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  • Pedro El Destilador
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  • Durante el cuarto y quinto curso de la escuela primaria, Amanda solía pasar la noche en la casa de su amigo Tom casi toda la semana. Tom vivía en una casa de campo en ruinas, compartía habitación con su hermano mayor, Guillermo. Los tres tenían la costumbre de quedarse despiertos hasta tarde contando historias de terror. Y la mas aterradora para Amanda fue una historia real. Así era como la contaba Guillermo. El niño escuchó en el vestíbulo pasos de botas, pasos demasiado pesados para ser su padre. Casi podía oler el alcohol a través de la puerta de su cuarto. El niño estaba horrorizado.
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  • Durante el cuarto y quinto curso de la escuela primaria, Amanda solía pasar la noche en la casa de su amigo Tom casi toda la semana. Tom vivía en una casa de campo en ruinas, compartía habitación con su hermano mayor, Guillermo. Los tres tenían la costumbre de quedarse despiertos hasta tarde contando historias de terror. Y la mas aterradora para Amanda fue una historia real. Así era como la contaba Guillermo. En el siglo XX, esta casa era propiedad de otra familia. Su vecino más cercano era un innato fabricante de alcohol ilegal llamado Pedro. Pedro vivía en una cabaña en la mitad del bosque, y a menudo tenía problemas con la ley. Los padres de la familia advirtieron a su pequeño y pequeña nunca acercarse a la propiedad de Pedro. El joven chico vivía en esta misma habitación, y una noche se despertó con el sonido de cristal roto en algún lugar del interior de la casa. Viviendo tan cerca de la casa de Pedro, el chico fue muy cauteloso y en lugar de abrir la puerta, la cerró con llave. El arrimó su oreja a la puerta y prestó atención. El niño escuchó en el vestíbulo pasos de botas, pasos demasiado pesados para ser su padre. Casi podía oler el alcohol a través de la puerta de su cuarto. Era Pedro, pero el niño no abrió y superando su pavor gritó que no. Al cabo de un minuto, el niño pudo oír las botas de Pedro desvanecerse a través de la casa. Y en un cuarto distante pudo escuchar a su padre gritar a Pedro, pero los gritos pronto se convirtieron en chillidos de dolor durante casi una hora. Estos gritos se deterioraban a medida que las cuerdas vocales del padre se quedaban sin fuerzas por el continuo esfuerzo. El niño pensó que los gritos de agonía era lo peor que jamas había escuchado en su vida hasta que los mismos se reemplazaron por algo mucho peor... El silencio. Los pasos de Pedro regresaron con pesadez al cuarto del niño, golpeteó la puerta de roble y dijo: El niño podía sentir el olor a alcohol a través de la puerta, y de nuevo el niño negó, y así llegó el turno de su madre. Sus gritos y chillidos retumbaron en los oídos del pobre chico durante dos horas. Y cuando se detuvieron, las pesadas botas regresaron con la misma pesadez de antes. El hedor a alcohol era insoportable. El niño estaba horrorizado. Pedro estaba borracho y disfrutando, se rió entre dientes. Pero el niño no abrió, así que se pasó las siguientes tres horas escuchando los terribles gritos de su hermana pequeña. Cuando la policía vino a investigar la casa dos días más tarde, encontraron a la madre, el padre y a la hermana atados a sus camas con los brazos y las piernas abiertas. Pedro había abierto un pequeño orificio en sus abdominales inferiores y tirado de los intestinos centímetro a centímetro mientras morían del dolor. Encontraron al niño deshidratado pero vivo. Estaba todavía encerrado en esta misma habitación, escuchando a través de esta misma puerta. Estaba completamente paralizado, catatónico, se pasó toda la vida encerrado en un psiquiátrico murmurado ocasionalmente: Pedro fue capturado y ejecutado, su choza fue derribada pero su fantasma todavía mora en esta casa. Aveces podemos sentir cierto olor a dulce alcohol destilado por la mañana y dolor en nuestras tripas. Y cuando eso ocurre sabemos que Pedro estuvo aquí durante la noche intentando sacarnos las entrañas. Esta historia le ponía a Amanda los pelos de punta. Siempre insistía en que los tres durmieran juntos con la puerta del cuarto cerrada con llave y las luces encendidas. La imaginación es tan poderosa en esas edades que incluso Amanda se asustaba por cualquier ruido pequeño que hubiese en la casa antes de finalmente dormirse. Siempre que se despertaba en esa casa podía oler el débil y dulce aroma de alcohol destilado de Pedro. Y para ser honestos sentía dolor en su abdomen. Siempre que se lo contaba a sus hermanos, ellos se burlaban y le seguían el juego. -Si yo también puedo olerlo y me duele el estomago.-Decían, para darle miedo. Se mudaron a otra cuidad cuando Amanda estaba en quinto curso, y desde entonces no los había vuelto a ver. Amanda estaba sentada en su clase de química en la facultad, mientras preparaba un experimento, uno de los productos desprendió un olor que ella pudo identificar al instante. Olía exactamente igual a lo que ella tenia en su memoria como el alcohol destilado de Pedro. Es un olor increíblemente distintivo, penetrante, casi dulce, no como el alcohol fuerte o del todo destilado, pero algo similar. No lo había sentido desde aquellas mañanas después de dormir con Tom y Guillermo. Ese era exactamente el mismo olor. Así que tomo el frasco y leyó la etiqueta. "Diethyl Ether" Eter Etilico, es un químico utilizado como anestésico general en el pasado. Amanda se quedo paralizada con la mirada perdida en algún punto del laboratorio. Recordó que cada noche que cerraba la puerta con llave, recordó despertarse con un ligero aroma a Eter en su boca. Recordó el particular dolor en su abdomen cada mañana, y se dio cuenta de que "Pedro El Destilador" nunca había existido. Se dio cuenta de que le habían estado violando. Author: Ovenfriend Creepypasta original: Pete The Moonshiner Categoría:Mentes trastornadas