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  • Purificación de Thoth
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  • En el punto culminante de la Cruzada Machariana, las fuerzas imperiales llegaron al Mundo Desértico de Thoth. Este mundo no podía volver al amparo del Imperio, pues su población se había desviado demasiado de la Luz del Emperador regresan­do a la adoración de los poderes de la Disformidad. Sus conta­minados habitantes no debían sobrevivir, así que el Comandante Solar Macharius ordenó su exterminio.
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  • En el punto culminante de la Cruzada Machariana, las fuerzas imperiales llegaron al Mundo Desértico de Thoth. Este mundo no podía volver al amparo del Imperio, pues su población se había desviado demasiado de la Luz del Emperador regresan­do a la adoración de los poderes de la Disformidad. Sus conta­minados habitantes no debían sobrevivir, así que el Comandante Solar Macharius ordenó su exterminio. Pero las Brujas de Thoth invocaron a los espíritus elementales de la noche del desierto, y causaron una incursión demoníaca a escala planetaria en una sola noche de blasfemia y sacri­ficio. La Guardia Imperial invasora estaba muy repartida cuan­do los cielos ardieron con fuego brujo y las zonas de desembar­co se convirtieron rápidamente en campos de huesos ennegrecidos que eran roídos por balbuceantes Demonios. Sin embargo, una unidad sobrevivió a la masacre y su líder, el famoso Capitán Al'Rahem, contactó con unos nativos desconocidos que vivían en el desierto profundo. Estos nómadas no esta­ban corrompidos por el Caos y odiaban profundamente a las brujas que gobernaban su mundo. Líder nato, El'rahem unifi­có las tribus de los N'go y batalló contra las criaturas que contaminaban el mundo. Aunque las tribus fueron casi ani­quiladas en este salvaje conflicto, los ejércitos de Al'Rahem lograron finalmente derrotar a las fuerzas del Caos. Pero pese a las victorias de la Guardia y de los nativos, Thoth fue declarada "Mundo Prohibido". Cuando Al'Rahem y sus aliados fueron evacuados, el planeta fue bombardeado con virus por las naves ejecutoras de la Inquisición. No sobrevivió ningún ser vivo en Thoth; no quedó ni un alma humana para poder volver a invocar las bestias de la disformidad con súpli­cas impías.