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  • Borro
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  • thumb|310pxIntento terminar de escribir el relato, pero no puedo concentrarme. Si no es la charla de las visitas, es el ruido de los autos al pasar. Ni siquiera en la clausura del estudio encuentro la tranquilidad que me permita escuchar mis propios pensamientos. Miro ansiosamente el reloj. Todavía no. Tipeo, borro, tipeo. Releo, corrijo, prosigo, resumo, reniego... Decido descansar un minuto. No sé para qué me esfuerzo tanto. Borro. Solamente tengo que esperar. Al principio me daba miedo, pero siento que ya me he acostumbrado. Borro. Borro. Ahora no queda nada. No sé si alegrarme u horrorizarme.
  • La Guardia Celestial es un Capítulo sobre el cual se sabe poco y es posible que el Hermano de Batalla Borro represente el único caso de un integrante que jamás haya realizado una Larga Vigilia en la Cuenca de Jericho o en cualquier otro lugar. Los anales de los Guardianes de la Muerte registran que Borro estaba sirviendo en su primera vigilia cuando emergieron los acontecimientos de la defensa de la Estación de la Guardia Midael y era considerado como un guerrero competente y un Apotecario profesional. La red de espionaje de la Fortaleza de la Guardia Erioch tiene grabada la imagen de Borro recuperando las glándulas progenoides de un hermano caído mientras se defendía de los ataques de no menos de tres Marines Espaciales del Caos, escena que se reproduce en numerosas obras litúrgicas. La m
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  • La Guardia Celestial es un Capítulo sobre el cual se sabe poco y es posible que el Hermano de Batalla Borro represente el único caso de un integrante que jamás haya realizado una Larga Vigilia en la Cuenca de Jericho o en cualquier otro lugar. Los anales de los Guardianes de la Muerte registran que Borro estaba sirviendo en su primera vigilia cuando emergieron los acontecimientos de la defensa de la Estación de la Guardia Midael y era considerado como un guerrero competente y un Apotecario profesional. La red de espionaje de la Fortaleza de la Guardia Erioch tiene grabada la imagen de Borro recuperando las glándulas progenoides de un hermano caído mientras se defendía de los ataques de no menos de tres Marines Espaciales del Caos, escena que se reproduce en numerosas obras litúrgicas. La más grande cuelga en la torre de la propia Estación de la Guardia Midael, cuya forma es la de un tapiz de diez metros de ancho y cuarenta de largo, situado en el espacio central del interior de la torre. Borro se ha convertido en algo así como un tótem para los Apotecarios que sirven a los Guardianes de la Muerte en la Cuenca de Jericho, y muchos invocan su nombre y su memoria mientras se preparan para una misión.
  • thumb|310pxIntento terminar de escribir el relato, pero no puedo concentrarme. Si no es la charla de las visitas, es el ruido de los autos al pasar. Ni siquiera en la clausura del estudio encuentro la tranquilidad que me permita escuchar mis propios pensamientos. Miro ansiosamente el reloj. Todavía no. Tipeo, borro, tipeo. Releo, corrijo, prosigo, resumo, reniego... Decido descansar un minuto. No sé para qué me esfuerzo tanto. Borro. Solamente tengo que esperar. Al principio me daba miedo, pero siento que ya me he acostumbrado. Me tiro boca arriba en el sofá, los brazos cruzados sobre el cuerpo, los ojos cerrados. Trato de ver adentro. Me cuesta delinear las formas. No termino de entender. No encuentro nada de lo que busco. Miro preocupado el reloj. Todavía no. Me levanto, camino por el cuarto con gesto amargo. Trato de recapitular lo que llevo escrito. No le encuentro mucho sentido. No me entusiasmaría mucho leer eso. No vale demasiado la pena. No sé para qué me esfuerzo tanto... Borro. De pie, inclinado sobre la computadora, me pierdo un momento observando el cursor. Aparece, desaparece, aparece, desaparece. Miro anhelante el reloj. Todavía no. Lo que eliminé era malo, lo que queda aún peor. Me siento en la silla, desilusionado. Nada tiene forma, no logro entender. No encuentro nada de lo que busco. No sé para qué me esfuerzo tanto... Borro. Ahora no queda nada. Miro sobrecogido el reloj. Todavía falta, pero de todas maneras siento algo. Se ha adelantado. O el reloj no funciona. O acabo de perder todo rastro de control. No sé si alegrarme u horrorizarme. Al fin y al cabo no valía la pena esforzarse tanto tratando de encontrar claridad en mis propios pensamientos. Es mejor que me limite a escribir lo que dicen las otras voces. Categoría:Mentes trastornadas