse toda la cara con sus garras, hasta el cuello, salía sangre de su cuerpo. “Estaré aquí hasta que me des tu alma, haré de tus noches las peores, haré que quieras dejar de vivir”, susurró en mi oído. "¿Por qué no me la robas y ya?”, dije con la poca voz que tenía. “Es tu alma, tú me la debes dar”, una carcajada ahogada salió de su garganta. Se quedó quieta, sin emitir un solo ruido por unos instantes, su expresión era fría, tenía los ojos cerrados y la comisura de la boca hacían una mueca de desagrado. Traté de salir corriendo, pero no podía, no podía salir de allí, no podía controlar mi cuerpo, estaba… paralizado. Traté de gritar, pero no salía nada de mi garganta. “¿Asustado?”, la voz de la joven resonó dentro de mi cráneo… Abrió los ojos de repente, pero estos ya no eran negros, eran blancos, no tenían pupilas. Me empecé a desesperar, su rostro se tornó cruel y hostil. Una sonrisa enmarcaba su cara. ¿Mis noches serían las peores que nunca habría soñado? No quería tener una vida como aquella, solo quería ser un chico normal. “Solo tienes que cerrar los ojos y dormir, nunca más despertarás, no dolerá…”. Una sonrisa traviesa sonó en mi cabeza, y luego la frase ‘no dolerá’ hizo eco en ella. Cerré los ojos… Le daría lo que quería, no quería más sufrimiento, ya no más. Mi cuerpo cayó contra el colchón de la cama, seguía sin su control, pero ya no me importaba, en pocos minutos mi alma sería de ella, ya no habría mañana, no tendría futuro… Sentía cómo mi cuerpo se iba relajando. Iba dejando mi cuerpo, hasta que llegué a verlo, yo estaba flotando, y mi cuerpo estaba allí: un joven de 14 años, piel pálida, ojos azules, pelo castaño, acostado en una cama cubierta de sangre. La expresión de la joven dejó de ser tan hostil, acomodó mi cabello, pero algo parecía extraño, de vuelta… de vuelta aquella sonrisa, esa sonrisa horrenda. Puso sus manos en mi antiguo cuerpo, se abalanzó hacia este mostrando sus dientes filosos y empezó a morder y arrancar partes de mi carne. Traté de detenerla, pero no pude, era como un fantasma. ¡Estaba presenciando cómo destruían mi cuerpo y no podía hacer nada! Cuando por fin dejó el cuerpo, el rostro dee mi cuerpo estaba deformado, la piel arrancada. Miré a la criatura vil que había hecho eso, tenía una expresión de satisfacción y la cara cubierta de sangre, bajé la vista y miré su mano, ella tenía un corazón. No, no era cualquier corazón, era el mío. Lo miró fijamente, sonrió levemente, rasgó su vestido, su pecho, era horrendo estaba lleno de cicatrices. Puso su mano sobre él y lo abrió con sus garras, una vez estuvo abierto depositó mi corazón en su pecho. Sentí cómo me iba desvaneciendo, todo había acabado… Llegaba mi fin. Categoría:Fantasmas