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  • Mi Hermano Gemelo
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  • Era la última hora de la tarde y Carlos atendía a un cliente. - Pase mañana a estas horas y le tendremos preparado su pedido. - De acuerdo – contestó la chica – mañana me pasaré. Mientras la chica se alejaba, Carlos la observaba. Aquellos ojos le habían dejado totalmente deslumbrado. - ¡Carlos! ¡Reacciona! – le gritó su hermano Javi – Hay trabajo que hacer. Carlos era tranquilo, simpático y amable, mientras que Javi era todo lo contrario, antipático y bastante tosco. Varios días habían transcurrido y no había pasado a recogerlos. Así que Carlos le preguntó a su hermano: - ¿Qué te ocurre?
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  • Era la última hora de la tarde y Carlos atendía a un cliente. - Pase mañana a estas horas y le tendremos preparado su pedido. - De acuerdo – contestó la chica – mañana me pasaré. Mientras la chica se alejaba, Carlos la observaba. Aquellos ojos le habían dejado totalmente deslumbrado. - ¡Carlos! ¡Reacciona! – le gritó su hermano Javi – Hay trabajo que hacer. Carlos trabajaba en un desguace. Una empresa familiar en la que trabajaban sus padres, un par de empleados y los dos hermanos. Carlos y Javi. Los hermanos eran algo más que eso, eran gemelos, un vínculo que los uniría por siempre. A pesar de ser gemelos eran de caracteres muy diferentes. Carlos era tranquilo, simpático y amable, mientras que Javi era todo lo contrario, antipático y bastante tosco. El día a día en el desguace era bastante entretenido, los días pasaban entre atender a la gente que acudía a por repuestos y la demolición de los coches que a Carlos le tocaba prensar. Estando Carlos en el almacén se percató de unos repuestos que había apartados. Era el pedido de aquella chica. Varios días habían transcurrido y no había pasado a recogerlos. Así que Carlos le preguntó a su hermano: - Javi, ¿No ha venido la chica a recoger su pedido? - No. Hace ya días que tenemos los recambios aquí y no ha venido. Llamé al teléfono que nos dio y nadie contesta. Al final nos tocará quedarnos con los trastos estos. Ya verás. Carlos se quedó extrañado, pues la chica puso mucho interés en los repuestos que había pedido. De todos modos él siguió con su trabajo. Había anochecido, y la afluencia de gente era casi nula, así que decidió entrar en la oficina de su almacén a comer algo y ver un rato la tele, si viniera alguien que tocara el timbre pensó. Se acomodó en su vieja butaca, reposó sus piernas sobre la mesa en la que estaba la televisión, cuando de pronto la televisión comenzó a hacer interferencias, unas interferencias que dejaban el aparato totalmente en blanco. - ¿Qué le pasa a este trasto?- se preguntaba mientras le daba unos suaves golpes al televisor, cuando de pronto oyó algo que provenía del propio aparato. Una especie de murmullo que hizo pegar el oído al altavoz de la tele. - ¡Parece una voz! Una especie de susurro. Carlos se apartó del altavoz unos centímetros y se fijo en la pantalla cuando de repente la imagen de una chica ensangrentada apareció. Fue solo un segundo, pero el susto hizo que le temblara todo el cuerpo. - ¿Qué ha sido eso?- se preguntó sorprendido, pues la imagen de la chica que había aparecido se asemejaba a la de la joven que tenía que haber pasado a recoger su pedido- habrá sido una interferencia de otro canal- intentó convencerse él mismo. No quiso comentarle nada a nadie por si le tomaban por loco y decidió irse a casa a dormir. Ya en casa le costó conciliar el sueño. -¡Es que era ella, eran sus ojos!- se decía una y otra vez. Estuvo varias horas acostado mirando el techo de su habitación hasta que cayó en un profundo sueño. Pero lejos de tener un plácido sueño, tuvo una pesadilla, una pesadilla que le hizo despertar totalmente alterado y empapado en sudor. Al día siguiente cuando llegó al desguace lo primero que hizo fue contárselo a su hermano. - Javi, tengo que contarte algo que me pasó anoche- le dijo en voz baja por miedo a que alguien le escuchara. - ¿Qué te ocurre? - Anoche viendo la tele en el almacén me pasó algo muy extraño. - ¿Qué te pasó? - Viendo la tele, ésta se puso a hacer ruidos extraños y apareció de repente la imagen de una chica ensangrentada. - Habrá sido una interferencia y… - ¡Escúchame! Además anoche tuve una pesadilla. Soñé con la chica que vino el otro día. Soñé que yo estaba en una especie de zulo, y al fondo cara a la pared una chica de espaldas, me acercaba a ella y cuando le iba a tocar la espalda, se giraba. ¡Era ella! ¡Estaba totalmente ensangrentada desde la cabeza hasta los pies, parecía que la habían apuñalado! Javi miró a su hermano y no le hizo mucho caso. Así que Carlos siguió con su trabajo. Un cliente acababa de entrar. - ¿Dígame? ¿Qué quería? - Hola, soy el inspector Redondo, de la policía – le contestó mientras le enseñaba la placa policial. - ¿Ocurre algo agente?