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  • Una chica de 13 años, cabello castaño oscuro y ojos cafés que cambian ligeramente a verde al sol, estaba sentada en el asiento del copiloto al lado de su madre. Iban camino a misa. —Mamá, ¿es muy necesario ir? —Sí. No te quejes. Dios es lo más grande de esta vida. —Bueno. Y con esto Valerie volvió a ponerse sus audífonos. Llegaron a la iglesia y ella se aburrió mortalmente como siempre. Tan repetitivo. Tan monótono. Todas las semanas era lo mismo. Ese domingo su papá se había salvado de ir a misa, se había peleado con su madre.
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  • Una chica de 13 años, cabello castaño oscuro y ojos cafés que cambian ligeramente a verde al sol, estaba sentada en el asiento del copiloto al lado de su madre. Iban camino a misa. —Mamá, ¿es muy necesario ir? —Sí. No te quejes. Dios es lo más grande de esta vida. —Bueno. Y con esto Valerie volvió a ponerse sus audífonos. Llegaron a la iglesia y ella se aburrió mortalmente como siempre. Tan repetitivo. Tan monótono. Todas las semanas era lo mismo. Ese domingo su papá se había salvado de ir a misa, se había peleado con su madre. Ella era atea, su padre no era ateo pero siempre la apoyaba en todo, no decía nada porque si alguno de sus dos papás se enteraban, probablamente pelearían a tal grado que podrían llegar al divorcio. Aunque según Valerie, eso no sería tan malo, de todos modos se la pasaban peleando. Como sea, la misa terminó y fue de las horas más largas de su vida, nunca cambiaba; párate, siéntate, híncate, vuelve a sentarte; la misma rutina aburrida de siempre. A ella se le hacía una estupidez creer en un amigo imaginario, en una imagen falsa, en un personaje ficticio. Regresó a encerrarse a su recámara y estar todo el día checando las redes sociales, leer libros, ver videos, jugar algún videojuego, etc. Al final del día sólo bajó a recoger 3 paquetes de galletas, 4 panes blancos, mermelada y un untador. Su comida para los próximos 4 días. Ninguno de sus dos padres se preocupaban demasiado por ella así que podía hacer lo que quisiera todo el fin de semana. El día terminó y se durmió temprano, por alguna extraña razón, le dio sueño antes de lo normal. El despertador la hizo salir de la cama al día siguiente, preparó su almuerzo y su padre la llevó a la escuela como siempre, no le gustaba ir a una escuela católica pero no podía decir nada al respecto. Las clases pasaron como siempre. Lo que le gustaba de la escuela es que le tocaba ir al laboratorio de biología los lunes, le encantaba cortar, matar, cocer o ahogar cosas para luego estudiarlas, siempre le había gustado el color, consistencia y sabor de la sangre. Ella era la que siempre abría los animales cuando disecaban algo. Siempre pasaba con 10 esa materia. Pasó la semana totalmente normal, pero el sábado fue demasiado. Su madre se enojó como siempre con ella pero esta vez la golpeó fuertemente en la cara haciéndola caer al suelo. Ella solo se retiró a su recámara con el labio sangrando un poco al igual que la nariz. Eso ya era demasiado, había acabado con su cordura. Habían pasado tantos años en los que ella había aguantado su maltrato. Además de que nadie en la escuela le hacía caso. Era la rara, la loca, la niña perturbadora. Así que esperó a que su madre durmiera y se escabulló a su cuarto con un vestido rojo de cuadros azules, mallas negras al igual que sus botas y una chamarra igualmente negra que tenía una capucha que le cubría la mayoría de su rostro si que ella perdiera la visión. Su padre y su madre estaban profundamente dormidos. Tomó la veladora que tenía su mamá en su tocador y la encendió con uno de los cerillos que siempre estaban cerca de la esta. Conectó la plancha y encendió otro cerillo. Su madre despertó y ella se escondió rápidamente debajo de la cama apagando el fósforo. Mary solo apagó la veladora y volvió a dormir, ignorando por completo que la plancha estaba conectada. Valerie encendió un fósforo nuevo, quemó las imágenes de santos que tenía en el mueble y lo poco que quedaba del fósforo, lo aventó a la cama de sus padres. Corrió hacia la puerta y lo último que dijo antes de huir fue: "You just had to stop believing". Comenzó a escuchar los gritos desesperados de sus padres, nunca se arrepintió de esto, y tampoco se arrepintió cuando entró a la casa de cada uno de sus compañeros que la molestaban y los asesinó lenta y dolorosamente al igual que a los familiares de estos. Nunca la atrapan cada que comete un asesinato. Si alguna vez escuchas que alguien te susurra al oído que dejes de creer, hazlo por tu propio bien o Faith Stealer robará de una vez y para siempre tu fe. Categoría:Mentes trastornadas