| Contenido | - Los Ndipaya habitan estructuras de madera únicas, situadas en pantanos. Sus avanzadas técnicas arquitectónicas se emplean en todo el mundo para la reparación y el mantenimiento de antiguas ruinas en mal estado.
Así es como conocemos a los Ndipaya.
Sin embargo, poseen un secreto que no desean compartir con el resto del mundo: que las antiguas ruinas del reino Ndipaya yacen bajo sus tierras.
En la antigüedad, las zonas limítrofes se hallaban bajo el control del reino soberano de los Ndipaya y la ciudad en ruinas albergaba el trono.
Mención a parte merece su sistema de elección del rey.
Aunque los Ndipaya contaban con una monarquía, el regente no se decidía por su ascendencia, sino por las habilidades y cualidades mostradas durante una ceremonia determinada, donde se utilizaba una planta especial que crecía en el Jardín del Sol, situado en el corazón de la ciudad real.
Esta recibía el nombre de Ascensión al Sol.
Era una planta extremadamente venenosa, de efectos letales si se ingería. Sin embargo, algunas personas gozaban de una inmunidad natural al veneno.
Los Ndipaya creían que quien sobrevivía al veneno estaba destinado a ser rey.
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Encontrar a alguien que, incluso dotado de inmunidad natural, fuera capaz de sobrevivir a la ingesta de tan poderoso veneno, era una rareza. Según la tradición popular Ndipaya, uno de estos hombres reino durante varios siglos. Si esta leyenda reviste veracidad alguna es algo que no estamos en condición de confirmar actualmente.
Solo sabemos que este otrora prospero reino entró en decadencia y acabo siendo abandonado por los Ndipaya.
Se desconocen los motivos que llevaron a los Ndipaya a abandonar la ciudad y trasladarse a los pantanos. Toda la información al respecto proviene de la rumorología y la tradición oral, con lo que la validez de la misma queda evidentemente en tela de juicio.
Lo que si sabemos es que, tras abandonar la ciudad, los Ndipaya la consideraron sagrada y prometieron ocultar su existencia al mundo exterior.
Todos los varones Ndipaya de trece a veinticinco años de edad están obligados a servir durante dos años en la ciudad para guardarla y protegerla.
Gracias a su vigilancia constante, la existencia de esta urbe sigue siendo desconocida para el mundo exterior.
No obstante, si hubo una ocasión en la que alguien descubrió tan secreto lugar. En los sesenta, una corporación se adentro en la ciudad sagrada en busca de la planta empleada en sus ceremonias y se la llevo por la fuerza.
Los Ndipaya opusieron una resistencia feroz a esta incursión en sus tierras. En tiempos de paz, los Ndipaya son constructores de renombre aunque, cuando se ven abocados a la guerra, pueden convertirse en bravos soldados. Esta capacidad de adaptación es el rasgo distintivo de los Ndipaya.
Su fuerza física en batalla constituía su principal arma, de la que se servían para luchar con valentía. Pero se vieron superados por las ventajas tecnológicas de su enemigo.
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Al final, los Ndipaya se vieron obligados a ceder el control del Jardín del Sol y de muchas otras tierras a la corporación.
Sin embargo, los Ndipaya todavía no han perdido la esperanza de recuperar un día su tierra sagrada y devolverle su antiguo esplendor.
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