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  • La vieja casa del muro
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  • Parece que es una pesadilla, estoy en una habitación sentado en una silla junto a un hombre cuestiónandome acerca de lo que ocurrió aquella noche, es el sargento de la policía. -¿Vamos a ver Jose; quiero que me vuelvas a contar que es lo que hacías en aquella casa y para que entraste allí. En ese momento agaché la mirada y volví a repetir, todo lo que recuerdo de aquella noche… Después de echar unas partidas y beber bastante alcohol, Raúl propuso jugar a la ouija. -Chicos ,¿porque no dejamos de juegos para niños y pasamos a juegos para hombres? Fran respondió..
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  • Parece que es una pesadilla, estoy en una habitación sentado en una silla junto a un hombre cuestiónandome acerca de lo que ocurrió aquella noche, es el sargento de la policía. -¿Vamos a ver Jose; quiero que me vuelvas a contar que es lo que hacías en aquella casa y para que entraste allí. En ese momento agaché la mirada y volví a repetir, todo lo que recuerdo de aquella noche… Era un Viernes como cualquier otro Viernes en el que quedábamos a cenar los amigos. Todo debía ser una noche normal en la que cenaríamos, charlaríamos y jugaríamos al poker hasta la madrugada. Éramos cinco amigos; Raúl, Fran, Carlos, Luis y yo. Después de echar unas partidas y beber bastante alcohol, Raúl propuso jugar a la ouija. -Chicos ,¿porque no dejamos de juegos para niños y pasamos a juegos para hombres? Fran respondió.. -¿Qué es para ti un juego para hombres..? -Un juego en el que nunca habíais sentido nada parecido.. LA OUIJA!!!!!! En ese momento todos se negaron, todos sentian algo de miedo a las leyendas que se comentaban sobre la propia tabla; Al negarse todos y crearse un poco de tensión decidimos que era mejor pasar la noche comentando leyendas urbanas. Comenzé a relatarles una vieja historia que de pequeño me contó mi abuelo, se trataba de la vieja casa de la Calle del Muro. Hace años me contaron que en la vieja casa habían ocurrido hechos bastante extraños, cuenta la leyenda que todo aquel que cruza el largo pasillo de la planta superior y echa la mirada hacia atrás, visiona su propia muerte. Parece que fue el alcohol el que nos incitó a todos a ir a la vieja casa, a esas altas horas de la madrugada, y así fue. Allí estábamos, frente a la casa, muríendonos de frío y bebiéndonos las últimas gotas de alcohol… Entramos derrumbando de una patada la puerta de la entrada. En el interior se apreciaba el paso del tiempo de una casa deshabitada durante muchos años. En ese momento me dí cuenta del miedo que se percibía entre nosotros y aún así decidimos subir aquella escalera que nos conducía al fatídico pasillo. Llegamos al rellano y a pesar de ser una fría noche de invierno la luna llena iluminaba aquel largo pasillo a través de la ventana de la habitación del fondo. El primero en atreverse a pasar fue Raúl corriendo sin torcer la mirada llegó hasta la habitación del fondo. Así sucesivamente lo fuimos haciendo todos hasta que le llegó el turno a Fran el último y más asustadizo de todos. A principio Fran no se atrevía a recorrerlo y tras insestirle reiteradamente en que lo hiciera, Luis, Carlos y Raúl decidieron marcharse por la ventana, yo por el contrario decidí quedarme allí, para esperarlo. Por fín pude convencer a Fran en que cruzara el pasillo y marcharnos a casa. En ese momento Fran comenzó su larga carrera por el pasillo que le llevaría hasta mí… en un momento de mala suerte algó de su bolsillo cayó al suelo, Fran se detuvo e intentando no girar la mirada hacia atrás, buscando lo que le había caído. De repente una visión espantosa cubrió mis retinas, Fran tocó algo extraño y tomo la mala decisión de girar la mirada hacia atrás… pude percibir el pánico de Fran en su mirada al girarse y ver lo que contaba la leyenda, que no era otra cosa que su propia muerte. Su muerte no era un hecho en si si no era su mismo ser su mismo yo, era Fran con un aspecto lánguido entonces comprendí que Fran era la vida y su otro yo era la muerte que había ido a por él. Fran no consiguió cruzar el pasillo.