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  • La Balsa de Santa Rosa
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  • En el pueblo costero de Santa Rosa, ubicado en el Departamento de Tacna (Perú), vivía un pescador de nombre Jaime. Sin embargo le conocían como Don Jai. Era un hombre de mediana edad (entre 35 y 37 años), tenía un aire misterioso y tenía una mirada capaz de intimidar a cualquiera. No obstante, era muy respetado y querido de todo el pueblo. Don Jai tenía una vieja balsa, la cual llamaba “La Cocoliche”. Transcurrieron varios años después de este extraño incidente y en una mañana de abril de 2011 uno de los lugareños, diviso a lo lejos de la ensenada un objeto blanco y más o menos grande.
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  • En el pueblo costero de Santa Rosa, ubicado en el Departamento de Tacna (Perú), vivía un pescador de nombre Jaime. Sin embargo le conocían como Don Jai. Era un hombre de mediana edad (entre 35 y 37 años), tenía un aire misterioso y tenía una mirada capaz de intimidar a cualquiera. No obstante, era muy respetado y querido de todo el pueblo. Don Jai tenía una vieja balsa, la cual llamaba “La Cocoliche”. Durante los fines de semana, el y su joven esposa Filomena debían viajar a la ciudad de Tacna para comercializar la pesca de la semana, atravesando el desierto que separaba a su pueblo de la ciudad. Pasaron las semanas y la pesca cada vez era más fructífera. Ya tenían planes de mudar su negocio a un lugar más espacioso. Antes de cada pesca, el nunca olvidaba llevarse consigo una foto de Filomena, según él, para sentirse acompañado. Don Jai se levantó a las 7:00 de la mañana para alistar sus instrumentos de pesca para luego adentrarse en el mar. Su esposa como siempre le dió la bendición y vio a su marido perderse en la niebla que se hacía presente esa mañana. Transcurrieron las horas y su esposa esperaba a su marido en la orilla del mar. Sin embargo, se empezó a preocupar debido a que su marido llevaba casi 3 horas mar adentro. Los nervios la atormentaban y los demás lugareños corrieron hacia ella para auxiliarla. Al mediodía, la balsa de Don Jai apareció varada a pocos metros de Arica y las patrullas chilenas devolvieron la balsa hacia su lugar de origen. Los policías chilenos y peruanos quedaron asombrados con su hallazgo. En la balsa se podía apreciar varios rasguños profundos, pero no eran de los de una persona sino de algo fuera de lo común. La balsa estaba muy dañada y se podían ver pequeñas salpicaduras de sangre. Lo único que quedaba de Don Jai era la foto de Filomena que llevaba consigo. Cuando Filomena se enteró, no pudo soportar la idea de que su marido se encontraba desaparecido. Intentó suicidarse varias veces y eso derivó a que la internaran en Tacna en un hospital psiquiátrico. Lo último que Don Jai le dijo antes de embarcarse en esa mañana fatídica fue “Ya vuelvo, no me esperes mujer”. Filomena quedó marcada por el resto de su vida recordando aquellas frases que su esposo le dijo en aquel momento. Transcurrieron varios años después de este extraño incidente y en una mañana de abril de 2011 uno de los lugareños, diviso a lo lejos de la ensenada un objeto blanco y más o menos grande. Varios de ellos se encaminan hacia el lugar y descubrieron horrorizados el viejo embalse de Don Jai. La incertidumbre se dibujaba en los rostros de cada uno de los habitantes y muchas mujeres empezaban a rezar el Rosario e invocar mil Padres Nuestros. Uno de la avanzadilla descubrió una nota pegada en la cubierta, la cuál decía “Ayúdenme a encontrar mi cuerpo”. Estaba escrita con una caligrafía muy pobre y se notaba la desesperación y el horror en cada letra de aquella nota. Valientemente un pueblerino aceptó aventurarse mar adentro para buscar los restos de Don Jai. Al día siguiente, toda Santa Rosa estuvo expectante de lo que podría pasar mar adentro. El valiente traía consigo un primitivo walkie talkie, para estar comunicado con el pueblo. Las horas transcurrían y el hombre contaba todo lo que ocurría a su alrededor. En uno de los mensajes que transmitía, contaba que el mar estaba comportándose de manera extraña y que por momentos la balsa estaba totalmente quieta. Los pobladores estaban abrumados con los mensajes del valiente. Al cabo de 10 minutos, volvieron a recibir un mensaje de este hombre pero este fue muy diferente al anterior. Contaba que él agua tenía tonalidades rojas pero muy tenues y el aire se volvía cada vez más denso. Justo después de aquella transmisión, abruptamente se cortó la señal. Todos los habitantes de aquel pueblo estaban consternados y horrorizados con el relato de aquel hombre. De repente, en el walkie talkie que uno de los pueblerinos sostenía en la mano recibe otra transmisión; no obstante se escuchan con toda claridad alaridos, gritos desgarradores y gruñidos. Toda Santa Rosa entró en pánico y alertaron a las autoridades. Más tarde encontraron el embalse justo en el lugar donde había sido avistado por los lugareños. La policía al llegar, quedó completamente sorprendida con lo que encontraron. Se podía ver dos cadáveres masculinos totalmente destrozados, había rasgaduras por todas partes tanto en los cuerpos mismos como en la balsa y lo más terrible de todo fue el hallazgo de una criatura extraña de gran tamaño que yacía muerta justo al lado de aquellos cadáveres. Encima de la cubierta, vieron pegada otra nota con la misma caligrafía en donde claramente decía “Ahora estoy en paz, haz encontrado mi cuerpo” Este caso aun sigue siendo aun, uno de los más misteriosos de toda Santa Rosa.