- le respondió Carlos sorprendido por la visita. - Estoy buscando a esta chica. ¿La conoce?- le dijo el policía mientras le enseñaba una foto. - Sí. La conozco. Estuvo el otro día aquí – Carlos se quedó totalmente blanco. Eras ella. La chica de la tele y de su pesadilla - ¿Ha pasado algo? - Esta chica lleva desaparecida varios días. Sabemos que el día antes a su desaparición estuvo aquí y quería hacerles unas preguntas. - Mire. Aquí estuvo el lunes, hizo un pedido y ya no vino a recogerlo. Ya no sabemos nada más. - ¿Le atendió usted mismo? - Sí. Y ya no la he vuelto a ver. - Bueno. Tal vez me vuelva a pasar por aquí. Si se enterara de algo o se acordara de algo, aunque de un pequeño detalle se trate, llámeme, este es mi teléfono – le dijo el policía mientras le entregaba una tarjeta con su teléfono. Carlos observo cómo se marchaba el agente haciéndose mil preguntas sobre todo lo que le estaba pasando. ¿Era todo una coincidencia? Más que coincidencia era estremecedor. ¿Tendría una especie de sexto sentido? La tarde transcurrió con normalidad de no ser por lo sucedido con el agente. Carlos se preparaba para cerrar el desguace, pero cuando iba a cerrar la puerta, los perros se pusieron a ladrar totalmente enardecidos. Así que prefirió echar un vistazo antes de marcharse a casa. Se acercó a los perros que no paraban de ladrar mirando al mismo punto. - ¿Qué ocurre amigos, que habéis visto?- Carlos miró en ese momento al fondo de la calle, una calle formada por pilas de coches amontonados unos sobre otros a ambos lados. La oscuridad era casi total, solo la luna alumbraba aquel desguace. Y al fondo la silueta de una persona. - ¡Oiga! ¡Qué hace usted ahí! Pero la silueta se dio la vuelta y se perdió en la oscuridad. Así que Carlos soltó a los perros, y estos salieron corriendo en busca de aquella persona. Carlos siguió a los perros. Éstos habían parado en una caseta que tenían para las herramientas. La puerta estaba entreabierta y decidió entrar. El interior de la caseta no era muy grande, apenas veinte metros cuadrados sin ninguna habitación o cuartito, así que Carlos decidió buscar en otro sitio, ya que allí no había nadie, pero entonces los perros se pusieron a husmear sobre el piso, un piso que estaba hecho de tablones de madera. Carlos se agachó y palpó los tablones. Uno de ellos parecía que tenía juego, y solo con las uñas pudo levantarlo. Cuando quitó el tablón pudo ver unas escaleras que llevaban a una especie de habitación o zulo. Apartó los tablones necesarios para poder bajar, y una vez bajaba las escaleras podía recordar aquella habitación, era el zulo que vio en su pesadilla. El miedo se apoderaba por momentos de su cuerpo. Pero entonces algo atroz impregnó las retinas de Carlos. Sobre una especie de camilla se encontraba la chica desaparecida, estaba muerta. El cuerpo inerte se encontraba mutilado por varias zonas de su cuerpo, y además pudo ver sobre algunas mesas, huesos y extremidades de otros cadáveres, cuando entonces hizo acto de presencia… - ¡Carlos! ¿Qué haces aquí?- preguntó su hermano Javi mientras bajaba la escalera tranquilamente. - ¡Dios, Javi! ¡Mira lo que he encontrado!- le gritó totalmente espantado. - ¡Te he hecho una pregunta! ¡Porque has bajado aquí!- le gritaba Javi furioso. - ¡Pero no me escuchas! Te estoy diciendo que… - en ese momento Javi cogió un cuchillo y se lo pasó por la lengua, como lamiéndolo. - ¡Has sido tú! ¿Cómo has podido? ¡Eres un… De pronto se oyeron unos pasos corriendo por la planta superior, unos pasos que bajarían rápidamente. Era la policía. - ¡Alto policía!- gritaron los policías mientras me apuntaban con sus arma. Al ver la policía, Carlos buscó con la mirada a Javi, pero éste se había esfumado. Así que la policía le esposó y se lo llevaron. Carlos se encontraba en la sala de interrogatorios, donde el inspector Redondo y un compañero le interrogaban. - Vamos a ver, Carlos ¡¡Por qué lo hiciste, y a cuántas mujeres mataste!! Carlos se derrumbó y contó todo lo sucedido. - ¡No fui yo! Contestó con la voz entrecortada - ¡Entonces dinos quien fue!- Gritó el comisario dando un puñetazo sobre la mesa. - ¡Fue mi ….. hermano! ¡Mi hermano gemelo Javi! Los dos policías se miraron y se susurraron algo al oído. - ¡A Ver Carlos¡ ¡¡Tú no tienes ningún hermano!! ¡¡Tu hermano murió hace muchos años!! - ¡¡Eso no es verdad!! ¡Él está vivo! ¡¡Javi está vivo!! ¡¡Fue él!! Los policías salieron de la sala y hablaron con los padres de Carlos, a los que les dijeron todo lo que había relatado en su confesión. Carlos nunca superó la muerte de su hermano, él mismo se echó la culpa de lo sucedido aquel día en el lago. Estuvo varios años con especialistas y creíamos que lo había superado- comentaban los padres a la policía totalmente apesadumbrados por todo lo sucedido. El hecho de ser gemelos fue algo todavía más duro para él. Y la rabia de aquel día le hizo desarrollar una doble personalidad. Pero nunca hubiéramos pensado que esa personalidad fuese a ser tan maligna. Javi murió pero siempre estuvo con Carlos.