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  • Hurto de un minino
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  • Earl tacha el número 56 de su lista tras devolver un gato campeón a sus dueños… luego de sabotear un concurso felino para favorecer a Joy; Randy se enamora de Judy, la dueña del gato. Randy y Earl caminan por un estacionamiento. Un gato negro se cruza delante de ambos en dos oportunidades. Esto hace que Earl recuerde aquella vez en la que secuestró a un minino para que el gato de Joy gane un concurso. Ahora siente que este gato negro es el karma que le está indicando que debe hacerse cargo del número 56 de su lista: Robar un gatito. Se dispone, junto a Randy, a devolver a Sebastián, el gato secuestrado, a sus dueños. Sabe exactamente dónde encontrar al animal. El mismo lo dejó en la casa de la mujer de los gatos. Al llegar se enfrenta con un pequeño gran dilema: determinar cuál de todos es
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  • Earl tacha el número 56 de su lista tras devolver un gato campeón a sus dueños… luego de sabotear un concurso felino para favorecer a Joy; Randy se enamora de Judy, la dueña del gato. Randy y Earl caminan por un estacionamiento. Un gato negro se cruza delante de ambos en dos oportunidades. Esto hace que Earl recuerde aquella vez en la que secuestró a un minino para que el gato de Joy gane un concurso. Ahora siente que este gato negro es el karma que le está indicando que debe hacerse cargo del número 56 de su lista: Robar un gatito. Se dispone, junto a Randy, a devolver a Sebastián, el gato secuestrado, a sus dueños. Sabe exactamente dónde encontrar al animal. El mismo lo dejó en la casa de la mujer de los gatos. Al llegar se enfrenta con un pequeño gran dilema: determinar cuál de todos es Sebastián. La situación lo obliga a acudir a Judy, la dueña. Llegan a su domicilio. Si bien la mujer está molesta por lo que hicieron acepta ayudarlos ya que ansía reencontrarse con su adorada mascota. Regresan a la casa de los gatos. Judy encuentra a Sebastián, un poco más gordo de lo normal, y se lo lleva de vuelta a casa. Con la conciencia limpia Earl se dispone a regresar a sus asuntos cuando percibe que Randy se enamoró de Judy. Ahora está preocupado: cada vez que Randy quiere iniciar una relación pretende ser algo que realmente no es. Sus temores se confirman: Randy asegura adorar a los gatos para estar cerca de Judy. Pero la verdad es que no solo no le gustan sino que además padece una terrible alergia; le producen urticaria, sarpullidos y ataques de estornudos. Earl le aconseja que sea sincero con Judy. Randy no quiere escucharlo. Su respuesta frente al tema es siempre agresiva. Entonces Earl le advierte que no estará allí para ayudarlo cuando Judy descubra la verdad y le destroce el corazón. Después de un tiempo, las alergias ayudan a Randy a cambiar de opinión y se sincera frente a Judy. Para su sorpresa ella ofrece deshacerse del gato para seguir adelante con la relación. Dejan en manos de Earl la tarea de hallar un nuevo hogar para Sebastián. No resulta fácil encontrar a alguien que quiera hacerse cargo de un gato gordo y perezoso. Darnell le sugiere que en lugar de buscarle un lugar se quede con el animal. Considera que debería figurar en su lista. Fue un campeón y ahora se convirtió en un gato gordo al que nadie quiere cuidar. Earl acepta, de mala gana. Pone al animal a dieta para insertarlo nuevamente en el circuito competitivo. Llega el día del concurso. Randy y Judy están allí para apoyarlo. A Randy le queda claro que Judy lo trata como a un gato, especialmente luego de que le regala un collar con su nombre y dirección grabados sobre una chapa. Randy le dice que no quiere ocupar el lugar de Sebastián. Judy comprende que lo que ella necesita es un gato. En ese momento aparece Earl con la noticia de que Sebastián acaba de obtener el segundo puesto. Judy retoma el cuidado de su mascota y se compromete a finalizar lo que Earl empezó. Randy le cuenta que la relación terminó pero que no se siente deprimido. Sabe que le gusta a Judy por lo que es y no por lo que pretendía ser.