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  • Los guantes de Emma
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  • Emma solía ser mi mejor amiga. Me senté junto a Emma en la clase de la señora Moyer, y fue así como nos conocimos. En el recreo coloreábamos unos libros para colorear, y jugábamos a las carrera para ver quién era la más rápida, siempre estuve por supuesto en el primer lugar, incluso yo compartía mis galletas con ella a la hora de comer (algo que nunca haría con nadie más). Ella me explico que eran asquerosos de todos modos, y los tiro después de eso. Yo no entendía por qué no le gustaban mas, esa no era Emma. "¿Jugar a que?" Le pregunte. "Está bien", le dije.
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  • Emma solía ser mi mejor amiga. Me senté junto a Emma en la clase de la señora Moyer, y fue así como nos conocimos. En el recreo coloreábamos unos libros para colorear, y jugábamos a las carrera para ver quién era la más rápida, siempre estuve por supuesto en el primer lugar, incluso yo compartía mis galletas con ella a la hora de comer (algo que nunca haría con nadie más). Un día Emma llegó a clase y ella tenía los guantes más bonitos en el mundo entero. Todos ellos eran de color rosa con grandes lunares blancos y tenía un diminuto arco en la parte superior de las muñecas. Emma les mostró en clases y contó que no se los sacaba todo el día, ni siquiera para agarrar mis galletas. Fue ese día que ella me mostró sus bolos de juguete de magia y ella me dijo que ya no los necesitaba más. Ella me explico que eran asquerosos de todos modos, y los tiro después de eso. Yo no entendía por qué no le gustaban mas, esa no era Emma. Fue después de ese día que empezó a usar esos guantes que dejamos de ser las mejores amigas. Emma empezó a ser muy mala, ya no coloreábamos juntas, y no compitió, y ella me dijo que mis galletas estaban sucias y que olían mal. Ahora sé que mis galletas no estaban sucias, mi mamá los puso en bolsas pequeñas para mí y ella siempre se lavó las manos. Emma empezó a decirle a todos los niños en nuestra mesa del almuerzo que su comida estaba sucia, incluso los que tienen esas cajas de almuerzo de historietas a prueba de germenes, y yo sabía que no era cierto. Un día ella nos grito a todos nosotros y nos dijo que nuestra comida era tan sucia que ni siquiera podía sentarse con nosotros. Decidió sentarse solo y se quedó mirando a sus guantes, porque incluso su comida estaba sucia ahora. Creo que los guantes hacen que la gente de verdad se enferme, porque Emma nunca tomó la veíamos fuera y cada vez la veíamos mas pálida. Su cabello era asqueroso y olía un poco extraño, como cuando mamá se olvidara de limpiar el refrigerador. Decidió sentarse sola en clase, y lo único que hizo fue evitar tocar el violín con sus manos en sus guantes en el pequeño cubículo debajo de su escritorio y afilar sus lápices muy seguido. No hacia sus tareas, ni contestaba a la señora Moyer, e incluso dejo de ir al recreo (El cual pasaba en el baño). Había pasado mucho tiempo desde que hablé con Emma y se veía aún más enferma, y más blanca, su piel y cabello estaban grasoso y opaco, me atrevería a decir que incluso la vi mas delgada casi rayando a la anorexia. Incluso sus guantes tenía manchas de aspecto divertido en ellos, pero Emma los amaba más que cualquier cosa. Todo lo que hacía era tocar un violín invisible con sus guantes, y susurraba acerca de todas las cosas sucias, y decirse a sí misma que estaba bien porque estaba limpia. Fue este día que hablé con ella de nuevo. Era el recreo, y tropecé con los cordones de mis zapatos en un poco de barro. La Sra. Moyer me dijo que fuera al baño. Entré y vi la espalda de Emma. Le dije "hola" a ella y me fui a conseguir algunas toallas de papel desde el dispensador, y vi que los guantes de Emma estaban en el lavabo. "¿Quieres jugar a un juego secreto?" Emma me preguntó, sin dejar de mirar la pared con las manos a la cara, como si estuviera contando para jugar a las escondidas. Hizo sonidos divertidos también como un pequeño cachorro. "¿Jugar a que?" Le pregunte. "Yo te digo un secreto y tu nunca le dirás a nadie", dijo mientras ella hacia sonidos mas suaves. "Está bien", le dije. "He encontrado algo que no estaba sucio. No soy sucia". Ella se dio la vuelta entonces. Grité y corrí muy rápido como cuando Emma competía conmigo. Me di cuenta de que nunca saco filo a sus lápices debajo de su escritorio. Ella tenía su sacapuntas roto en una mano, el plástico había sido arrancado. Partes de las manos de Emma estaban despellejadas, arrancadas, afeitadas, y mordidas. Otras partes eran negras con cosas de color amarillento que después supe que era pus. Tenía piezas, pequeñas piezas de carne pegadas a sus labios y sus dientes. Corrí y corrí, y lloré en la cadera de la señora Moyer. Yo no quiero jugar a ese juego secreto. Le dije que los guantes de Emma se la estaban comiendo a ella. Ella se rió de mí y me dijo que los guantes no podían comer a la gente, pero yo lloré, y lloré hasta que la señora Moyer me dejó para ir a hablar con Emma para reprenderla por asustarme. Cuando Emma regresó ella usaba uno de sus guantes, se veía un poco vacío. Sus otros guantes estaban en vuelto alrededor del muñón donde supuesta mente debería ir su mano, el guante se lo había comido por completo. La señora Moyer dejó envuelto el lugar donde debía ir su mano con el guante que quedaba, porque todo el mundo se quedo mirando el pequeño trozo de carne que quedaba. Emma no habló con nadie. Cuando se la llevaron de urgencia al hospital, ella se volvió a mirar en la ventana del salón, mordiendo en el interior de sus mejillas, susurraba a sí misma que su boca, no estaba sucia. Emma dejo de ir a clases durante mucho tiempo. Mucho tiempo después de eso, el director dijo que nadie podía usar guantes nunca mas, y conseguimos nuevos escritorios sin cubículos en ellos, la enfermera de la escuela tenía todo el mundo dentro de su oficina, uno por uno entrabamos en el recreo para que revisaran nuestras manos. Después de todo eso nuestras madres nos prohibieron hablarle a Emma para siempre.