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  • Morbilis.com
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  • Sí, yo doy fé que existió morbilis.com. ¿Cómo lo sé? Porque soy uno de los pocos que realmente visitó ese sitio web – hoy leyenda urbana – que duró solo dos semanas en línea, en junio de 2003. Era muy parecido a este foro: los usuarios realizaban aportes y contestaban los demás miembros. Siempre había dos moderadores, pero como suele suceder en estos casos, los respectivos nicks enmascaraban toda posible identidad. Recuerdo bien sus apodos: uno era Zoathán y el otro u otra Chámmata.
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  • Sí, yo doy fé que existió morbilis.com. ¿Cómo lo sé? Porque soy uno de los pocos que realmente visitó ese sitio web – hoy leyenda urbana – que duró solo dos semanas en línea, en junio de 2003. Era muy parecido a este foro: los usuarios realizaban aportes y contestaban los demás miembros. Siempre había dos moderadores, pero como suele suceder en estos casos, los respectivos nicks enmascaraban toda posible identidad. Recuerdo bien sus apodos: uno era Zoathán y el otro u otra Chámmata. Que yo recuerde, no había posibilidad alguna que uno pudiera ponerse en contacto con ellos, y una vez que alguien creaba un hilo solicitando charlar con ellos, ni siquiera recibía negativas. De alguna manera, oficiaban de meros censores y salvo cerrar tópics que juzgaran inapropiados, jamás se tenía referencia alguna de ellos. Ya sé que para ustedes no resulte un dato importante, pero para mí – a la luz de los hechos – hoy adquiere mayor relevancia. Bueno, para ir al grano, yo entré en esa página por recomendación de un compañero del CBC. Si bien hoy por hoy, el mito dice que para llegar a tener a información de aquél sitio se debía recibir un código mediante un mail de activación en cadena, yo lo niego categóricamente. Morbilis.com sólo fue difundido de boca en boca. Y si bien en su cantidad de lista de usuarios activos era inmensa (y a menudo variable), muy pocas personas lo conocían. Por aquél entonces yo no tenía servicio de internet en mi casa y el único desfogue para revisar mails (especie cada vez más extinción) o descargar música gratis en Napster (especie que definitivamente ya no reside en la faz de nuestra planeta) solía visitar un cibercafé, sobre la calle Monroe. ¿Pornografía? Imposible. Unas cámaras de seguridad se convertían en el más efectivo de los cinturones de castidad onanista. Bueno, para enumerar sus características puedo empezar diciendo que no era como cualquier otra página de internet que haya conocido. Para empezar, no figuraba en ningún motor de búsqueda y para llegar a aquel dominio había que escribir la textualmente ese jeroglífico que figura sobre la barra de direcciones. Yo la tenía anotado en mi cuaderno, jamás se me ocurrió hacer un copy and paste, y no sé si me arrepiento. De todas formas, allá por enero de 2004 lo recordé de manera fortuita y me encontré con una multitud de banners y spam. Yo había llegado a ese sitio preguntándole a mi amigo Carlos si conocía alguna páginas interesante, donde aprovechar mi hora de internet mientras esperaba pacientemente la descarga de mis adoradas canciones de heavy metal. Y entre un listado de innumerables comunidades de intercambio virtual de textos, de música, de imágenes graciosas y dentro de una genuina torre de Babel de inutilidades, me recomendó Morbilis.com Ya desde la primera vez que ingresé comprendí que era un sitio hecho a medida de mis gustos y aspiraciones. Ni yo mismo podría haber conseguido total cantidad y capacidad de contenidos. Siempre había información sobre mis bandas favoritas, actualizaciones casi constantes de sus actividades musicales, canciones para escuchar en línea (muchas de esas joyas que son inconseguibles para los más avezados adictos a la web, como grabaciones inéditas, ensayos, recitales y las llamadas “rarezas”, versiones corrompidas de las canciones originales.) Había secciones de música, había una cantidad importante de cuentos de terror y hasta cómics de Marvel, DC Comics, y demás editoras para leer de manera online. Incluso contenía juegos interactivos, bastante entretenidos. Pensándolo bien, jamás volví a verlos en ningún sitio, y hoy sé que no se debe a problemas de copyright. Una exquisita sección off topic nos deleitaba con pasajes de humor, cine, series de televisión y quien sabe cuántas más de aquellas bagatelas que nos adornan y hacen más tolerable la vida. Morbilis poseía, como he dicho, una amplia diversidad de artículos de todo