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  • Los de Fuera
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  • No encuentro la manera de explicar lo que sucedió aquel día 24 de mayo. Fue algo imposible, todavía no comprendo como sigo vivo. No fue el susto lo que aceleró mi corazón, ni el brillo del cuchillo tan cerca de mi cuello, ni la mirada de locura que brillaba en los ojos de mi mejor amigo. Dicen que hasta el hombre más pacífico puede, por no se sabe que circunstancias convertirse en un asesino. Yo no le había hecho nada, quizás envidiar la hermosa novia que tenía. Todos lo hacíamos, se lo decíamos a la cara. "Que buena está tu novia".
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  • No encuentro la manera de explicar lo que sucedió aquel día 24 de mayo. Fue algo imposible, todavía no comprendo como sigo vivo. No fue el susto lo que aceleró mi corazón, ni el brillo del cuchillo tan cerca de mi cuello, ni la mirada de locura que brillaba en los ojos de mi mejor amigo. Dicen que hasta el hombre más pacífico puede, por no se sabe que circunstancias convertirse en un asesino. Yo no le había hecho nada, quizás envidiar la hermosa novia que tenía. Todos lo hacíamos, se lo decíamos a la cara. "Que buena está tu novia". A él no le preocupaba lo más mínimo, tenía plena confianza en ella, siempre había demostrado confianza en su fidelidad. Cuando oía palabras se las tomaba a broma. Una tontería. Entonces ¿que pasó aquella noche?. ¿Qué descubrió después de cenar?. Dejó a su novia en su casa y quedamos él y yo en su coche hablando como cada fin de semana. Fútbol, mujeres, cine; temas sin importancia, escuchábamos la radio, él al volante y yo a su lado en el asiento del copiloto, en un momento algo pasó delante nuestra, fugaz y silencioso. Una sombra cálida, imperceptible. No vimos su figura, podía ser humana o una mera ilusión. La sombra de la arena levantada por el viento.Unas gotas cayeron en el parabrisas, los limpia se movieron moviendo un liquido oscuro, no era agua, en realidad estos en vez de limpiar estaban cubriendo el cristal. No se podía ver nada. Yo intenté abrir la puerta pero esta estaba bloqueada se lo dije a mi compañero. Él ya no oía, en un primer momento no podía ver su cara, miraba hacía la izquierda, centraba su atención en imágenes que percibía alrededor. Un baile siniestro de figuras desconocidas. No se lo que vio, pero si lo vi entonces, esa mirada ya conocida, el cuchillo en sus manos y los ojos fijamente en mí. La locura se le había introducido dentro ahora estaba dispuesto a lo que fuese siempre que yo no actuase primero. Rompí un cristal e intente huir por la ventana, gracias a Dios era delgado y me escurrí como pude. No fue una buena idea pronto descubrí que ahí fuera estaba lo que había provocado la locura asesina a mi compañero. Una locura que perforó mi cuerpo con la facilidad de la mantequilla. Ven muerte y recíbeme en tu reino, ese reino de dolor y podredumbre...