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  • Hija de Cthulhu
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  • G'nguilg, la mismísima hija de Cthulhu, siente en su corazón el peso de una deuda. Aún queda un cabo suelto: asesinar a John, aquel que fue su novio cuando aún creía ser una mujer ordinaria, antes de comprender que su cuerpo le pertenecía por derecho a una entidad trascendental y terrible que habitaba los lechos del mar en medio de un sueño antiguo. Pero su sed de sangre humana es insaciable. El hambre la atormenta, y la presa está cerca, otra víctima en una noche plagada de inocentes destrozados: un transeúnte que cruza la solitaria calle, cabizbajo. -¿Por... Qué?
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  • G'nguilg, la mismísima hija de Cthulhu, siente en su corazón el peso de una deuda. Aún queda un cabo suelto: asesinar a John, aquel que fue su novio cuando aún creía ser una mujer ordinaria, antes de comprender que su cuerpo le pertenecía por derecho a una entidad trascendental y terrible que habitaba los lechos del mar en medio de un sueño antiguo. Pero su sed de sangre humana es insaciable. El hambre la atormenta, y la presa está cerca, otra víctima en una noche plagada de inocentes destrozados: un transeúnte que cruza la solitaria calle, cabizbajo. -Lo recuerdo todo y muy bien. Cuando la vida no era la mierda de ahora. Porquería y corrupció... El desgraciado enmudece de improviso porque un tentáculo le cubre la boca, asfixiándolo. Unas palabras cavernosas surgen en el aire: "Si la vida te parece una porquería, no la mereces." Le basta una torsión ligera con la fuerza de sus tentáculos, arrancándole la cabeza de cuajo. -Delicioso, simplemente delicioso-susurra la criatura mientras saborea la sangre que copiosamente brota del cuello fragmentado. -No te preocupes, querido John, solo soy yo. Tu vieja amiga... Palabras huecas, espantosas, que recorren el aire, salpicando de recuerdos un pensamiento que debía sepultarse por siempre. Pero revivía, palpitaba pleno de horror y desesperación. John, que permanecía adormilado en su sillón, frente a la TV, se levanta sobresaltado. Aquella voz... No quiere verla a los ojos, teme descubrirla como esa vez al caer el sol, junto a la playa, pero hacía tanto tiempo que el destino los había distanciado. La nostalgia lo seducía. Unos brazos oscuros y viscosos rodean su cabeza, apretándola violentamente. -¿Por... Qué? Sus pupilas se hinchan terriblemente, su frente está a punto de estallar. -Solo he venido a librarte del infierno que mi padre le deparará a tu raza. Agradéceme la piedad que te muestro por el amor que te tuve, ese del que ya no hay más que trozos. Las paredes se cubren de una sustancia pegajosa y gris. En las sombras alguien la aguarda, como si las estrellas se hubiesen alienado en honor a tan retorcido y plutónico encuentro. Cuánto hacía que llevaba allí... Quién sabe. A lo mejor sabía que la encontraría en ese preciso lugar. -Soy Cirene Surge, descendiente de Víctor Surge, un Profundo que le rendía devoción al Gran Cthulhu, según la gracia de nuestro pueblo. En el nombre de mi padre, rebelde, te conmino a volver al sopor milenario. La era de los hombres aún no ha cumplido su ciclo. -Los profundos duermen como mi Padre, pero tú estás despierta. -Estoy aquí para devolverte el letargo. No soy real. Solo una proyección mental de quien encarno. -Quiero sembrar el caos entre esta ingenua y vil humanidad. Deseo derrumbar sus ídolos y consumir la médula de sus huesos. Arderán sus ciudades y el cielo rugirá encendido, envuelto en humo negro. Lo único que amaba en este mundo yace dormido eternamente. Los demás pueden sufrir una miserable muerte, larga y penosa. -No eres tu Padre. Los hombres exigen un amo, no un mero verdugo. El mundo te devorará porque tú serás tu propia condena. La emoción de la soledad y los remordimientos, que te confieren tus sentimientos semi-humanos, escribirán tu epitafio en las arenas. Jamás te perdonarás por este acto. Enfurecida, herida en su orgullo, G'nuilg se precipita contra la doncella anfibia. Pero esta ya se ha desvanecido. Reincorporándose, la hija de Cthulhu tiembla de furor. Pero en el fondo de su alma lo sabe. Ansía entonces retornar a la ciudad submarina de pétreos muros, oír la voz de aquel al que amó... Tinieblas. El dolor la impacienta. Sabe que es imposible. Solo le queda consumar su querer, su propósito. Un gigantesco cadáver monstruoso, ribeteado de largos tentáculos, semejante a un pulpo descomunal de piel violeta. Dentro de una cámara de criogenización, cubierta por superficies de fino cristal, es exhibido antes los ojos anonadados de un grupo de escolares que han acudido al Museo de Criptozoología. -Niños, no se amontonen...-les increpa la maestra-. Oh, ya veo por qué el jaleo. Verán: en la tercera edad esta criatura amenazó la paz del mundo. Las naciones y sus ejércitos no podían contenerla y mucho menos abatirla. Pero durante un crepúsculo, después de tres años de caos y anarquía, el monstruo apareció agonizante en las playas del Sur. Se desconoce cómo o por qué. Pero se cuenta que unas gotas de agua rodaban de sus múltiples ojos mientras parecía contemplar el mar, como si intentase sumergirse en sus olas.