tipo, y aunque luego aparecieron sitios homólogos, que incluso corregían sus falencias, quedó signado como un bastión original en los albores de la internet en las masas. Y entre sus debilidades, la peor de todas era que no disponía ningún link de decargas, lo que obligaba a que tan valioso material sólo pudiera disfrutarse en el preciso momento. Y lo peor de todo, los posteos eran efímeros: no recuerdo haber visto dos veces el mismo hilo, a excepción del que siempre permaneció intacto como último en la página 1, denominado “el video que no debes ver nunca”. Aunque será mejor que luego me refiera a él. Yo pasaba horas de mi vida en el cyber, surfeando en Internet, y siempre terminaba encallando continuamente en morbilis. Era un vicio, una adicción. Creo que esperaba con ansias que se hiciera la hora de finalizar la clase para ir mi antro de perdición. Es más, varias veces faltaba a las mismas para conectarme. En la página, no había que estar registrado para revisar los contenidos. Esa permeabilidad la volvía más atrayente: uno podía mantener aún más su anonimato y tener acceso a todo el repertorio de artículos gratuitamente. Igual, había muchos usuarios registrados. Dije que la cantidad de usuarios era variable. A veces figuraba una cantidad total de entre 500 y 1000, y a la media hora figuraban 5 o 2 millones. Razonándolo, bien podría haber un programa al azar que dispara esas cifras, o incluso un archivo en formato gif. Lo que es absolutamente falso es aquel rumor que, por más que aumentara la cantidad de registrados o se dieran de baja otros, permanecía siempre el número fijo de seiscientos sesenta y seis. ¿Para qué sumar elementos esotéricos cuando ya de por si la verdadera historia es por demás increíble? Como dije, no recuerdo haber visto jamás dos veces el mismo tema. Siempre atribuí ello a una estricta disciplina por parte de los moderadores fantasma,aunque probablemente sólo tenían una duración temporal. Yo tenía mi cuenta en morbilis.com. Allí me llamaba redninja. Solía participar en la mayoría de los temas abiertos, porque como dije, pertenecían a mi limitado espectro de debilidades. He abierto algunos de ellos, e opinado sobre músicos, e propuesto hipótesis de soluciones de conflictos entre usuarios, he realizado mis propias profecías sobre qué acontecería en los capítulos subsiguientes de mis cómics y he recomendado películas por doquier. Ya no hay evidencia o huella de mi paso por ese lugar y hasta es curioso cuando escribo redninja en mi buscador: se apaga la computadora. Mis amigos creen que es un truco, un algoritmo que yo programé para impresionarlos… sólo yo sé la verdad, desde que curioseé en el último tema que, en definitiva, hacía honor a su nombre. “El video que no debes ver jamás” se transformó en una obsesión de mi parte, dada su inamovilidad en un sitio que borraba su temario como el viento borra las huellas de la arena blanda. El titulo siempre me pareció tonto. Por lo tanto, jamás había despertado mi atención. Incluso formulé teorías personales sobre lo que contendría: material de gore, escatológico, algún chiste pesado, o sólo una estúpida llamada de atención. Y ojalá hubiera sido sólo eso. Hoy no me sentiría tan paranoico. No me sentiría tan inseguro. Sé que el video para muchos forma un mito y las historias que se contaron solo fueron los resabios de un teléfono descompuesto en el cual yo mismo colaboré en su deformación. De todas formas, ya me acostumbré a que nadie me crea. Por eso cuento todo esto en un foro, con un nick desconocido, sin poner mis datos personales y sabiendo que, aunque tampoco en ustedes tenga credibilidad, al menos puedan conocer mi relato. Y sé que ustedes lo leerán hasta el final, más allá de si luego lo olvidan, lo comparten o lo critican negativamente. Y tal vez no les resulte aterrador el resultado de lo que yo ví en ese video: yo jamás lo podré borrar de mi mente. La grabación solo duraba un minuto y transcurría en un granero. En él había una rata enorme que se comía un araña y crecía veinte centímetros, luego engullía a un perro y finalmente atacaba a un pobre hombre que ingresaba en la habitación. Dicho así, es imposible que quien lea esto le produzca miedo pero para mí que no creo en premoniciones sí lo produjo y demasía. Porque aquel video ya lo había visto, pero era imposible que hubiera sido filmado: la proyección que acusaba el monitor, era una reproducción exacta, de la más horrible de las pesadillas que tuve de niño, a los siete años y aquel hombre que era perseguido sobre el final, no era otro que mi propio padre.