| Contenido | - No puedo parar de pensar en los gritos de esas pobres almas encerradas en el sótano. Les administré el virus siguiendo las instrucciones que el Sr. Spencer me dio hace una semana. Sea lo que sea en lo que se han convertido, eso ya no es humano.
He asistido al Sr. Spencer en multitud de experimentos. Aún desconozco de qué utilidad puede serle un simple mayordomo sin estudios, pero debería sentirme orgulloso de que el señor confíe en mi para sus importantes quehaceres. Él no acostumbra a mostrar más que desprecio y recelo para todo aquello cuanto le rodea.
Sin embargo, no puedo dejar de sentir una gran desavenencia entre lo que pienso que debería sentir y lo que siento en realidad. Por un lado, me siento lleno de joya ante la oportunidad de poder ayudar a mi amo; mas por otro, siento como si a cada experimento que realizara mi alma se desvaneciera un poco más.
El único modo de seguir cuerdo es tomándome descansos, intentando aislarme de cualquier tipo de emoción. Ante todo, debo actuar sin cuestionar a mi señor.
Deber y honor: eso es lo que está en juego.
Durante generaciones, mi familia ha estado al servicio de la familia Spencer. Nunca eludiré mis deberes y seré leal al Sr. Spencer hasta el fin. He dedicado mi vida a servirle, y ante esto no hay vuelta atrás.
Es hora de examinar a los sujetos del experimento y de informar al Sr. Spencer de su estado actual.
Cumpliré mi deber con el más absoluto honor.
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