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  • Peregrinos
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  • Los peregrinos son un tipo de aldeanos, este aldeano solo aparece en Plymouth con un vestido blanco y negro. Categoría:Esbozos
  • Existen por todo el Imperio una clase de Hombres casi invisible para la mayor parte de la Humanidad. Cada año, incontables fieles dejan de lado sus vidas para recorrer las rutas de la disformidad como peregrinos. La peregrinación final, que muy pocos hacen, es viajar a la lejana y casi mítica Terra, la cuna de la Humanidad y sede del Emperador y el Senatorum Imperialis. Sólo el más grande de los grandes pone un pie en esa tierra sagrada, pero muchos esperan un día para intentar éste como el más peligroso y santificado de los viajes.
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Citación
  • Hasta que hayas añadido tu propia voz a la de otros tres millones, cada uno cantando la canción de la muerte de San Drusus, nunca entenderás lo que la fe puede ser. Nunca…”
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Atribuida a
  • Padre Kuluminius, Rector-Cardenal
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  • Los peregrinos son un tipo de aldeanos, este aldeano solo aparece en Plymouth con un vestido blanco y negro. Categoría:Esbozos
  • Existen por todo el Imperio una clase de Hombres casi invisible para la mayor parte de la Humanidad. Cada año, incontables fieles dejan de lado sus vidas para recorrer las rutas de la disformidad como peregrinos. Los peregrinos escuchan la llamada de los santos fallecidos, y se ven obligados a responder. Cualquiera puede escuchar su llamada, desde nobles mimados hasta escabrosos granujas de la colmena, todos son iguales a ojos del Dios-Emperador. Algunos son capaces de comprar lujosas literas en uno de los cientos de buques mercantes de cada sector, mientras que otros deben colarse, rezando que el contenedor en que se esconden no esté destinado a una bodega sellada al vacío. A pesar del riesgo y de que un gran número perece en esos viajes hacia lo desconocido, el impulso de embarcarse en una peregrinación es, para muchos, imposible de ignorar. Los peregrinos viajan de un lugar sagrado a otro, a menudo con la esperanza de visitar la ermita de un santo en particular durante la festividad sagrada de ese santo. Innumerables obras se publican cada año, señalando los sagrados días, meses y años de cada santo en un sector en particular, las más exhaustivas dan forma a los poderosos tomos de la iluminación para el uso de los privilegiados. Por otra parte, innumerables libros mal copiados o guías totalmente inventadas se publican cada año para ser vendidas a los peregrinos indigentes, muchas prometiendo los secretos de cómo llegar a un destino en particular evitando cualquier enredo innecesario. Los objetivos de esta peregrinación son los incontables Mundos Santuario y Cementerio que hay por todo el Imperio. Muchos de estos mundos se dedican por entero a la adoración de un solo santo, tal vez una gran figura que libró una gran batalla hace mucho tiempo. Particularmente en días de fiesta, las poblaciones de estos mundos pueden aumentar por la afluencia de peregrinos que llegan a la adoración. Las calles se llenan de masas que cantan y la violencia hierve justo bajo la superficie, lista para estallar en disturbios en que las hordas piadosas ven el final de su peregrinación por la negación de ayuda de los asistentes que trabajan en el templo. Vendedores ambulantes ofrecen sus productos, supuestas reliquias a precios exorbitantes a los desesperados como un recuerdo de su acto de devoción. Incluso un Acólito puede volverse un peregrino, y embarcar en un viaje a un Mundo Santuario distante como Drusus, la Tumba de Orendal, o la Pausa del Peregrino. Algunos asisten a un solo lugar antes de volver al servicio, mientras otros pasan años viajando de un Mundo Santuario al siguiente. Dicen que la experiencia es humilde y sumamente enriquecedora, ya que tu voluntad es sustituida en la masa de los fieles. Ser sólo un peregrino en un agitado mar de canto piadoso es entregarse uno mismo a una experiencia muy distinta a cualquier otra, y muchos de los que regresan cambian más allá de todo reconocimiento. Ellos han sido testigos de milagros, y compartido, en cierta medida, el sacrificio del Dios-Emperador de la Humanidad. La peregrinación final, que muy pocos hacen, es viajar a la lejana y casi mítica Terra, la cuna de la Humanidad y sede del Emperador y el Senatorum Imperialis. Sólo el más grande de los grandes pone un pie en esa tierra sagrada, pero muchos esperan un día para intentar éste como el más peligroso y santificado de los viajes.